Urbanización X

Urbanización X

Marta López Luaces nos comparte un fragmento de su nuevo libro Urbanización X:

Urbanización X 

 

En un artículo para la New York Review, el premio Nobel de economía Amartya Sen estimó que en Asia faltaban alrededor de cien millones de mujeres debido a los infanticidios, los abortos selectivos y la inadecuada nutrición de las niñas. Sen llamó a esta masacre “las mujeres desaparecidas de Asia”.

 

Antiguamente, [en Tailandia] las hijas se vendían cuando había problemas económicos graves en la familia… Ahora los padres se vuelven locos por comprar bienes de consumo…; con el dinero de la venta de una niña se puede comprar un televisor.” La nueva esclavitud, Kevin Bles

 

“… el endriago utiliza la violencia como medio de supervivencia, mecanismo de autoafirmación herramienta de trabajo reafirma su virilidad demostrando su capacidad de hacer cualquier brutalidad.” Capitalismo gore, Sayak Valencia 

 

“Aquí [la frontera de Estados Unidos y México] convive el capitalismo extremo con la corporación plutocrática, monopolística, global, concentración especulativa y predatoria, fundada en la maquinaria militar y en los medios de comunicación.” La máquina feminicida, Sergio González Rodríguez

 

Alemania: 139 femicidios en 2021

Estados Unidos: 2991 femicidios en 2019

España 49: femicidios en 2022

México: 1.199 femicidios en 2019

Rusia: 14.000 femicidios en 2018

Argelia:7.000 femicidios en 2018

 

página@blog.urbanizaciónX

Grupo Privado

 

PedroV@urbanizaciónJ

16:12hrs

 

A esa cabrona tendrían que hacerle lo mismo que les hacen a todas esas mujeres. A ver si así aprendía. Todos los días aparecen cuerpos destrozados en los territorios fronterizos y ya nadie se escandaliza.

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Antia@urbanizaciónX

Administradora de la página 

16:30hrs

 

Como administradora de esta página aviso que de ahora en adelante se borrarán todos aquellos comentarios que contengan amenazas o insultos. Por falta de recursos, sólo se consignarán tres o cuatro respuestas a cada posteo; las restantes se podrán ver en el archivo.

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Uxía@urbanizaciónD

8 de agosto del 2099 

16:02hrs

 

A veces leo lo que escriben de mí en las redes. ¿Curiosidad? ¿Morbo? ¿Autocastigo? No sé. Pero de vez en cuando siento la necesidad de entrar y mirar. He leído vuestros insultos, vuestros intentos de disculparme, vuestras muestras de comprensión o rechazo. No me importan mucho vuestras opiniones, pero por alguna razón, necesito leerlas. Un grupo de residentes de las urbanizaciones privilegiadas confunde con empatía su condescendencia hacia lo que hice, mientras los habitantes de las urbanizaciones medias confunden su rechazo con responsabilidad. Sólo la población de las urbanizaciones marginales, como la de la X, no me censura. Allí donde quedan muy pocas mujeres, quedan muy pocas esperanzas. La desesperación es muy comprensiva y, por eso mismo, muy cruel. Sé que las pocas mujeres que residen por esas áreas no me juzgan, aun cuando no hubiesen actuado como yo. La sobrevivencia impone su propia moralidad: nuestro siglo nos ha convertido en cuervos. 

 

El exilio, la emigración, el destierro son todos destinos despreciables. Nuestra enajenación comienza con el vacío sentimental y continúa con la alienación de nuestra existencia. Hoy yo también conozco ese estado de extranjería, ese sentimiento de desarraigo, que se ha instaurado en la población en este final de siglo. Asfixia. No lo digo a modo de disculpa. Podéis acusarme, amenazarme, insultarme, si eso os hace sentir mejor. No me importa. No creo ser más culpable que cualquiera capaz de sobrevivir a los sucesos de nuestro tiempo. Me recrimináis por las redes. Me acusáis. Me llamáis desleal. Pero entre todos construisteis mi traición. Todos somos culpables. Todos somos traidores. Esta es la sociedad que hemos creado. No hay mayor verdad que la traición. Hoy, la única realidad que existe se basa en la mentira, pero no por eso es falsa. 

 

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Moia@urbanizaciónX

19:20hrs 

 

No estamos condenados a inmolarnos, aunque la Administración nos haya convencido de que es inevitable. Amabel proclamaba la salvación de la tierra y eso ya no conviene económicamente.

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DavidS@urbaniaciónG

19:27hrs

 

Los empresarios crearon la organización global más poderosa de la historia. Y sin embargo no pueden o no quieren detener la autodestrucción. No entiendo.

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Bernard@UrbanizaciónD

19:28hrs

 

La gente se olvida de que el endeudamiento de las naciones hizo que, para salvar la economía internacional, el FMI y el OMC vendieran países enteros a las empresas. La Administración nos salvó de la miseria. La destrucción del planeta comenzó antes de que la Administración tomara el control mundial.

