5 poemas de María Bakun

5 poemas de María Bakun

Compartimos una selección de poemas inéditos de la poeta María Bakun (De Summum bonum: 1 y 2 – De La lira en el aire: 3, 4 y 5).

 

1.

En la comunión entre
el agua, la tierra y el aire
se esconde un secreto
tan antiguo y sagrado
como la primera partícula.

2.

¿Por qué no se me dio
ser un animal
enorme y desnudo
entre los pájaros
entregado al lodo y al viento?

3.

Como en un Casorati
donde el sol se filtra tenue
tu fulgor se instala en el tiempo.

El mundo se detiene armónico
y seres feéricos meditan
tu nombre idílico.

En tus ojos
las horas trovan
un espacio encantado.

4.

Más que de la herida del lenguaje,
soy de su golpe e iluminación.

De la visión erguida
por la alquimia de Amor
y el no pavor a la palabra.

El verbo, sublime coadjutor de la voz,
en esta ruina que es el tiempo.

5.

Mi corazón como una hoja en el viento.
Mi corazón de pez dorado.
Mi corazón horadado de belleza.
Mi corazón como un rayo de luz.
Mi corazón en la cornisa.
Mi corazón de pentagrama musical.
Mi corazón pisoteado por un ángel.
Mi corazón como un tropel sin concierto.
Mi corazón de árbol con raíces.
Mi corazón de exequias.
Mi corazón de fondo del mar.
Mi corazón de pergamino medieval.
Mi corazón de phalène hacia la luz.

 

María del Rosario Bakun (Corrientes, Argentina, 1989) es curadora, traductora y poeta.
Actualmente finaliza la Licenciatura en Letras en la Universidad Nacional del Nordeste. Ha
sido adscripta a la cátedra Teoría Literaria. Ha brindado talleres de lectura y de creación de
poesía contemporánea. Algunos de sus poemas forman parte de fanzines, videojuegos,
antologías y revistas, tanto dentro como fuera de la Argentina. Su primer libro de poesía es
Negar la sangre.

5 poemas de María Bakun

Pampa pop

Poemas de Pampa pop, el primer libro del poeta Maxi Senkiw, publicado por Alción.

 

Venturosa luz

 

Que ese rayo rompa el cielo con su luz

mientras condecoran a los generales y a los empresarios

entre la mendiga y la navaja

donde el borde rasga la perla

rasga la blusa

que trepe

que ese rayo rompa el cielo con su luz

bien adentro

en la mañana

que se corte

que sangre

que pida auxilio

cuando conozca la venturosa penumbra de la soledad

ahí donde caen los rayos sin luz

donde amarran a los caballos viejos

a los potros agitados

en ese espejo donde la alegoría de la proyección humana

es un sinsentido

porque no hay rayo que rompa el cielo con su luz

 

Que se cierre esta noche

 

Que se cierre esta noche sin descanso

o al menos que invite a una tregua

si es que burlona no cumple con su cuota de fin

¡que se cierre!

para volver mañana en su evidencia fulgurante

risueña en ese resplandor odioso que es una antorcha

infinita

andante con la fruta y la tentación

y que vuelva

otra vez

para abrazar el ruego de los caminantes

 

La historia

 

Como entrenamiento de la división de la vida

aparece enajenada la historia

y desaprender es la enseñanza que da

es una enseñanza en silencio

que arrebata y no es brisa

es tornado

que vuelve al cielo durazno

inventa el rostro para la masacre

y le pone un cuerpo al desierto

su consigna es clara

el que crea la trama se arroja a un arco sinfín

 

Helena

 

¡Helena!

desnuda tu pecho y descubre la verdad total

tu pecho tirano frente a los desgraciados

desnuda ese pecho guerrero para que los amantes

bajen guardia de galope

Paris, Deifobo, Menelao

Carlos, Manuel o Jorge

son el eco de tu piel íntima y de esa leche purificada

rapto de succión

trapo con el que me seco la boca de tu alimento puro y

tramposo

 

Con Lupe

 

Antes de dormir

pienso que voy a soñar

que voy a capturar algo de ese cúmulo inapresable

de la vida en REM

antes de dormir

veo

copias de cuerpos

de colores de una porción de la tierra

una dedicatoria

la tarea diaria

un tigre radiante

la puerta

un rayo

antes de dormir

Lupe se pone a mi lado

finalmente duermo

con todo ese anhelo

con toda Lupe

 

Barco con la palabra libertad

 

