Tres poemas de Calles laterales, de Jorge Spíndola

Tres poemas de Calles laterales, de Jorge Spíndola

 

Tres poemas del libro Calles laterales, de Jorge Spíndola, recientemente publicado por Ediciones Facón Grande, a veinte años de su primera edición.

 

 

en el camino

la pampa
animal extenso apuñalado

la ruta es un cuchillo
lamiendo los bordes de la luz

el aire azota matas, todo vuela para atrás
todo es pasado, todo está por suceder

el automóvil y su sombra van flotando
sobre un paisaje amarillo
hasta el fondo de la piel

un tendal de postes infinito
sostiene cuadros con campos de van gogh

sensuales las curvas
aves sensuales flotando por allá

todo es pasado, todo está por suceder

 

*

 

Lisboa

nunca estuve en Lisboa

siempre acá,
metido en este cuerpo,
atado al páramo o abrazado
al mar y sus acantilados

siempre los mismos ojos
con cuchillos naranjas en la tarde
siempre acá

nunca caminé por las calles de lisboa
siempre pampa seca
y autos abandonados al borde de la ruta

ahora mismo me invade la imagen de un colectivo
detenido para siempre
oxidándose con yuyos en su cuerpo
un bedford verde agua
con teros lejanos en su lomo

nunca puedo abrir esa cortina
que envuelve la existencia
esa cortina agitada por el viento
que anda como gasa
cayéndose sobre mi cuerpo

siempre acá,
entregado como un perro a este paisaje

oliendo matas, salpicado de escarcha
para siempre

lisboa crece por mi boca en esta noche
mientras orino abrazado al álamo de casa
mientras pasan autos en la ruta
mientras llueve y crece el perfume de la tierra
mientras nada se parece a lisboa
y sólo un gato
camina en los paredones de mi calle

lisboa qué lugar extraño
navegando en mis entrañas
lisboa tantas cosas

tantas noches navegando
al sur de toda mi existencia

 

*

 

el círculo de orín

a veces alguien cruza los límites del olor
entran y salen policías requisan
cada pequeño círculo de orín

se llevan del forro a un sospechoso
de infragar

la noche que el sapo le partió
la cabeza al viejo ñancupel
acá no había dios
estaban ellos solos
pelearon por una caja de vino

no había esa noche poderes del estado
la república queda al otro lado de este círculo
cabrón

no había luz sólo un par de velas
cuando manaba sangre del cuerpo de ñancupel

no había un sólo rasgo de virtud
estaban ellos solos como lobos resacados
mordidos y sudados en alcohol

esa noche cayó una helada
y la ropa se hizo escarcha contra el piso

cuando llegó la policía el sapo ya no estaba
luego lo encontraron dormido en una pieza
hecho un ovillo con la caja reseca de tetra
en el regazo

el imputado presenta huellas de polvo de ladrillos
en las manos varios hematomas en el cuerpo
anote principio de congelación mejilla izquierda

todo gira en silencio adentro del círculo de orín

un pullover amarillo con manchas de café
un par de zapatos comidos por la cal
un balde de albañil una plomada
dos medallas de box de la liga amateur
cosas que ahora es extraño enumerar

sobre los techos de zinc
cae la luz de la ciudad

 


 

 

Jorge Spíndola nació en C. Rivadavia en 1961. Habitante del Wallmapu, ha vivido en el sur de Argentina y Chile alternativamente, donde integra diversas organizaciones culturales, sociales y académicas. Licenciado en Letras y Doctor en Ciencias Humanas. Docente-investigador en en la Universidad Nacional de la Patagonia y en el ISFD 807. Publicó los libros de poemas Mátame si no te sirvo (1994, Último Reino) Premio Fondo Nacional de las Artes 1994, Calles laterales (2002, Sur del Mundo, 2022, Ediciones Facón Grande), Premio Festival de Poesía de Medellín, Jerez volcado (2010, El Suri Porfiado), Perro lamiendo luna y otros poemas (2013, Jinete Insomne), Flores encontradas -Peshake rayen-  (2021, Espacio Hudson), y los ensayos ¿Conocimientos y saberes para quién? Conflictos sociales y universidad (2017, SERIFA, Santiago de Chile) y El Az Mapu: poética y políticas del Buen Vivir (2022, Editorial INOLAS. Potsdam- Londres).

Fotografía: Dmitri Ivanov

 

 

Tres poemas de Calles laterales, de Jorge Spíndola

Tres poemas de Máquinas de duelo, de Sabrina Barrego

 

Compartimos tres poemas del último libro de Sabrina Barrego, Máquinas de duelo, publicado en 2022 por Falta Envido Ediciones.