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Uxía@urbanizaciónD

11 de agosto del 2099 

19:00hrs

 

Es fácil juzgar. Hacedlo. Os sentiréis superiores. Inocentes. Culpad a un ser humano para redimiros. Pero entre todos construimos la trama de mi historia. Hemos normalizado el mal: la agresividad, el egoísmo y la violencia son parte de nuestra cotidianidad. El mayor entretenimiento es la violencia. La muerte se ha introducido en nuestro deseo. Sólo la Comuna se opondría a este régimen. Al principio la Administración no se preocupó. Los creyeron inofensivos: jóvenes aburridos que en cuanto encontraran un empleo y tuvieran que mantener a sus hijos dejarían ese idealismo activo por uno de palabras y opiniones. La SIS, el aparato de seguridad de la Administración, se equivocó. La Comuna tendió la mayor red de células de transformación social de la historia. Hizo uso de la dark web para introducirse en los chips personales de los habitantes de la tierra. A diferencia de hoy día, la Comuna empleó el viejo sistema TOR. Ya casi nadie lo usa y por eso mismo sus miembros pudieron esconderse sin levantar sospechas en toda la maraña informativa en la que vivimos. De este modo y así como fue pasando el tiempo, la Comuna se popularizó no solo entre las poblaciones marginales, sino también entre las medias. La Administración respondió clasificándola de grupo terrorista. Amabel, Antia y Gia ingresaron a la Comuna sabiendo muy bien qué peligros implicaba. Yo no soy culpable de las decisiones de otros.

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Catherine@urbanizaciónJ

19:43hrs

 

La Administración es un gobierno corporativo, solo se preocupa por el bienestar de los accionistas. Para sus empresarios somos datos de compra y venta. Es verdad que Uxía no es la única culpable de la desaparición de Gia y Amabel.

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Sonia@urbanizaciónG

19:30hrs

 

Primero nos acostumbraron a prescindir de cualquier tipo de privacidad para después controlarnos con la propia información que proporcionamos a través de los chips personales. Amabel, con la ayuda de Gia, desarmó el órgano de seguridad de la Administración arrebatándoles el control de los chips. Por eso la desaparecieron; sin ti, Uxía, nunca la hubiesen encontrado.

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lanaranjamecánica@urbanizaciónX

20:08hrs

 

Dejar la noito de la humanidad. Derrumbemos los schestos impuestas a la imaginación de la no-cracae.

 

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Uxía@urbanizaciónD

19 de agosto del 2099 

13:28hrs

 

En la urbanización X, la noción de espacio y tiempo es otra. Se evita toda rutina. Es peligrosa. Se vive con temor. La población no repite sus actividades diarias. Se trata de hacer la mayoría de las actividades en línea: la compra, la educación y los juegos de los niños. La violencia se ha normalizado. Casi ya no quedan mujeres. Las pocas que residíamos allí pertenecíamos de alguna manera al líder del cartel de la X; ya porque éramos familia, como yo, o porque trabajaban para el cartel, por lo general como prostitutas. Hace tiempo que ser mujer en la X se ha vuelto peligroso.

Gran parte de la X ha sido arrasada por las inundaciones, los incendios, las sequías y otros desastres naturales. Desde niña sabía que la crisis ecológica, ya entonces imparable, transformaría la urbanización en otra área inhabitable del planeta, tal como ya lo eran las urbanizaciones Y y Z.  La falta de medio –de agua, en particular–, ha permitido que pequeños incendios se transformen en tragedias. Los vecinos tratan de apagarlos con lo que tengan a su alcance: sábanas, toallas, trapos… Pero pocas veces resulta efectivo. Así muchos se vieron obligados a residir en sus calles, donde sólo sobrevivirían unas semanas. Los pocos que tienen la suerte de tener un empleo, por lo general es teletrabajo. Si tienen que ir a la oficina, no toman el mismo camino dos jornadas seguidas por miedo a que los sigan y los secuestren. En la X, las relaciones de amistad y de noviazgo se hacen mediante avatares. Se evita salir a la calle; es arriesgado. El clima de violencia se respira en el aire. Los residentes piensan el espacio y el tiempo a partir del riesgo que implica cada actividad en un momento y en un lugar específico. Son prisioneros en sus propias casas. Los desamparados, los mendigos y los sintecho no sobreviven más de un par de semanas; son asesinados por diversión. 

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 Moia@urbanizaciónX

      14:00hrs

 

La falta de los recursos básicos y la recurrencia de las pandemias sirvieron como lógica para hacer de los países urbanizaciones amuralladas, lo que llevó a la deshumanización de una gran parte de la población mundial. Uxía, tú eres parte de ese proceso, solo que no eres su víctima sino una de sus beneficiarios. Tuviste miedo de perder esa ventaja.

 

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TomB@urbanizaciónD

                 14:37hrs

En el siglo XX, con la caída del muro comunista, los empresarios, los llamados CEOS, comprendieron que ya el capitalismo no necesitaba la democracia para crecer y enriquecerse. Ahora, los que residimos en las urbanizaciones medias queremos ignorar lo que ocurre en las bajas para no sentirnos responsables de lo que ocurre más allá de nuestros muros.