Los de aquí reconocen un barco de pasajeros

con la palabra libertad escrita a un costado

un barco blanco

de ventanas sucias y turistas

niños sobre la orilla

con su mecánica

pescan mojarras, bogas y dorados

con cañas humildes pero efectivas

cerquita de los juncos

ahí donde el agua se arremolina

y el sol vuelve plata el sombrío lomo de las ranas

que llevan a los peces hacia esos niños

para que también se pregunten por la libertad

sin saber

cazando

también ven pasar el barco con la palabra libertad

pero siguen pescando

mojarras, bogas y dorados

lo dicho

con su depredación y su poder

 

Troya

 

Siempre parece que acá es mañana y el instante nunca es hoy

a pesar de la brisa que sacude y despierta

de los ojos

esos cuerpos en escape

del torbellino en la bahía

ante el pacto de la sacerdotisa de Apolo

 

nunca es claro el devenir

cuando Troya ya fue anunciada antes de acontecer

 

Calle

 

Esa calle revela los signos de su mismísima extinción

por más que se propague indestructible entre algún limonero huérfano

esa calle va a agonizar y perecer

su muerte cifrada está en la obviedad de basura acumulada

botellas viciadas

en los vidrios provocados

fragmentarios de un delito o un desamor

pero es tan leve

es indómita

amortiguada

desfalleciente

que su aparición es desmesura

por eso la buscan los que viven de la montura soñada

porque no pide servidumbre sino entrega

y puede atrapar una noche de verano

para vivir

a tientas

 

Baile

 

Bailaba toda la noche

si se detenía lloraba

por una inaudita sensación que la saqueaba al instante

la amontonaba en suspensión

en un arrullo que, en verdad, era un arsenal

arsenal de batalla

de guerra sin tropa

el imperativo era bailar

sostener el cuerpo en compás

masacrar a los desprevenidos

como un gesto de justicia

frente a la humanidad ritmada por el agobio

y una soledad finita como espiga

acompañada

acompasada

como ese baile para la destrucción

de ese amor que se convierte en infierno

en pasos persistentes de salón improvisado

 

Memorial de un día

 

La memoria de un día de caballos con fuego y ambulancia

¿cuál será la medida de una hazaña?

¿la ley o el amor?

Maxi Senkiw (Argentina) | Periodista, poeta y músico. Nació en Buenos Aires. Se ha desempeñado en distintos medios radiales y gráficos. Por su labor periodística obtuvo, entre otros reconocimientos, el premio Eter en la categoría “Música en radio”. Sus poemas, reseñas y ensayos vinculados al campo cultural fueron incluidos en revistas, libros y portales web. Alción Editora publicó en 2018 su poemario Pampa pop, junto a una serie de videos y canciones creadas a partir de los textos que integran el material https://www.youtube.com/channel/UCi_vH33h4CZwc0fNbOGtzaA/videos

5 poemas de María Bakun

Cinco poemas de Martín Camps

Compartimos cinco poemas de Martín Camps (Tijuana, México, 1974), extraídos de sus libros Extinción de los atardeceres (2009), Petición a la NASA para incluir en su próximo viaje al espacio a un poeta y otros poemas (2014) y Los días baldíos (2015).

 

Petición a la NASA para incluir en su próximo viaje al espacio a un poeta

Porque falta probar el efecto de gravedad cero en ciertas palabras.
Porque nadie ha leído “Muerte sin fin”
a todo pulmón en la noche del espacio.
Porque tengo una hipótesis:
Los sueños gravitan lentamente
como una burbuja de agua en la boca.
Porque si al ingeniero corazón de hierro
la tierra a trescientos mil kilómetros de distancia
le provoca una lágrima pequeña
como una astilla, el poeta es posible
que lo entienda todo de una vez,
la función de los hoyos negros,
la llamada de auxilio de los pulsares,
el corazón roto de una supernova,
la curvatura del espacio y la antimateria.
Porque hace falta llevar un barril de cerveza
y brindar al mutismo de Neptuno,
acariciar con la lengua el brillo del sol
y atraparlo con los dientes como una gragea.
Porque la luna es abundante
en un material precioso y no renovable: silencio.
Por eso la NASA debe enviar
en su próxima expedición a un poeta,
para que todos los demás mortales
que nos quedamos viendo las estrellas
desde nuestra calle, sepamos qué pasa allá
arriba cuando los astronautas
se meten en sus sacos,
después de un día de experimentos importantísimos,
como quien duerme bajo el agua.