 

Creo que a mí me brota

el mal humor

como a los frutos

de una damasca

que ya nadie cosecha.

 

Cada herida es autosuficiente,

se encapsula en un botón

diminuto, imperceptible,

donde se hincha el dolor.

 

El dolor es un brote

como este,

dentro del diente de un ajo;

para cocinarlo

se remueve ese capullo

con un cuchillo afilado

y se lo desmadra.

 

Desmadrar:

el último término

que mi madre me enseñó.

 

 

*

 

TOC TOC :

él abre la puerta.

Una mujer pasa

y, después, otra.

Lo que una vez pasa

puede seguir pasando.

 

Imaginamos

un objeto,

una sustancia,

un estado,

una acción,

una experiencia,

una persona,

un sentido.

 

No importan.

 

En realidad,

lo que deseamos

es la sensación de alivio

cuando se llega allí.

 

Lo que deseamos

es descansar

de la sospecha.

Buscamos dejar

de buscar:

anhelamos.

 

Desilusión tras desilusión

descubrís que ninguna cosa externa

es capaz de ponerle fin al ciclo.

 

Nada fuera

de nosotras.

 

Reconciliada con vos misma,

te das cuenta de que esto es

lo que siempre habías deseado

desde el primer momento.

 

Acá, ahora,

siempre tan cerca y

en la dirección equivocada.

 

 

*

 

PERDONÁ QUE LO DIGA, PERO COGER NO ES NADA. PARA LOS DIOSES, PARECEMOS PERROS. Y SIN EMBARGO MIRAN [MARY RUEFLE]

 

¿perdiste

documentación vital?

¿te mudaste?

¿te atardeciste

sentada en el capó

de un viejo auto

contemplando los trigales

(así de amarilla

es la pampa)?

¿te bañaste

en un tanque australiano?

¿cuidaste de una yegua?

¿te excediste con su avena

y saliste picando

al galope?

¿peinaste en una

terapia intensiva

el cabello

blanco,

desde muy temprano,

de tu madre?

¿te lo reprochó?

¿atendiste un parto

de un bebé

o de un ternero?

¿saludaste al tren?

¿visitaste en la cárcel

a un ser amado?

¿intentaste coser

o rezar?

¿buscaste lo eterno

o la manera

de despertar

sin sentir

ya más la muerte?

¿atropellaste a un perro?

¿te atropellaron?

¿mataste para comer?

¿con qué sanaste

los moretones

de tus muslos

después

de los inyectables?

¿sentiste miedo de quedarte

dormida?

¿pasaste hambre?

¿te escribieron cartas?

¿le escribiste a tu bebé

en caso de no lograrlo?

¿viste llorar a tu padre?

¿cuántos amigos perdiste

esa vez?

¿bailaste morenada

borracha de chicha?

¿pasaste una noche

en la guata

de la serpiente?

¿te heriste la planta suave

de un pie

con la espina del algarrobo?

¿te curaste sola

con llantén?

¿aprendiste a nadar

desnuda

en un canal?

¿despertaste

por la mañana

con el olor a hinojo

recién regado,

a manzanilla?

¿comiste patay?

¿robaste granadas?

¿cosechaste ciruelas?

¿miel del panal?

¿preparaste después el dulce?

¿amasaste el pan?

¿le suministraste morfina

a un niño?

¿sobrevivió?

¿practicaste el abandono?

¿contaron los lunares

de tu espalda

en la vía láctea?

¿llovieron en vos?

¿rasguñaste a propósito

en el pecho de alguien

buscando provocar dolor?

¿él te cuidó en tu cautiverio

o cuando llegó la sangre

o cuando la sangre se fue?

¿atravesaron un incendio?

¿lo levantaste del suelo,

una y otra y otra  vez?

¿guardaron juntos

el sueño de tu hijo?

¿fuiste para alguien

un tema de amor?

¿un amor como el que

pueda aparecer

en los libros

que lee

o en los que escribe?

¿has sentido

en tu corazón

la caída inexorable del otro

como el desprendimiento

de una rama que cae…?

¿caíste como

desde un barranco

vos también?

¿te pidieron que

te quedases aunque sea

para vengarte?

¿cultivaste un jardín?

¿leíste a Virginia Woolf?

¿la entendiste?

¿construiste una casa?

¿un cuarto propio?

¿lo derribaste

y lo comenzaste de nuevo

hasta que, como a todo,

la devore la hierba?

¿sacaste la basura?

¿te burlaste del dolor?

¿y del horror?

¿qué poema

vas a estar escribiendo

a la hora de tu muerte?