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Dorothy@urbanizaciónG

15:02hrs

Cuando un presidente corrupto, Nixon, inició la economía financiera, comenzó el proceso de   dividir la población mundial según su valor económico: las mujeres siempre han sido el grupo con mayor pobreza el mundo.

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Sam@urbaniaciónE

15:16hrs

 

Tendrían que concientizarse económicamente y volverse productivas; de lo contrario, no podrán continuar quejándose como siempre lo han hecho. Deberían dejar de lamentarse tanto y empezar a actuar.

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Uxía@urbanizaciónD

21 de agosto del 2099 

12:28hrs

 

En la X se crean y se esparcen rumores de los habitantes de la urbanización A. Se asegura que sus residentes son clones de los primeros empresarios que reorganizaron el sistema económico y, con él, la geopolítica del planeta. Otros piensan que los ejecutivos de la A han podido vivir hasta los doscientos años. Mas aún, creen que la medicina ya ha avanzado tanto que los primeros ejecutivos que reorganizaron las urbanizaciones aún viven en la A, gracias a algunas píldoras milagrosas. Otros, sin embargo, creen que lo que las pantallas nos muestran de la A es pura mentira, son deepfakes. El poder de la Administración es omnipotente o eso es lo que la mayoría de la población ha querido creer. Los rumores, independientemente de los datos, han servido para darles a sus ejecutivos un estatus de dominio absoluto. 

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Max@urbanizaciónD

14:05hrs

 

La esterilidad cultural y la desinformación fomentaron rumores conspiratorios. Hoy la superstición es información. La Comuna, con la ayuda de Amabel y Gia, creó el único algoritmo que pudo desbancar toda esa desinformación. La Administración no podía permitirlo. Nadie me va a hacer creer que la Comuna es culpable de sus desapariciones. Eso es lo que quieren que creamos. Uxía miente para que culpemos a la Comuna.

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  Paul@urbanizaciónF

  17:21hrs

 

  El siglo XX proclamó la muerte de las ideologías sólo para verlas resurgir en movimientos   

  populistas. Hoy vivimos las consecuencias. 

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  Michelle@urbanizaciónG

  18:03hrs

 

  Se dejó de creer en Dios. A veces me parece que la necesidad de creer en una realidad que  se nos escapa nos hace tan religiosos como eran antes quienes creían en Dios. 

Repuestas

Ana@urbanizaciónD

19:00hrs

 

No entiendo. ¿Te puedes explicar?

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Uxía@urbanizaciónD

22 de agosto del 2099 

14:12hrs

 

En la X, las nuevas y las viejas epidemias –cólera, tifus, tuberculosis, covid, polio, malaria—- y la falta de higiene ha reducido el promedio de vida casi a la mitad. No así en las otras urbanizaciones. Es verdad que los centros pudientes hoy viven unos treinta años más que en el siglo pasado. Esto no es por ninguna píldora milagrosa, como se cree en la X, sino porque la tecnología de los chips personales de alta gama detecta cualquier enfermedad antes de que se vuelva una amenaza. Esas aplicaciones, demasiado caras para la mayoría de la población, les han alargado la vida unos treinta años a aquellos que pueden costearse esos tratamientos. Las cámaras sensibles que rodean a las urbanizaciones de la élite detectan y detienen cualquier virus a punto de alojarse en una persona. Así, protegen de la A a la E de las epidemias que tanto han afectado a los habitantes de las urbanizaciones pobres. Hoy en día es común que los residentes de la D y de la E lleguen a los 110 años, se dice que los habitantes de la A y B llegan a los 120, mientras que en la X el promedio de vida no pasa de los 49 años. Hoy ya sabemos que el dinero implica salud. Pero ya a nadie parece importarle. En un principio, todos quisimos creer que, las ventajas de la tecnología nos beneficiarían a todos. Ahora sabemos que no es así.

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Bob@urbanizaciónE

14:35hrs

 

Según la información que recibimos, la gentrificación mundial es un éxito, aun cuando la miseria mundial ha crecido. La verdad, no lo entiendo.

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Vivian@urbanizaciónD

14:48hrs

 

Los ejecutivos, los CEOS, les ganaron el pulso a los líderes políticos cuando se hicieron cargo de la narrativa cultural. Hoy los reverenciamos como antes se reverenciaba a la antigua monarquía o a las estrellas de cine y videojuegos.

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Gabi@urbanizaciónF

15:15hrs

 

Hay demasiada gente. Las máquinas —robots, ciborgs, 3D réplicas, los brazos electrónicos…— le sacaron el trabajo a la mayoría de los habitantes del planeta. Necesitamos reducir la población.