 

*

 

Luna de Lorca

 

La luna es una pista de hielo,

los ojos papujados

por una noche de alcoholes.

 

¡Allí abajo andabas, Federico!

 

En esa noche de Granada

en tu casa de campo

con la alcoba abierta.

 

La sierra nevada

te soplaba en el rostro

y te reías de este luno mundo.

 

Por las mañanas mirabas la Alhambra

y el sol pintaba de cal

el barrio del Albaicín.

 

Granada en la celosía de la Alhambra

como un ramo de jacintos

que se cuela por la ventana.

 

Tu río peregrino trazado por la tinta.

Lorca de las alas cansadas.

En tu ventana,

que es un marco para Granada.

 

*

 

 

Ciudad Juárez is not a little soft city

 

Ciudad Juárez es una ciudad canina
ladra en la memoria
con un regimiento de colmillos en el hocico.
He visto a los travestidos
gritar desde una cortina roja
con el cuerpo sublevado.
A los deportados caminar el puente
con la cabeza en alto
mientras planean su regreso al otro lado.
Dicen que esta ciudad es violenta
y no saben cómo aprietan el gatillo
en esta tierra, cómo estrujan
las mandíbulas y los dientes de oro
cuando apuñalan con picahielo.
Odio es el nombre de esta calle.
Es cierto, a veces la nieve detiene
por una tarde el engranaje de la muerte
y se pueden ver atardeceres resplandecientes
en el espejo retrovisor de un yonque olvidado.

 

*

 

El minotauro de Juárez

Bolsas de plástico en el llano como banderas de la desgracia.
La basura alimenta el remolino:
ortigas, polvo, gritos desolados, periódicos, cabello.
La malla ciclónica atascada de basura; a lo lejos, los cerros
pelones, grises, testigos.
La tierra tiembla, la arena rechaza los cuerpos,
la sangre no alimenta;
ahoga, seca la tierra hasta el hueso.
La sangre fertiliza el árbol del miedo.
La sangre no se lava con lluvia, se lava con justicia.
Polvo y silencio en noches sin luna.
Las tinieblas son el párpado que cubre los ojos abiertos
de quienes ya no miran las estrellas.
Un laberinto de alambre y dientes.
El hilo de sangre de Ariadna lleva hasta la boca del minotauro.
Su dieta rigurosa de carne humana.
El minotauro montado por el cómplice Teseo.

 

 

*

 

Insomnia
Una oveja blanca y rechoncha salta la cerca.
Una oveja blanca y gordinflona es trasquilada al saltar la cerca.
Una oveja rapada salta la cerca y cae insertada en un hierro,
sobre un fogón.
Una oveja asada gira sobre un fogón.
Una oveja jugosa es rebanada por un vaquero.
Una oveja asada salta la cerca y cae en un plato de metal.
Una oveja me demanda explicaciones y le explico:
Me fui a la cama con hambre y no hay comida.

 


Martín Camps (Tijuana, México, 1974) es autor de seis libros de poesía, entre cuyos títulos se encuentran: Extinción de los atardeceres (Ichicult, 2009) y Los días baldíos (Tinta nueva, 2015). También es autor de la novela Horas de oficina (Niram Art, 2014) y de las traducciones de Rainbows at Seven Eleven (Eón, 2016) de Luis Arturo Ramos y Parque Industrial: novela proletaria(Samsara, 2016) de Patrícia Galvão. Como ensayista, publicó Acercamientos a la narrativa de Luis Arturo Ramos (Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 2005), Cruces fronterizos: hacia una narrativa del desierto (UACJ, 2007) y La sonrisa afilada: Enrique Serna ante la crítica (UNAM, 2018), y diversos artículos en revistas especializadas como Hispanic JournalRevista de Crítica Literaria LatinoamericanaRevista de Literatura Mexicana Contemporánea, así como capítulos en varios libros sobre autores como Roberto Bolaño, Oswaldo Reynoso, Gabriel García Márquez y José Revueltas. Actualmente es profesor de la University of the Pacific en Stockton, California donde también es Director de Estudios Latinoamericanos.

 

Imagen: Cortesía de https://asitoughttobe.com

 

5 poemas de María Bakun

Una muestra de la poesía de Carolina Biscayart

Presentamos diez poemas de Carolina Biscayart, nacida en Mar del Plata en 1972 y radicada en Bariloche desde 1981.