 

qué pena si fuese malo.

 


 

Sabrina Barrego, Luján, Buenos Aires, 1987. Actualmente sobrevive en Mendoza. Fue antologada por Susana Szwarc en Puentes poéticos (DLG, 2018), por Silvio Mattoni en Poesía del estero (Secretaría de cultura de Santiago del estero, 2021) y por Elena Annibali en Poetas Argentinas 1981-2000 (Ediciones Del Dock, 2022), entre otros. Editó Trinchera por Ediciones culturales de Mendoza en 2019. Las hojas del otoño (audiolibro) plataforma mendozaencasa.com, 2021. Participó del festival Poesía ya! del CCK en 2022, en la categoría Poesía en voz alta y en el ciclo Poesía en la terraza del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Coeditora de la revista La intemperie Mendoza. Grabó el disco Poemas de amor junto a Tulpa, FLAI, 2022. Participa de proyectos de experimentación sonora. Este año se editó Máquinas de duelo en Falta Envido Ediciones (Tucumán).

Tres poemas de Calles laterales, de Jorge Spíndola

Tres poemas de La oscuridad del signo, de Franco Riquelme

 

Presentamos tres poemas de La oscuridad del signo (El Suri Porfiado, 2022), primer libro del poeta fueguino Franco Riquelme.

 

 

Clonazepam y dioses

Hay un ruido en el alma
galpón pequeño
circuncidado.
¿Dónde está la boca del río?
Hay una balsa prístina
que decanta los vacíos.
Ya no quiero saber.
Hay en mí
un desorden necesario.

 

 

Coloquio de los signos menores

Ya me desparramé por el aire
y no deseo ser normal,
crecer y echar raíces.
Todavía recurso
los coloquios de amor
y caigo como un durazno
cuando veo un manzanal.
Por la pobreza y los psicofármacos
supe que soy una cáscara dura,
única semilla.
¿Cuántos signos puede abarcar un cuerpo?
Si el amor viene del lenguaje
no vuelvas nunca.

 

 

La oscuridad del signo

Soy un signo que nadie escucha.
Una lengua muerta
que busca el ojo eterno
por placer y crueldad.
Quiero descansar allá
donde todo se derrama,
si no ¿de qué habla el lenguaje?

 

 

 

 


Franco Riquelme (Río Grande, Tierra del Fuego, 1995) es docente en Historia y dicta clases en el Instituto Provincial de Educación Superior Paulo Freire. De vez en cuando publica textos académicos y literarios en revistas locales y latinoamericanas. Su primer libro, La oscuridad del signo, fue publicado por la editorial El Suri Porfiado (Buenos Aires). Las campanas no tienen paz, su segundo libro de poemas, será publicado por la Editora Cultural Tierra del Fuego próximamente.

Tres poemas de Calles laterales, de Jorge Spíndola

Centenario del nacimiento de Olga Orozco

Olga Orozco y una obra que es un paraíso, o un jardin, que germina, además, en otras creaciones. Anotaciones, diálogos e intertextos.

Distintas instituciones gubernamentales y asociaciones tenían planificados para este 17 de marzo recordatorios por el centenario del nacimiento de la poeta y periodista Olga Orozco, pero debido que no pueden realizarse actos o actividades con mucho público por el coronavirus debieron suspenderse o postergarse para otra fecha.

Como consta en numerosas bibliografías, el nacimiento de Olga Nilda Gugliotta Orozco había ocurrido en Toay, La Pampa, el 17 de marzo de 1920. A los 8 años abandona la provincia con su familia y se radican en la ciudad de Bahía Blanca (Buenos Aires).

Orozco escribe: “[..] mi casa, la única sobreviviente familiar que me queda. Cuando me fui de Toay, la encontré en cada casa donde viví. […] Dije ‘cuando me fui de Toay’ ¿Me fui del todo alguna vez? Toay es una puerta que se quedó abierta para siempre en mi memoria y por la que podía entrar a mi antojo para encontrar la fiesta o el sosiego” (en el Libro de Oro del Centenario de Toay, 1994).

No haremos un racconto de su trayectoria que ya es conocida por sus lectores, pero si algunas consideraciones de su obra y, por sobre todo, destacar algunas de las publicaciones que han surgido respecto a su poética y las influencias que ha tenido sobre otres artistas.