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Uxía@urbanizaciónD

23 de agosto del 2099 

21:18hrs

 

Las urbanizaciones pobres atraen gran cantidad de prófugos que se saben a salvo en sus barrios: asesinos, sicarios, secuestradores, violadores y todo tipo de narcotraficante han hecho de sus calles una contienda. Los niveles de sadismo que muestran los cuerpos arrojados a los basureros dan prueba del proceso de deshumanización de sus residentes. Los muchachos que desean pertenecer a alguna pandilla escogen a mujeres jóvenes y pobres —se consideran víctimas de bajo riesgo— para demostrar su capacidad de crueldad. Las autoridades no gastarán recursos para encontrar a los asesinos. Nadie, fuera de sus familiares, si los tienen, las echará de menos. Después arrojan los cuerpos destrozados en la plaza de la X o de alguna de las otras urbanizaciones marginales. Esa es su firma. De este modo, demuestran que pueden ser parte del poder de esas barriadas. Luego vendrán los copycat. Y cada asesinato se reproduce en dos o tres más. Nadie se escandaliza. A nadie le importa. El desdén colectivo hacia los grupos vulnerables, de algún modo, los hace culpables del crimen que se comete contra ellos. En todas las urbanizaciones bajas, la impunidad se ha transformado en un gran afroasiático: atrae a asesinos, delincuentes y prófugos de toda índole. Se saben protegidos por la indiferencia de las autoridades. 

 

Sólo mis padres le darían un descanso a una población sobrepasada por el terror. Pusieron fin a la guerra territorial entre los diferentes carteles, defendieron sus territorios de los criminales, y prohibieron todo tipo de delincuencia en las calles protegidas por ellos. Si alguien se atrevía a incumplir sus normas, las consecuencias se hacían ver inmediatamente. El cuerpo del transgresor aparecía en el basurero público. Por cruel que suene, eso trajo calma y seguridad en algunas partes de la urbanización X. La población se lo agradeció con su complicidad.

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DoloresPi@urbanizaciónD

23:12hrs

 

La Administración debe volver a potenciar la educación pública. Así pondríamos fin a esta barbarie.

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Sam@urbanizaciónD

23:18hrs

 

Esa ideología es de otro siglo. Seamos realistas, por favor… Si quieren progresar, que trabajen.

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Demitris@urbanizaciónF

23:22hrs

  

¿No ven que es eso mismo lo que está haciendo Uxía con esta página? La está manipulando para su propio beneficio. ¿Por qué la seguimos leyendo?

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Marta López Luaces (A Coruña, España 1964) obtuvo su Ph D en 1999 por New York University. En prosa ha publicado la novela, La virgen de la Noche, Los traductores del viento,  galardonada con el premio  International Latino Book Award, El placer de matar a una madreUrbanización X . Dirige el ciclo de lecturas de poesía bilingüe de la biblioteca de Nueva York, Jefferson Market. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Distancia y destierros (1998), Las lenguas del viajero,  la plaqueta Memorias de un vacío, Los arquitectos de lo imaginario y Después de la oscuridad . Como traductora al español ha colaborado con revistas de Latinoamérica y España La editorial Bertleby publicó en 2011 su traducción de  la obra  de Robert Duncan titulada Tensar el arco y otros pomas, en 2019 Vaso Roto publicó su traducción del libro de poesía de la pintora estadounidense Dorothea Tanning, titulado Tabla de contenido y la editorial Valencia Contrabando acaba de publicar Y por ejemplo traducción del libro And For Example de la reconocida y galardonada poeta estadounidense Ann Lauterbach.

Botella imposible

Botella imposible

A continuación, un fragmento de la última novela del poeta y narrador Ricardo Añez Montiel: Botella imposible (Luba Ediciones, 2024).
 
BOTELLA IMPOSIBLE (fragmento)
 
1

El niño siempre quiere huir. No soporta estar demasiado tiempo en un solo juego. Por eso no tolera las largas noches de los adultos, a la sombra de los adultos, lejos de sus juguetes. Le desespera la prolongación de esa seriedad, de esa estructura edificada en torno al ocio adulto… Por eso, el niño va afuera, pide retirarse a inventar algún juego lejos del salón y de lo solemne, ahí entre los grillos y los árboles misteriosos de su imaginación.

¿Por qué bebo? Porque busco al niño en mí.

Hay quienes prefieren la abstinencia, y buscan a su niño en los otros adultos, o corrompen al niño que es niño: su descendencia. Por lo general, es gente que compite por tener la razón. Raras veces divaga o alienta la deriva, y se comporta más como un evangelista televisivo que como una personalidad auténtica que no bebe, que ha sabido convivir con su niño, que no necesita vociferar (rasgo distintivo de este tipo de abstemio: la vociferación de una supuesta ejemplaridad. Y de creerse blindado a las recaídas, con el favor de Dios).

“Y, como muchos bebedores, vivía del azar” (Joseph Roth).

¿Por qué bebo? Para vivir del azar. Y porque la mayoría de la gente no entiende cuando expongo a mi niño en sobriedad, ni yo los entiendo a ellos cuando se esmeran en callarlo, y yo he bebido para ver si de ese modo lo escucho. El azar. El abstemio que compite por tener la razón rehúye del azar; es decir, no deja salir a su niño. En ese sentido, el abstemio (o este tipo de abstemio) está doblemente perdido: es un adulto sin infancia prolongada y sin botella, un pedazo de carne sin ternura, un cuerpo sin máquina del tiempo.