 

 

El trazo de la expiación

 

Las horas me conducen

a un final

cada una de ellas

precisa de mi destino, de mi misión me digo

como si este acto de escribir fuera por ejemplo vital

la palabra vital me da risa

porque esta hora de vida, cada una de ellas

habla de la muerte todo el tiempo

 

pero cierta expiación de quién

de tantos

pero cierta expiación de quién

atribuye a mi hora

un estar de animal en supremacía

una respiración de ser vivo a secas

el que nace se reproduce  y muere

una ameba con muchas cualidades

con una razón que urge utilizar

 

en estas horas, en las mías

la razón se escabulle

como el humo del palo santo puesto en mi mesa

que no santifica nada

que no detiene el ritual hacia el final

 

la hora se debate

en hacer, en disfrutar

en pensar qué es lo mejor para hacer

en armar una teoría sin grietas

en cuál es el léxico acertado

pero la hora se quiebra

y el vidrio roto deja ahí un trozo agudo

 

en un lugar de mi pecho

ese trozo se hunde

en un lugar sagrado de mis sueños

ese trozo se hunde

un hilo de sangre, un goteo

 

mi razón funciona de maravillas con Don quién

¿hablo de religión?

¿hablo de filosofía?

¿hablo de avatares de psiquiatra?

 

no  no  no

 

hablo un lenguaje inentendible

a solas con mi hora

sin plan

sin deseo

una hora casi muerta

que tiene lugar para que entre

una vaca

un roble

un mar parecido al Egeo

un sueño que dura años

que nunca viví ni viviré

 

el trazo de las horas llama a mi sangre a salir de mí

cada vez que me detengo

soy una mujer a merced de una hora

implacable

que le resta minutos

a esa entelequia llamada futuro

 

debo cerrar las puertas

no preciso la risa fácil

el libro de autoayuda

la razón lapidaria

ni esa forma de tristeza irremediable

que mancha mi hora

hora en la que mi luz entra y sale a su antojo

una luz de color blanco opaco

una luz que no deja ver

pero alumbra

y así llama a esas voces viejas

que me dicen “no podés pedirle poemas a una ameba”

“la razón no entiende la metáfora”

y el trazo de la sangre

en esta hora

que será irreversiblemente parecida a la próxima

es el trazo necesario para otra

al menos

una

palabra.

 

 

 

Lo que no se sabe también fluye

 

En  esta tierra

ingrata

sin memoria del agua

han crecido mis flores

las raíces insisten

y mis hojas esclavas

testigos de la lluvia

que se va sin remedio

reverencian el cielo

son tan necias mis partes

no me dicen su sueño

 

en esta tierra

ingrata

sin memoria del agua

mis flores se abren

con ternura a la lluvia

que nunca nunca

las moja

ni tiene la piedad

de abandonarlas..

 

 

 

Libertad

 

Cómo volver al principio

antes de la palabra

antes del gesto

antes de la caricia anzuelo.

 

Cómo volver a la pureza

a esa flor blanca

salvaje

flotando sobre el río.

 

 

Certeza

 

Cuando te quiero soy

una especie

en extinción.

 

 

 

Reparándome en poesías ajenas

 

En torno a la casa estaban las cebollas. Rostros de turquesa, celestes, frágiles, delicadísimos. Anidaron aquí y allá, moviendo, a ratos las delgadas colas, y las niñas clamaban: Son víboras. En medio de la mesa había un tazón con sangre -yo bien lo vi- y no se sabía de quién.

Marosa di Giorgio

I

Imaginé al hombrecito de Marosa

ya sin alas

ya sin poder de animal

un ser condenado

al pensamiento

 

entonces antes que fuese un hombre

de tamaño natural

con mi escasa motricidad fina

le devolví las alas

se las pegué con un pegamento transparente

 

y  la mariposa voló

hacia arriba, hacia la luz

 

II

Imaginé a los leones de Marosa

esos que rondaban la casa

les abrí la puerta

les di de comer

sus ojos amarillos imitaban el fuego

me senté entre ellos

no temí a sus fauces

no es en la muerte donde radica el sufrimiento

y así, ellos fueron mis gatos

domesticados, les enseñé a mirar mi horizonte

no me tapan el paraíso.

 

 

 

La oca se enamora

También yo arrojo la capa así, también yo chasqueo los dedos ante el destino.