Tanto institucional como personalmente, Olga Orozco tuvo relación con la provincia y sus escritorxs con mayor asiduidad cuando se interesa en recuperar su casa (“La casa”), para transformarla en un espacio cultural. Comienza a reencontrarse con La Pampa en la década de 1990. Una de las intermediarias es la subsecretaria de Cultura Norma Durango, que no sólo está a disposición de la escritora sino que trabaja afanosamente en el objetivo de resignificar el hogar natal de Orozco. Es así que en 1992 se realiza la transacción y a partir de 1994 se abre como Casa de la Cultura de Toay, albergando al museo del pueblo y la biblioteca popular. Desde 2003 funciona como Casa Museo Olga Orozco, dedicado exclusivamente a su figura y su obra, además se halla en custodia su biblioteca personal.

Cabe destacar que presenta en su casa natal de la localidad de Toay su último libro publicado por la editorial Emecé en 1995, La luz también es un abismo; del cual dirá Rosario Bléfari: “contestación, segunda parte o reverso de La oscuridad es otro sol (1967)”. Esta actividad sucede un 17 de noviembre de 1995 (se reitera al día siguiente en el Consejo Deliberante de la ciudad de Santa Rosa), donde participa como presentadora la poeta y docente Dora Battiston, que es una de las más importantes investigadoras de la provincia de La Pampa que ha profundizado en las obras de Juan Carlos Bustriazo Ortiz, Juan José Sena y, también, Olga Orozco. En aquella oportunidad Battiston resaltó: “Aquella presentación fue un momento fuera de la realidad”.

El 17 de agosto de 1996 en el Auditorio “Juan Carlos Bustriazo Ortiz”, del Centro Municipal de Cultura de Santa Rosa, expone la conferencia “Oliverio Girondo frente a la Nada y lo Absoluto”. Invitada por la Asociación Pampeana de Escritorxs participa en octubre de ese mismo año en el XII Encuentro de las Letras Pampeanas “Profesor Ricardo Nervi”.

Más recientemente, APE colabora en la fundamentación del proyecto presentado por el Diputado provincial Eduardo Tindiglia, en donde se propuso declarar el año 2020 como “Año del Centenario del Nacimiento de Olga Orozco”, en conmemoración de tal acontecimiento. También es incluida en la cartelería del Paseo de los Poetas en el Parque Provincial Parque Luro, iniciativa de las Secretarías de Turismo y de la Mujer del Gobierno de La Pampa, y la Asociación Pampeana de Escritorxs.

INTERPRETACIONES DE OLGA OROZCO

Una obra excéntrica dentro de la producción poética de su época le otorgan un lugar particular en el campo de las letras nacionales. Integra la generación “Tercera Vanguardia”, de marcada tendencia surrealista además de destacarse en ella la influencia de los poetas místicos y los grandes poetas españoles del Siglo de Oro. Es autora de títulos ineludibles como Las muertes (1952), Los juegos peligrosos (1962), La oscuridad es otro sol (1967), Museo Salvaje (1974) y Con esta boca en este mundo (1994), que jalonan su trayectoria y la proyectaron a nivel internacional. Obtuvo el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en 1998.

Su poética ha sido estudiada por críticxs como Stella Maris Colombo, Juan Liscano, Elba Torres de Peralta, Cristina Piña, Julieta Gómez Paz, María Rosa Lojo, Graciela Maturo, Alicia Genovese (La doble voz. Poetas argentinas contemporáneas, Biblos, 1998; Eduvim, 2015) , Marisa Negri, entre otrxs, que son de lectura ineludible para quien quiera comprender la estética orozquiana.

Entre lxs investigadorxs provincianxs se destaca los estudios de Diana Irene Blanco (Olga Orozco. La jerarquía de la palabra, 2009 y Olga Orozco, Señora de la alta poesía, 2018), Dora Battiston (“Elementos de la doctrina órfica en la obra de Olga Orozco”, 1994 y “Olga Orozco: la filosofía como intertexto”, 2003), Raquel Miranda (“Continuidad del pensamiento antiguo en la literatura contemporánea. La inspiración órfica en los textos de Olga Orozco”, 2001), Sergio De Matteo (“Olga Orozco: una escritura desde lejos”, 2009, “Olga Orozco: entre la alquimia y Dios, 2019 y “Entre Dios y la memoria del tiempo”, 2019), Graciela Salto (“El fondo documental y bibliográfico de Olga Orozco desde un enfoque interdisciplinario”, 2017 y “Dedicatorias latinoamericanas a Olga Orozco: nexos, lecturas y afiliaciones”, 2019).