Sólo cuando sepa convivir con mi niño sin callarlo, dejaré de beber. Pero eso no significa que me cure, porque “nada en el mundo da tantas ganas de tomar whisky como contar sueños o evocar la infancia” (Abelardo Castillo).

La culpa

La culpa es del recuerdo, dijo una vez un borracho.
La culpa es del recuerdo que viene sin mi voluntad, dijo una vez otro borracho.
La culpa es que el recuerdo que me viene está intacto, es presente hambriento, espinoso y feroz…
La culpa es que la acción sigue viva, o que no ha podido morir en el recuerdo, o que no he podido matarla porque si la mato me quedo sin recuerdos, y sin recuerdos yo no podría beber.
La culpa —contestó la voz de una sombra— es la del ejercicio de recordar y proyectar al mismo tiempo, la de sostener en el tiempo la identidad propia y la ambición quizás no tan propia. La culpa es la del deber para no morir. La culpa es saber que estamos muertos y fingir sobrios que nos estamos salvando.

El borracho, por más hundido que esté en sí mismo, conoce su imposibilidad, sus frustraciones y sus heridas. En efecto, bebe porque reacciona. El borracho al menos reacciona; muchos abstemios no. Beber es una forma de huida, porque nos duele recordar y vivir. El abstemio, el sobrio que compite por tener la razón, dirá que no sabemos recordar y vivir. Implantar el concepto de “aptitud” en los que beben es típico lugar común de los que no lo hacen. También es lugar común el no reconocer las incomodidades insondables, el existir rodeado de materia oscura.

¿Por qué bebo? Para combatir el vértigo del tiempo, el que solo los niños saben ignorar.

El alcohol es el juego del niño ausente, es decir, del adulto que ha dejado de jugar como niño, y fuerza su soledad porque cree merecerla. Es más, quien bebe abusa de cierto hikikomorismo mental: las angustias se le acumulan como desechos irreconocibles (¿como juguetes averiados?), porque hay algo que le impide hacerse cargo del orden.

“Los niños nunca olvidan. Los niños nunca olvidan” (Virginia Woolf).

El alcoholismo, independientemente de su grado de afectación, es un estilo literario en sí mismo, quizás el más impredecible y el de mayor libertad: la borrachera confunde el día con la noche, funde la oscuridad y la luz, ronda la tensión en cada paso, ríe sin razón aparente, dice lo que pocos se atreven a decir. Y disgrega; como su tambalear errático y su balbuceo de lengua, disgrega reordenando el tiempo y el espacio, inventando un mundo nuevo que a los sobrios escandaliza. Quizás, para el bien de la literatura, lo ideal sería escribir siempre como borracho, como borracho que sabe que mañana despertará sin resaca, y de ese modo poder continuar. Pero, ¿es suficiente con escribir?

“Cuando la autodestrucción entra en el corazón, al principio parece apenas un grano de arena. Es como una jaqueca, una indigestión leve, un dedo infectado; pero pierdes el de las 8:20 y llegas tarde para solicitar un aumento del crédito. El viejo amigo con quien vas a comer de repente agota tu paciencia y para mostrarte amable te tomas tres copas, pero el día ya ha perdido forma, sentido y significado. Para recuperar cierta intencionalidad y belleza bebes demasiado en las reuniones, te propasas con la mujer de otro y acabas por cometer una tontería obscena y a la mañana siguiente desearías estar muerto. Pero cuando tratas de repasar el camino que te ha conducido a este abismo, solo encuentras el grano de arena” (John Cheever).

Yo no soy un alcohólico

¿Timidez general como consecuencia de tu desconfianza a los grupos? ¿Tu desconfianza a los grupos como consecuencia de la disolución familiar? ¿Desconfianza de lo que puede hacer un hombre sobrio con su vida sin considerar la de los otros? ¿Que el niño perdido sea finalmente un monstruo perdido? ¿Que sea esta la única manera de forjar anécdotas? ¿Que te crees incapaz de forjar anécdotas, de forjar recuerdos, porque temes cagarla y cagar a los demás? Antes, cuando iniciaste, disfrutabas del trayecto. Ahora sólo te interesa el efecto (¿viene aparejado con la edad?). No bebes por la mañana (nunca lo intentaste ni lo hiciste), es en la noche la incontrolable sed. El día se termina y quisieras volver a empezarlo, pero de otra manera, recuperarlo de la manera en que recuperarías tu infancia, que quisieras que empezara ahora mismo con el efecto fulminante del exceso de vasos. Pero, momento, ¿no estarás embaucando al lector? Te repites: yo no soy un alcohólico, yo no soy un alcohólico… Pues los alcohólicos beben con el desayuno, en los baños ajenos, a toda hora y con todo el dinero que se requiera para saciarse.