Virginia Woolf

 

Cae en el casillero

el hacedor leyendo el mandato

vuelve diez lugares hacia atrás

el hacedor tira los dados otra vez

avanza dos lugares

vuelve a creer

resucita

oca cisne se nombra

de nuevo la suerte en el tablero

mueven su cuerpo de alas inútiles

hacia el lugar que corresponde

escrita en el rectángulo, una extraña sentencia

el viento la tira hacia atrás

se le entristecen las plumas

de cisne a paloma de plaza

innecesaria y hambrienta

 

Antes de la nueva jugada mira el tablero

ajeno, ajeno

ajeno

el hacedor bosteza antes del próximo paso

sólo queda esperar lo que digan los dados

 

O puede jugar

ella pajarito de dios

a mirarle la cara

a intuirle el pulso

a disfrutar el gesto

del  dueño de los dados.

 

 

 

El poema rebalsa

 

No voy a escribir tus vidas

no soy una servil escribiente

no puedo con las historias “porque sí”

salvo que me remienden

que me hagan chasquear los dientes de frío

que me limpien un poco

como la lluvia a los jardines

salvo que lo que no me estés diciendo

sea mi fruta más sabrosa

o que vea un pedazo de mí en tus palabras

si me acompaso, ya te estoy escribiendo

no puedo hoy

hoy

soy más que suficiente a mi poema

 

cuando pueda historias desprendidas de mí

como hijitos de cactus

esos que crecen solos en tierra con arena

ya sin sed

tal vez haya olvidado este oficio

el de escribir.

 

 

 

Generosidad  cruel

 

hay que atreverse a mostrar el hueso

y a olvidar el alimento.

Antonine Artaud

 

Los  niños lloran

tienen hambre

yo tengo hambre pero no importa

porque los niños la tienen

yo tengo hambre y sé

del tiempo y de la muerte

yo tengo hambre y mi boca es desmedida

mi hambre es la de un niño capaz de comerse

todos estos niños con hambre

de un solo bocado

 

Mi hambre es un secreto

es una culpa virtuosa

es el arma perfecta para alimentarlos

para saber que la vida es algo donde nada ocurre

salvo esta voracidad indecible.

 

 

 

Rezos al caer la tarde

 

Que haya una manta

para cada uno

por si la lluvia

por si la noche

por si la furia

que haya una manta

para arroparse

para esconderse

que haya una manta

cuando la vida

se des-pren-da

de – la – vida

y no sea el hacedor

la muerte.

 

 

 

Ceder ante lo urgente

 

Inevitable el poema

los minutos del poema

el peso de los minutos del poema

la herida, la inercia, la oscuridad

los nombres

los gestos del poema

 

inevitable el cuerpo

su necesidad

lo frágil

el latido

lo inminente, la llaga

la voz gutural, su eco, y otra vez su eco

inevitable el cuerpo

su ser volcánico y anónimo

cuando pierde noción de las puertas

 

Inevitable perder, siempre perder

siempre perder aunque se gane

aunque el amor

aunque se ría a veces

aunque la vida se quiera como es

de inexplicable

 

inevitable lo triste

detrás de la postal, detrás de la pasión

detrás de la entrega más cierta

 

inevitable este continuo desamor con la fe

la esperanza o esas cosas bonitas

y volver a creer cada mañana

y el esfuerzo de volver a creer

cada mañana

y la cicatriz del esfuerzo

inevitable

 

inevitable la noche, el viento

los hijos

los muertos

la madrugada

la lista de cosas por hacer

el té, el guiso, las sobras

y las copas brillando en el mantel

 

inevitable el abrazo

y el olvido

de lo que no olvidamos

 

inevitable el saber

de aquello que se sabe

que no encuentra palabras

y debe derramarse

porque es sentido

 

inevitable el sentido

el desencuentro

y la piedra otra vez

y el dolor en el pie descalzo

para dar de lleno

de nuevo con eso

ni lindo ni amplio ni cómodo

pero cierto

 

inevitable dar

con la piedra

áspera aguda intransigente

esa lápida

acaso

llamada destino.

 


Carolina Biscayart nació en la ciudad de Mar del Plata en 1972.  Desde 1985 vive en San Carlos de Bariloche, Río Negro. Se graduó en Ciencias exactas y actualmente trabaja en la Universidad Nacional del Comahue  en el Departamento de Matemáticas.  Fue becada por el Fondo Nacional de las Artes durante 2007. Coordinó talleres de escritura para adolescentes y actualmente dirige un taller de escritura creativa para adultos en Bariloche. Es autora de los libros de cuentos Invenciones (Ediciones en Danza 2008, reeditado en 2010) y El amor, sólo una idea (Ediciones de Dock 2012). Además  de los libros de poesía  Eso otro se llama luna (El suri porfiado 2014) y La trama que sostiene los jardines (premiada y editada por  EMB, 2016). Textos suyos fueron publicados en diversas revistas literarias y en antologías de narrativa argentinas y extranjeras. Entre otros, obtuvo el Primer Premio Ayuntamiento de Gran Canaria, por Certezas  (poesía, España 2010), Primer premio de Concurso de escritores patagónicos 2007 por Invenciones (narrativa breve). Esta última obra fue seleccionada por CONABIP en 2010, para reedición y distribución en bibliotecas populares.