Los textos de la escritora, poeta y periodista pampeana han despertado el interés, también, de estudiosxs extranjerxs. En varias Universidades hay doctorados basados en su poética; por ejemplo Alejandro Arturo Ramírez Arballo de University of Arizona con la tesis “La poética de Olga Orozco como proyección estética del pensamiento moderno: un modelo de doble lectura (2008), Sarah Martín López de Universitat de Valencia con la tesis “Poesía y conocimiento en la obra de dos escritoras argentinas contemporáneas: Olga Orozco y Alejandra Pizarnik (2013); o posgrados de literatura como el de Ivette Silva Corona de Universidad Autónoma Metropolitana de México: “Susurros de lo inefable. Una reflexión sobre lenguaje, silencio y Absoluto en la obra poética de Olga Orozco”, 2001). También pueden citarse los artículos de Naomi Lindstrom, de University of Texas: “Olga Orozco: la voz poética que llama entre mundos”, 1985. de Edelweis Serra: “Exploración de la realidad y estrategia textual en la poesía de Olga Orozco” en Anales de Literatura Hispanoamericana, de la Universidad Complutense de Madrid, 1985, de Thorpe Running, St. John´s University: “Imagen y creación en la poesía de Olga Orozco”, 1987, de Melanie Nicholson: “From Sibyl to Witch and Beyond: Feminine Archetype in the Poetry of Olga Orozco” en Chasqui 27, mayo de 1998, entre otros.

Además, hay que destacar los libros de la Universidad de Guadalajara (México): Acercamientos a Olga Orozco, compilados por José Brú, publicado en 1998, de la Universidad de Sevilla (España): Olga Orozco. Territorios de fuego para una poética, bajo la dirección de Inmaculada Lergo Martín, 2010 y los dos tomos de la Universidad Nacional de La Pampa conjuntamente con la Editorial Teseo: Los juegos de espejos: Poética y subjetividad en Olga Orozco (Tomo I) y Médanos fugitivos: Poética y archivo en Olga Orozco (Tomo 2), compilados por Graciela Salto, Dora Battiston y Sonia Bertón, edición con estudios de especialistas del país y del exterior, a presentarse este año.

OTRAS INTERPRETACIONES DE OLGA OROZCO

En este apartado se debería destacar la revista Museo Salvaje, que es heredera de una publicación llamada Che. Artes y Culturas en Abya Yala. A partir del año 2001 reaparece con el título del libro de Olga Orozco a modo de homenaje y se edita hasta el verano 2010/2011.

En agosto de 2003 se estrena en la Escuela N° 5 de Toay el documental “Había una vez”, basado en la niñez de Olga Orozco. Es dirigido por los cineastas Silvio Tejada, Albertina Sales y Juliana Rodríguez Poussif. En un fragmento de “Había una vez” Orozco refiere:

“Había una vez una casa (no). Había en un tiempo una casa (no). Había en varios tiempos varias casas que eran una sola casa. ¿Era realmente una casa o era un espejo fraguado por los tres tiempos, de modo que cada uno era la consecuencia y el motivo del otro? Sì, como caleidoscopios o como en un yo circular a manera de cuarto de vestir, donde la que va a ser con máscara de anciana se probara la máscara de la que fue con máscara de niña, y viceversa y sucesivamente. La máscara de la que es, también, y que sólo se ve desde adentro, desde el revés de todas las máscaras confundidas en una, hasta que se devore eso que habitualmente llamamos rostro y se pueda ver quién es quien lo devora, y entonces supongo que comprobaré lo que sospecho: que no se es uno sino todos.

Pero ahora el tiempo es y aparentemente soy yo sola. En este momento en que voy a nacer, en que voy a regresar, el tiempo y la persona que son yo soy” (en La oscuridad es otro sol, 1967).

La actriz, bailarina y directora teatral Nadia Grandón dirige e interpreta “Cantora Nocturna” (2007) y “Con esta boca en este mundo” (2009), obras basadas en textos de la poeta pampeana Olga Orozco.

En septiembre de 2009 el director teatral Silvio Lang estrena en Buenos Aires la obra “Yo, Olga Orozco”, una experiencia visual y sonora.

También hay que resaltar algunas musicalizaciones de la obra de Olga Orozco, donde sobresalen los trabajos realizados por Pepe Marriot y Ada Blidner, sobre la base del poema “Desdoblamiento en más caras de todos” (Los juegos peligrosos, 1962), realizan la versión “Lejos, de corazón en corazón”, presentada en la Casa Museo Olga Orozco el 23 de diciembre de 2013.

El cantautor Juani de Pian resignifica en la canción “Nanni” a uno de los tantos personajes semimitológicos que recrea Olga Orozco en el relato “Nanni suele volar”, del libro La oscuridad es otro sol (Losada, 1967).