En algún momento llegué a pensar que beber me hacía más elocuente, y más atrevido en la acción. Pero luego exageraba las acciones. Todo se volvía una pirueta desmedida que acababa en el ridículo, en la rodilla golpeada, en la cabeza fundida (¿es este un libro de autoayuda? ¿Es este un libro infantil?). ¿Hubo goce? Sí… Pero también oportunidades perdidas, como consecuencia de la cámara rápida. Y porque me bastaba con mi amigo imaginario que no era otra cosa que mi soledad. Beber hace que la soledad nos acompañe sin herirnos; nos amiga con nuestra solitaria soledad, es decir, con nosotros mismos. Pero es un desdoblamiento precario que demanda culpa disfuncional e ibuprofeno. Se bebe esperando el colapso equívoco. La venganza a la que se aspira es la del mártir.

¿Se puede escribir borracho? No. Al menos no materialmente.
¿Se puede escribir con resaca? Dicen que Cortázar podía. Yo no.
¿Qué se persigue al beber? Perderse. La libertad sin límites. La sensación de perderse y la libertad sin límites. La sensación…
¿Con qué habría que enfrentarse sin alcohol? La integralidad de la vida (¿?). El niño que siempre hemos sido. Lo irreparable que ese niño nos entrega para comprender y proteger. El ideal de todo lo anterior.

Se bebe también para distraer la pobreza, las desatenciones del Estado, el duro invierno en la intemperie. Diego, por ejemplo, se calefacciona con vodka. Duerme en un colchón en la entrada de un local de mamparas y herrajes, con una colcha delgada que no le llega a los pies. He oído de algunos vecinos: “Hay que llamar a la policía”. ¿Existe acaso la vereda radiante? ¿La estufa a gas en las vidrieras o fachadas? Ven la Nikov de litro, y nada más. ¿Reconocerán estos al menos su sistema, que contempla la limpieza y el orden y hasta una feria de libros que parece crecer con los días, que también consultan otros hombres de la calle? No es lo mismo la sobriedad que la lucidez. Yo vi a las mejores mentes de mi generación destruidas por la sobriedad. Aunque también por la lucidez, pero estos al menos bebían…

Gran parte del problema (diríase en general) son las vagas asociaciones. Como cuando era adolescente en Maracaibo y al tatuado se le asociaba a la droga. Hoy no me extrañaría ver monjas tatuadas, pero en aquel entonces había esos axiomas en la sociedad maracaibeña. Y era raro (o más bien evidente), porque al que bebía solo se le aislaba, se le condenaba al ostracismo, como a un criminal peligroso. En cambio, cuando se trataba de festejo burgués de whisky traído del puerto libre, aquello era pura clase, borrachera de la más distinguida. Este es un tipo de sobrio: el que, cuando bebe, bebe caro y con determinadas comodidades. Es el que bebe a todo dar para que lo miren y admiren. Es un tipo de sobrio, por demás, predecible, porque sus borracheras acaban siempre en lo mismo: bailoterapia y sospechoso homenaje a la mujer.

“La gente que no tiene sentido del humor debe tomar agua mineral, te lo digo por experiencia” (Abelardo Castillo).

Si algo me atrae poderosamente de los borrachos es su relación de no hobby con el alcohol. Es más, ¿por qué bebo? Porque detesto profundamente la noción de hobby. Por eso, en parte, me excedo, porque me tomo el alcohol como algo performático, una declaración de principios en contra del hobby (¿no juegan acaso los niños en serio?). Sobre esto, sobre juegos que son tiempos fuera del tiempo, y que la gente prefiere llamar hobby, indaga Mauricio Kartun: “¿Por qué hobby? Porque el sistema, el capitalismo (…) no te va a permitir nunca adoptar la hipótesis de que lo importante en la vida pasa en realidad por el tiempo abolido y no por el productivo: lo importante pasa por el tiempo productivo; el tiempo abolido para este sistema no es otra cosa que un premio, ese pequeño espacio que vos disponés para recuperar energía, tiempo, limpiar la cabeza, despejar…”. No recuerdo quién dijo que todos debiéramos escribir para dejar de beber. Pues, nada ocurrirá si lo hacemos como quien solo juega tenis los domingos, y si en la relación con el juego no media la pasión y el absurdo, sino cierto deber social de la actividad cumplida. Y de la vida ordenadamente compartimentada… Hay quienes beben la realidad en frasquitos separados: trabajo, amor, hobby… Y hay quienes vierten esos frasquitos en un vaso con hielo, lo mezclan y se lo beben de un sorbo una y otra vez hasta la total dilución. En parte, quien bebe es un ser abrumado, alguien capaz de oír el chirrido de cada pieza de lo real. Suele percibir simultáneamente; y suele admitir, como en la sesión de juego de un niño, la crueldad y la inocencia, el horror y la bondad. Por eso al borracho se le ensucia la ropa, habla y canta solo con furia y rebeldía, como un niño que finalmente puede permitírselo, que puede finalmente revolcarse sobre el mundo.