Fotografía original: Santiago Rey.

5 poemas de María Bakun

Diez poemas de Luis Comis

Presentamos una selección de poemas de Luis Comis (nacido en Buenos Aires en 1971, radicado en Ushuaia, Tierra del Fuego, desde 1990).

 

De Lloviznan (edición del autor, 2017):

 

escribo en el silencio

en el compás de las agujas

que aturden al tiempo

 

***

 

no volverás quizás

pero este poema

estaba escrito

antes que tu ausencia

 

***

 

pienso en los poemas

que no he dicho

en ellos radica el asombro

de la ausencia

 

***

 

la lluvia es siempre vida/

hasta la muerte se moja los pies

 

***

 

un pájaro es una jaula nevada

en él habita el viento del sur

le abriré el pecho hasta que

aprenda a volar

 

***

 

La tensión

no está en el arco,

ni en la cinta elástica, ni

en el instinto entre vivir

o morir de la presa,

ni en la certeza aguda del arquero.

La tensión está

en creer que existe.

 


 

(Inéditos)

 

A la sombra del fagot

 

Hay dos mujeres sentadas en la noche:

Una juega con un dedo en las aguas del abismo;

la otra enreda palabras en los rizos del viento.

 

A la sombra de un fagot destella el silencio atardecer del puerto.

El acorde dibuja con letras de carbón una desnudez.

La pobreza se sujeta al lienzo del artista que ejecutará el ritmo.

 

***

 

Sakura

 

Un pájaro canta

la desnudez del invierno…

A la sombra de la flor

las nubes rosadas.

La fugacidad de lo eterno.

 

***

 

La gota de rocío se abre para medir la soledad

de la otra orilla del mundo…

 

Cae liviana sobre el lomo de una rana

que se sumerge por debajo de la llovizna de abril

y entra al resplandor que ha dejado la noche y el relámpago,

acumulada en las esporas de viento y en las alas de la mariposa azul…

 

Una niña juega en el silencio que hay entre el colibrí y la verbena…

 

Nada será más liviano que el fluir armónico de tus manos y la maleza.

 

 

***

 

“el pajarístico es una lengua transparente y sin palabras”

Juan Luis Martínez

 

el plumaje de los pájaros

lleva el sonido mudo de la nieve

pero no el canto de los pájaros

en sus picos trasladan el sonido

sordo de los árboles que han caído

bosque adentro

pero no el chillido de sus pichones hambrientos

en sus ojos cargan la memoria

de los niños que comen el pan de los pobres

pero no las migajas que alimentan

sus días de invierno de poca liga

en sus patitas sujetan al mundo que grita

cargado de genterío

pero no las raspaduras del ñire

que le brinda generoso la larvalimento

 

los pájaros son puro silencio

que cantan en las pausas del viento

llueven pájaros en cada otoño perdido

en las sombras de la noche

un gato aguarda sigiloso

para dar el zarpazo

en la nada misma

donde anida el plumaje de los pájaros

 

 


 

Luis Comis (Capital Federal, 1971) reside en la ciudad de Ushuaia, Tierra del Fuego, desde 1990. Es escritor y coordinador de talleres y cafés literarios. Publicó: Suaves palabras del alma (2000) Caricias para el amor (2001) Cuidemos nuestra salud (2002) Azul oscuro (2003) Contemplares (2005) Adónde van los niños (2007) Sombras de la memoria (2008) La intemperie (2010) Poemas del mientras tanto (2013) y lloviznan (2017).  Participa en más de 30 antologías en España, México, Colombia y Venezuela y ha obtenido algunos reconocimientos en el ámbito nacional e internacional tanto en prosa como en poesía. 

 

© Fotografía: Paulo Lezcano.

5 poemas de María Bakun

“La hija menor” de María Laura Decésare. Por Paula Jiménez España

 

Una lectura hecha por Paula Jiménez España sobre “La hija menor”, libro de la poeta santafesina María Laura Decésare, editado por la colección Pez Náufrago de Ediciones del Dock (2017).