La cantante Guillermina Gavazza adapta el texto “Señora tomando sopa”, del libro Con esta boca en este mundo (Sudamericana, 1994), en la canción “Calesita”, con música del bajista Hernán Basso, y brillantemente interpretado por su grupo Guillermina & Los Planetas (Hernán Basso, Mauricio Ponce y Chelo Porcel).

MÁS INTERPRETACIONES DE OLGA OROZCO

Una mención para el trabajo de zapa que realiza Marisa Negri sobre la obra desperdigada en revistas y diarios de Olga Orozco. Una parte de esas investigaciones confluye en el libro Yo, Claudia (Ediciones en Danza, 2012), que comprende la obra periodística de Olga Orozco en la revista “Claudia” entre 1964 y 1974.

Otra línea corresponde a las ilustraciones, desde las ya conocidas de Raúl Soldi (Desde lejos, 1946); Juan Battle Planas (Las muertes, 1952); Enrique Molina (Los juegos peligrosos, 1962, y La oscuridad es otro sol, 1967); Paul Klee, fragmento de “El Niesen” (Mutaciones de la realidad, 1979); Valerio Peluffo y Olga Orozco, “cadáver exquisito” (Con esta boca en este mundo, 1994); Henry Peach Robinson, “Dormido”, 1867 (También la luz es un abismo, 1995); Edgar Degas, “Retrato de Helene Rouart” -detalle- (Últimos poemas, 2009);  hasta las más actuales de Lihüe Pumilla (Breviario I, 2013) y Gabriel Martino (Cantos a Berenice, 2015).

La actriz y directora teatral Fabiana Rey ha montado dos obras basadas en los libros de Olga Orozco: “Relámpagos de lo invisible” (2008) y “Las muertes” (2014).

En 2009 el director Marcelo Iaccarino estrena los documentales “Oficios”, “Infancia”, “Obra” y “Destino”, basados en una serie de entrevistas realizadas a Olga Orozco en 1998.

El escultor Rubén Schaap realiza la obra “OO” en 2018, una representación de Olga Orozco en hierro soldado forjado y amolado (Propiedad de Andrea M. D’Atri); que ilustra el artículo.

En el festival “Poesía Pampa Fest”, desarrollado en septiembre de 2019 en la sala “La Fantasma”, de la Casa Museo Olga Orozco, la directora teatral y actriz Silvina D’Atri, junto a Emilce Aimar, representan el poema “La cartomancia” (Los juegos peligros, 1962).

Y por último se destaca el disco Para ser otra, una obra extraordinaria que explora e improvisa sobre el universo poético de Olga Orozco, que graba la artista argentina Hebe Rosell, radicada en México, en 2008.

ALGUNOS POEMAS DEDICADOS A OLGA OROZCO

Más allá de los estudios sobre su obra y el fenómeno intertextual que puede identificarse, también otros poetas le han rendido homenaje por medio de la poesía misma. Francisco Madariaga, el criollo del universo, le dedica el poema “Olga Orozco”, incluido en su libro En la tierra de nadie (Ediciones del Dock, 1998):

“Cuando la conocí recordé de inmediato

el poema de Milocz que dice en una parte:

“la extraña muchacha de párpados

arcangélicos…”.

Después la vi muchas noches de canciones

y de sueños, despedirse de los amigos y partir,

en delicadas y misteriosas volantas,

hacia los arenales de la Pampa.

Se alejaba -y se la aleja siempre- como

una esmeralda negra y solar de la independencia

frente a toda capilla literaria.

Estoy seguro de que, cuando viaja, le dice

a su postillón que debe hacer atravesar -sin

miedo- a la volanta por esa Oscuridad Otro Sol

de su fidelidad absoluta a la poesía”.

La poeta Ana María Mayol desde un acápite de Olga Orozco (“Lamento de Jonás”, en Museo Salvaje, Losada, 1974), que funciona a modo de intertexto, edifica el poema “Cuerpo tomado”, de su libro No se trata de mí (Ed. El Mono Armado, 2011):