 


Ricardo Añez Montiel (Maracaibo, 1982) es un poeta, narrador, músico y arquitecto venezolano-argentino. Sus textos han sido publicados en revistas como Periódico de Poesía, Latin American Literature Today, Casapaís, Prodavinci y Fundación Cultural Esteros, entre otras. Es autor de Ciudad blanca sobre fondo blanco, Agonía de los días terrestres, S, M, L, El rezo de los chatarreros, Los regalos y las despedidas y Botella imposible. Su libro El rezo de los chatarreros ganó una Mención de honor en el VIII Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero. Forma parte de la antología El puente es la palabra: antología de poetas venezolanos en la diáspora. Textos suyos han sido traducidos al inglés. Fue editor de literatura de la revista Muu+ Artes y Letras y coeditor general de Merece una reseña. Vive en Buenos Aires.

Encuentro de Poesía en el Centro

Encuentro de Poesía en el Centro

Encuentro de Poesía en el Centro
12-13/08. Sala Osvaldo Pugliese

[LUNES 12/08]

18:00. Mesa de lectura: Diana Bellessi, Paula Jiménez España, Juan Meneguín, Teresa Arijón, Javier Roldán. Coordina: Carlos Aldazábal
20:00. Mesa de lectura: Jorge Boccanera, Paula Simonetti, Julián Axat, Dolores Etchecopar, Paulina Aliaga. Coordina: Patricia Díaz Bialet.

[MARTES 13/08]

18:00. Mesa de lectura: Susana Villalba, Patricio Foglia, Francisco Garamona, Abril Rufino Bonomo, Rom Freschi. Coordina: Juano Villafañe.
20:00. Mesa de lectura: Leopoldo Teuco Castilla, Romina Funes, Vicente Muleiro, Camila Laguna, Demetrio Iramain. Coordina: Carlos Aldazábal.

Organiza: Espacio Literario Juan L. Ortiz del CCC

 

Las líneas de mi corazón

Las líneas de mi corazón

Un recorrido por la poesía de Viviana Ayilef

Las mujeres de mi pueblo se saludan con dos besos y detienen el abrazo

lo sostienen por un largo rato
se sonríen
a veces lloran también de alegría luego de ese abrazo
y vuelven a mirarse
lento
sonríen desde los ojos
y las ancestras también se sonríen
en ese momento danza la memoria
la sangre se mueve y un único útero trabaja de nuevo
un niño nace por acá
otro más allá
la alegría de un pueblo se mece en las aguas
los hijos son la memoria
el tiempo
mantiene
allí su equilibrio.

No estamos aquí puestas solas
caminamos con los hombres
los ancianos
las ancianas
las piedras que dicen y el árbol
que acompaña desde arriba
idéntico corazón mueve el hilo de nuestros caminos
mar y río
agüita de la montaña que baja y da vida
menuco
trayenco

mari mari kushe
mari mari fucha
mari mari ullcha zomo
mari mari weche wentru

mari mari ngen co
mari mari pu ngen

kom.

A veces en ese abrazo sacamos también nuestra pena
quedamos ahí suspendidas juntando los corazones
la pena de nuestro pueblo es muy vieja
pero es siempre nueva
muy larga para contarla
muy presente para no nombrarla
la pena de un genocidio
de una violencia racial que no cesa
en lo cotidiano
la pena de no poder estar
existiendo como pueblo.

El abrazo junta todo
se pasa urgente la pena y la alegría se levanta.
Las mujeres de mi pueblo sacan fuerza del abrazo
útero su corazón
pensamiento su mirada.

Las mujeres de mi pueblo
ese abrazo
que teje.

 

A veces el río se asusta

al río le llegó desde abajo el relato de cómo otros ríos
eran perseguidos
cómo se estaban secando
como un hilito de voz cuando se va yendo
la parte viva de alguien
acá
y se despide.

Cuando el río se asusta aparece el viento
el sol y la luna se ponen nerviosos también
y hacen sus macanas
a ver
si aprendemos.

El río se le aparece también en los sueños a gente que quiere
por eso esa gente nos calma la sed
nos alivia.
A mí no
a mí no me habla ese río
el río tiene otros interlocutores.

Las gitanas leen líneas en las manos
yo leo las líneas que juntan el corazón al sonido
veo ese afluente
sé la desembocadura.
Esas miradas existen y no hay bota policial
no hay patada
golpe
amedrentamiento
que pueda dañar esos ojos a los que amó el río

yo los sigo
están al lado de un río haciendo ceremonias
están en la calle mientras uno apenas puede con uno
están en las Asambleas

yo los vi flameando nuestra wenufoye sobre julio roca

esa gente tiene ríos en el cuerpo en lugar de sangre
por eso resisten
saben que la única forma de seguir en esto es fluir
subidos al corazón
azul
de la vida
como si se tratara del agua.