 

Una vez Jorge Monteleone dijo sobre Hugo Padeletti que su obra plástica era voluntariamente inocente. No se me van estas palabras de la cabeza a medida que avanzo en la lectura de La hija menor. La inocencia, dice un diccionario, es un término que describe la carencia de culpabilidad de un individuo. Creo que es una definición muy a tono con el espíritu de estos poemas que no atinan a encontrar culpables humanos, entre los seres cercanos, a la pérdida o el dolor, porque la pérdida, la muerte, las separaciones forman parte del juego. El final del poema “Amores”, dice: “Pero el amor verdadero/ llegó un tiempo después/ con ojos oscuros/ más vibrantes que la noche. / Mi boca todavía tiembla/ cuando repite su nombre”. Es decir: no es él el que se fue, no es él mi amargura, este dolor es mío. “Por fin, esta desgracia es mía”, escribió una vez Claudia Prado, como si ese reconocimiento fuera el primer gesto de emancipación. Con  esta apropiación el yo lírico acepta las reglas, acepta que la oscuridad viene con la luz, la muerte se baraja con la vida.  María Laura pone el foco en la luz, echa un manto benévolo, inocente, sobre ese pasado que mi generación re significó, muchas veces a través de un mal psicoanálisis, dando aquí y allá con culpables de las frustraciones personales, encontrando autoindulgencia. María Laura, que también es de mi generación, parece rechazar el vicio tentador, rebelarse a ese desplazamiento. Como la buena budah que es en la vida y que se expresa ya desde su primer libro, hay una cierta complejidad del alma, fantasiosa e indómita, en la que sabiamente parece preferir no hurgar, una hojarasca a la que no atiende, por eso estos poemas tienen una apariencia ingenua, como los haikus o incluso pienso en ciertas exaltaciones de Kavafis, encarnan una suerte de alabanza sencilla al amor, como también hacia el entorno natural. En el poema “Tardecita en Caseros”, que me toca de cerca porque yo soy de ese mismo barrio del Oeste y esta es una de mis coincidencias con Laura además del cine oriental, la autora dice: “Baja un poco el sol y llega al jardín/ el colibrí aleteando sobre el regador, / en lo alto una avioneta hace círculos, / vuelvo los ojos y veo a mis padres/ tomando mate en el banco de siempre. / El humo del cigarrillo de papá se confunde/ con el claro de luz, mamá me mira/ y yo no puedo hacer otra cosa/ que celebrar esta ilusión primaveral”. Llanos, a veces contenidos, pero siempre intensos y con relieve sensorial, en estos poemas gana la grandeza de lo simple, lo suave que se muestra con contundencia. Dice en “Veranos en Junín”: “Sin mamá ni papá a la vista/ salíamos con mis hermanos/ a la hora de la siesta/ buscando esos duraznos maduros. / Mi poca estatura no me permitía/ alcanzar el árbol/ por eso me entretenía/ saltando hasta derribar alguno. / Guardo una foto nítida/ con el brillo de esas tardes/ para aquellos días en que siento/ la urgencia de un abrazo”. Con  La hija menor María Laura Decésare va a buscar escenas a las raíces históricas familiares y también a su propia adultez, a los momentos de soledad en los que el corazón vacío de impurezas  puede hacerse escuchar mejor, sobre todo a la hora en que cantan los pájaros. Tantas veces cantan los pájaros en estos poemas, tantos desvelos los de ese yo íntegro, despojado, que le presta oídos al silencio del cual es hija esta poesía. Por ejemplo, en “Certeza”, dice: “Una noche más un pájaro/ me regala su canto/ y con mi desvelo pienso en él. / Tan cerca en su silbido/ ¿busca la noche un milagro?/ Por su silencio repentino/ y en la extrañeza del instante/ nos une la misma fe”.  Esa hora, la madrugada, es en la que todo empieza, es una hora también raíz como la familia, pero raíz del día, el momento en que el tren llegó a Rufino trayéndole al padre la presencia de la amada que más tarde será madre. En el poema “Carta fechada en marzo del 55” (no cualquier año para la historia argentina) dice: “Ella en Rufino, él en Alianza/. El reencuentro asoma/ como un tren que llega a la estación/ de madrugada”. Esa misma hora es la del último cigarrillo, como en ese poema en que el yo fuma y escucha desde la cama a los vecinos volver de una fiesta por el pasillo del edificio, jolgoriosos van los otros, vale decir, acompañados. Además de fumar, María Laura levanta su copa, brinda, parte el pan y comparte las pastas del domingo en los versos de La hija menor donde la suma de escenas gozosas, cotidianas, retienen lo que se tiene en fuga, fijan lo errante como diría Marosa Di Giorgio, lo que andaba dando vueltas por ahí sin ser dicho, y también desatan lo fijo, lo que no parecía tener otra dimensión más que la que tuvo entonces, cuando la cosa sucedió. Los recuerdos de infancia, de los que Rilke diría que son una fuente infalible de inspiración, adquieren movilidad cuando la poesía los toca. El trabajo de la escritura, digo yo, es armar una suerte de Frankestein al unir partes, percepciones disímiles, e insuflarles otro tipo de vida. Virginia Woolf, escribió en Orlando que la poesía es una costurera que junta retazos de aquí y de allá. Es así como se componen libros como este, una suerte de álbum fotográfico que no respeta cronología. Aunque sí, no se le puede negar la voluntad de reconstruir la historia a estos poemas, a esta hija menor que es la voz de la familia, la encargada de apagar la luz cuando todos se hayan ido, la que sobrevive a la novela familiar.  En otras épocas, era la menor la que se quedaba velando por la madre, en este libro esa que vela es la poesía, guardiana de una historia a la que mantiene a salvo de los peligros del mundo y del olvido. Dice María Laura en el poema “De madrugada”: “La niña que fui/ vuelve con la noche,/ me toma de la mano/ y pide que cierre los ojos/ oigo el ladrido del perro/ un movimiento de sillas/ y la voz de papá./ No abras los ojos, insiste/ la niña y siento una caricia/ sobre mi pelo negro,/ tiemblo al reconocer/ ese olor familiar./ No te vayas, murmuro/ no me despiertes”.