“Soy mi propio rehén

el pausado veneno del verdugo

el pacto con la muerte”,

Olga Orozco

Soy mi propio rehén

testigo de lo atroz

protagonista de esta obra mía

Soy cada palabra que no he escrito

cada poema plasmado en los insomnios

cada silencio precipitado hacia el mar

La fuga permanente desde mi misma

Soy mi propio rehén 

poblada de desiertos sed y sal

de fachinal grisáceo

de caldenes 

y aromos floreciendo 

en el patio de la infancia

Soy ese punto ciego en el espacio

que te detiene un segundo

despojo 

escombro del olvido

torbellino que rescata pasiones 

en el fuego

arrebata a la lluvia su murmullo

conozco 

la prisión de lo inasible

mi sombra a veces 

transmuta golondrina

la obstinada presencia

 del amor en los ojos

el roce inconfundible 

de una mano en el alma

Me he desterrado a veces

 en la tristeza 

otras 

he caminado hacia mi propio abismo

he muerto en soledad con otras solas

he surcado sus cárceles 

sin testigos ni juicios

sorteando emboscadas  

que me tendió la muerte

Soy mi propio rehén 

llevo este cuerpo tomado por la luna

lleno de noche y sombras

me reconozco en otras 

como un espejo

como si yo no fuese  

más que el pretexto

Soy mi propio rehén 

en la memoria

La Subsecretaría de Cultura de La Pampa y la Municipalidad de Toay convocaron en 2013 el Certamen Federal de Poesía “Casa-Museo Olga Orozco”, con un jurado integrado por Diana Irene Blanco, Bruno Di Benedetto y Alicia Genovese, y con la propuesta de aludir al universo poético y simbólico de la autora pampeana, siendo premiados Águeda Franco, Fabián O. Iriarte, Mónica Scheinsohn, Marisa Negri y María Daniel Pascual. De la serie “Maneras de ser otras” (1° Premio), correspondiente a Águeda Franco, también incluido en su libro Raspando los días (Ediciones en Danza, 2017), seleccionamos “La pequeña Gugliotta”:

la chica de Gugliotta

habla una lengua extraña con los pájaros

                                    con los seres de alas

los ojos azorados por visiones

en el falaz paraíso de la infancia

taciturna levita

es Darvantara     Griska     Matrika Doléesa

nombres para los rostros que la asumen

cuando juega a ser otra

                                                           a ser distinta

            qué mensajeros ve que nadie los registra

            dónde el azoramiento de sus ojos

la chica de Gugliotta

mantiene relaciones con el mundo secreto

escarchada en el fondo del pozo

se asoma para verse

triza su cara el balde

                         pasa horas

en a contemplación de sus retazos

emisarios de mundos subsumidos llegan a su llamado

disimulados en ratones     escarabajos  o  libélulas

secretean con ella

                                           parten raudos

a llevar sus mensajes de tintas invisibles

la pequeña Gugliotta

desciende alucinada

los peldaños de miedo de los sótanos

una vela en su mano parpadea

en camisón por las cornisas

es la menuda equilibrista entre las claridades y las sombras

callada niña rara

habla el idioma de los pájaros

tiene un lunar de oro entre los ojos

            marca de los que fueron elegidos

por el azar por la desgracia por el fuego perpetuo

que arrasa el corazón y no se calma

seña de una metamorfosis

entre el encantamiento y la tragedia

alguien trama los hilos de esta vida

que en las arenas de Toay

arde confusamente

chica inclasificable la Gugliotta

parpadea y las arañas tiemblan en sus telas

mojadas de un rocío de infinito

una vida no alcanza

para sus múltiples vidas escondidas

exploradora pálida

de mundos subyacentes a este mundo

la poesía la salva

                                    la condena

El poeta salteño Carlos J. Aldazábal le dedica el poema “Debo estudiar francés”, que integra el libro Las visitas de siempre (El Suri Porfiado Ediciones, 2014):

Olga Orozco preparó un arrollado

  bañado en chocolate

y vino Miroslav, que es cocinero,

      a la hora del té.

También estaba yo, poeta inédito

  incapaz del francés y el galicismo.

El rito comenzó con la vajilla.

“Leeré en el futuro las llaves del abismo

para saber qué puertas nos tocarán en suerte.

Qué casas cruzaremos, qué portal venturoso,

qué llanto inagotable hablará en las gargantas”.

No recuerdo el pronóstico.

Pero sí su paciencia,

la mágica infusión de su voz poderosa.

Y el “estudie francés” imperativo

                que siempre descarté.

El domingo pasado tuvimos otro encuentro.

Pero estaba en La Pampa:

un museo de infancia que ahora es Olga.

Ahí viven sus libros (incluyéndome a mí),

y sus plantas, sus piedras.

Y además Berenice maúlla en tono bajo

                 profiriendo ladridos.

Ella se preocupó por explicarme

                        (esta vez sin rodeos)

cómo la muerte juega en los jardines

y los portones crujen

cuando suenan pavanas y milongas.

Y el llanto comenzó como gotera,

y no quiso parar hasta vaciarme

el poco mineral que hay en mis huesos.

Olga me consoló con galletitas y un pocillo de mate.

El llanto no cesó.

Aunque leo francés no puedo hablarlo

 y no puedo nombrar

                     con esta boca

                     en este mundo

desde esta pena.

Tres poemas de Calles laterales, de Jorge Spíndola

El árbol, El perro, La piedra, tres poemas de Susana Villalba

Compartimos el poema “La piedra” y dos fragmentos de “El árbol” y “El perro”, que dialogan entre sí, pertenecientes al libro  La bestia ser, de Susana Villalba, publicado en 2019 por Hilos editora.

 

EL ÁRBOL (fragmento)

 

 

es la mañana

el acontecimiento

 

la candidez

de sólo ser

respiración

 

la liviandad

con que la mariposa danza

su momento

en el sol

 

lo que amás

te ata

me dijo el cielo

 

y aquí estoy

 

 

un perro me huele

ladra

da vueltas

a mi alrededor

 

aúlla, salta

quiere morder

mi inmovilidad

que no comprende

 

la soledad siempre

es con otro

 

 

en cada bifurcación

hago nacer el tiempo

para estar en el mundo

del perro

 

mi memoria es el viento

 

 

hasta en la altura

hay competencia

 

en lo quieto

 

pero también el amor

me dio esta forma

retorcida

 

la tormenta

 

y la sed de infinito

deslumbramiento

 

 

EL PERRO (fragmento)

 

escarbo

escarbo

escarbo

 

el hueso de dios

todavía puede estar

en el corazón caliente

de la tierra

 

 

tengo celos de dios

el árbol

sólo mira hacia arriba

 

es imposible para mí

amar a un árbol

 

pero enamorarse es eso

 

 

le salto

y sigue absorto

 

tengo celos del fuego

que duerme en su corazón

 

de las estrellas

que le pasan

 

no soy un árbol

no puedo

entender su quietud

 

pero enamorarme es eso

 

 

cae la noche

como la realidad

 

mi universo es un baldío

 

me ovillo

en las raíces duras

de mi amor

 

tengo celos de los pájaros

abrigados

en sus ramas

 

envidio la noche

cayendo como un cazador

de espejismos

 

quién despierto

creería

en los sueños

 

 

la intemperie es una soledad

el amor es un adentro

 

 

doy vueltas

alrededor del árbol

 

le salto

salto de amor

y caigo

otra vez en mí

 

enamorarse es eso

 

 

 

LA PIEDRA

 

sostener en silencio

como amar

es un arte

 

¿existiría el mar

si no lo contuviera?

 

me derrota

algo intangible

como el agua

 

su transparencia

 

 

¿si no me enfrentara

existiría el mar?

 

 

soñar sin perderse

es un arte

 

 

a veces una roca

se estremece contra la orilla

perdida

hasta lo irreductible

se amalgama

 

amar es eso

y te sorprende

un filón de topacio

en el porfirio

 

 

entonces qué creías

que es el oro

sino la cicatriz

 

es infinita

la ruptura

 

los bordes

son difusos

 

todo es fragmento

polvo del sentido

de las piedras

 

 

si mi amor es eterno

también la soledad

 

incorruptible

 

 

gravitando en el espacio

de la separación

 

sostenida de mí

 

no estoy quieta

todo me atrae por igual

 

el cielo es una pampa

 

el imán de la estrella

es su distancia

 

 

soy intrínseca

 

el arte de estar

quieta

es dar el corazón

al movimiento

 

 

silba el viento

un eco

de lo que ya anunciaba

mi desprendimiento

 

¿cantaría el agua

si no me atravesara?

 

 

agazapada en mí

espero

otro momento de la tierra:

 

una temperatura del amor

que funda hasta las piedras

 


Susana Villalba es poeta, dramaturga, crítica teatral y gestora cultural. Recibió la Beca Guggenheim 2011 (en Poesía) y el 2do Premio Municipal de Buenos Aires 2004/5 (Poesía édita). Tiene siete libros de poesía publicados. Integra diversas antologías argentinas e internacionales. Asistió a numerosos festivales internacionales.  Es Asesora Artística de la Dirección del Libro, Bibliotecas y Promoción de la Lectura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Creó y dirigió la Casa de la Poesía de la Ciudad (1999) y la Casa Nacional de la Poesía (2000) y los Festivales Internacionales de Poesía de dichas instituciones. Escribió y dirigió las obras teatrales Corazón de cabeza; Feria americana; Obsidiana; La muerte de la primogénita, La voz de la luz y Mi noche ideal. Realizó diversas performances con video y objetos, entre ellas Formatos de Julietas, en Haroldo Conti, y La voz de las piedras. Dicta la materia Poesía en Dramaturgia para la Maestría en Dramaturgia de UNA.

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