Paula Jiménez España

 

Dos poemas de La hija menor

 

Con sus manos

 

Papá hizo grandes cosas:

de la tierra levantó nuestra casa

y aunque no tuvo doctorados

fue un experto haciendo radios.

Las hacía de todos los tamaños.

Mamá cuenta que leía

folletos y manuales con entusiasmo

e incluso un día

la sorprendió haciendo un televisor.

Él sabía bien de oficios

y sus manos fueron el instrumento,

tenía el don de dar forma

a lo minúsculo

como esa radio que tengo frente a mí

y a la que observo con puro gozo

de haber visto

lo que un padre es capaz de hacer.

 

Primavera

 

Todo lo que veo

todo lo que sueño

me lleva al mismo lugar:

un jardín de color intenso,

pájaros picoteando el pasto

y un colibrí que baila

sobre el regador.

El cielo azul del atardecer

y mi madre en la silla

mirando a papá,

así como se mira

aquello que se ama.

 


md

María Laura Decésare nació en Rufino, provincia de Santa Fe, Argentina, en 1969. Reside en Buenos Aires. Estudió Ciencias de la Comunicación y es Técnica Superior en la Corrección de Textos. Publicó los libros de poemas: La letra muda (Ediciones del Dock, 2010), Vida de gatos (Ediciones del Dock, 2012 – reeditado en 2015) y Somos lo que damos (Ediciones del Dock, 2015), La hija menor (Colección Pez Náufrago, Ediciones del Dock, 2017). Integra la antología Décima Convergencia Internacional de poemas “JUNÍNPAÍS2011” (Ediciones de las tres lagunas, 2012). Sus poemas fueron publicados en diferentes medios y revistas gráficas y virtuales de Argentina, Chile, México, Colombia, España y Estados Unidos. Recientemente, poemas del libro Somos lo que damos fueron traducidos al francés, portugués y al italiano. Administra el blog La letra muda: http://mldecesare.blogspot.com.ar/

Fotografía: Nacho Gatica.

 

paula-jPaula Jiménez España nació en Buenos Aires en 1969. En poesía publicó, entre otros, Ser feliz en Baltimore, La casa en la avenida, La mala vida, Espacios naturales, Paisaje alrededor, El corazón de los otros, Terrores nocturnos. En prosa publicó Pollera pantalón / Cuentos de género. Recibió distintos premios provinciales y nacionales y fue traducida al italiano y al inglés. Desde 2008 colabora con “Soy” y “Las 12”, suplementos del diario Página/12. Dicta Talleres de escritura y de lectura grupales e individuales.

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