 

Siempre hay un fuego, siempre hay un agua

está todo ahí, disponible, hay que saber activarlo,
o poder adivinar, dejarlo pasar,
bienvenido fuego, bienvenida agua
perdón el desorden
estaba olvidada / tanto que penamos
quedan
la casa y el mundo pequeño de uno
tan abandonados

pasen por acá
el espacio es chico
pero el corazón
vaya que ha crecido
ya está bien curado
agua que no ha de beber
fuego que no ha de cruzar
tierra que ya nunca

siempre también hay un aire
(no se trata de los elementos sino
de lo que presentan)

estaba ahí, en mi casa,
adentro de mi burbuja curando la piel con alguna planta
y apareció un aire de fuego, germinamos
una misma cosa puede hacer nacer los cuatro elementos
ahora estoy acá, miro el mar

las olas se agolpan como pensamientos
las aves palpitan

todo aún sucede

siempre habrá un aire en la piel
a la vera del camino / en la forma de un ave
en un viejo amigo que llega a tu mesa

en un libro
en la forma nueva de reír que ves en tus hijos
en una canción que antes daba pena y hoy te da cobijo

siempre habrá un fuego en la piel
más adentro

y mucho más adentro también

el espacio es chico pero el corazón
vaya que ha crecido.

 

Mi corazón es un árbol que azotan los vientos

los vientos del este
vientos del oeste
mi corazón es un árbol que doblan los vientos
mi corazón es un árbol de frondoso ramaje
las ramas extendidas de mi corazón crecen de costado
las ramas tendidas de mi corazón buscan el abrazo.

Mi corazón es un árbol que va a acariciar a otro árbol.

Las ramas de ese árbol crecen, todavía, hacia arriba.
Pero la sabiduría del árbol comprende que solo se crece si anida al costado.

Mi corazón no es una flor con espinas.
Mi corazón es un árbol.

Mi corazón es un árbol
que brota.

 

Yo no tuve una abuela

fogón de relatos
ollitas humeantes
telar que congregue.

No vi perderse en el horizonte la piel del caballo.
Nunca me bañé en la aguada.
Y no corrí a la intemperie, descalza.
He vivido presa.

Pero no puedo mentir esa historia.

No puedo decir “en mi recuerdo de infancia los mayores…”, algo.
Porque no había mayores.

Tampoco había infancia.
Trato de reconstruirla.

Junto elementos pequeños para pensar una imagen.
Una hamaca, una niña, una tortuguita.
Se pierden.

Trato de ficcionar un relato mapuche a la usanza
para llenar el inciso

pero vi a mi abuelo delirar las chivas en una pieza de barrio. En Esquel. En el Barrio
Roca.
Cuando no pudo más habitar su tapera camino a La Zeta.
Lo vi regando con vino el cerámico limpio. Era perfecto ese círculo.
Y vi a la tía correr a puteadas mientras torcía el trapo de piso
y con él nuestra historia
caían las gotas de vino como cayera la sangre
las lágrimas
como estas palabras caen.

Esos son mis recuerdos
Se teje ahí mi memoria.

Porque vi eso de niña y pensé “mirá qué loco el abuelo”
Y veo lo mismo al trasluz de la historia, y pienso: “cuánto dolor y ternura, mi abuelo, su
ofrenda”

No sé cómo presentarme.
Abro la boca y se traba el tuwün, balbuceo el kupalme.
No puedo hacer pentukun.
Tengo, sin embargo, don de la palabra.

Yo soy Viviana Ayilef
Nací en Trelew
Sigo viva.

Esas son las líneas de mi corazón
aunque no tuve una abuela que me contara un relato.

 


Viviana Ayilef nació en Trelew (1981). Es Profesora, Licenciada y Magister en Letras por la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB), donde trabaja como docente. Agua de Otoño/Kelleñü (2011), Cautivos (2013), Meulen (Lo que puede un cuerpo) (2017), Mailen (2020) y Ayün/ Memorias del Agua (2023) son sus libros de poemas. También publicó Malvinas en fragmentos (2011 y 2022), una compilación de narrativa histórica y Los Cositos (2017), anecdotario infantil. Sus poemas formaron parte de distintas antologías de Argentina, Chile y Alemania. Es miembro del Centro de Estudios de Lenguas y Literaturas Patagónicas y Andinas (CELLPA) e integra el Colectivo Intercultural Tükulpan.

Escribir la palabra noche

Escribir la palabra noche

Seis poemas de la poeta Michelle Rincón

***

Hay quienes vivimos con la sensación de caer constantemente.

―Caemos al amar
―Caemos al odiar

―Al escribir

Caer,
aunque duele,
es el estado más puro del ser.

***

Nunca se sabe cómo esconder tanto abandono
cómo no pensar la plegaria
cómo llorar lo insalvable
y escribir la palabra mudez
de la misma manera en que se escribe la palabra ruina.

Escribir la palabra soledad
hubiera sido más fácil que gritar un nombre.

Escribir la palabra noche
es mejor que soñarla.

***

Escribir en algunas ocasiones es deplorable:
amamos la literatura porque nos lleva a algún lugar
donde estuvimos o soñamos

amamos la literatura porque es
y al mismo tiempo no es

Escribir es una angustia
porque al leernos en ella
parimos un hijo
que puede ser luz o sombra.

Hoja en blanco:
Aquí tienes un hijo

para hacer presencia o soñar.

***

Si el hombre ha perdido la necesidad del amor
¿se dará cuenta de su soledad?

Si el hombre ha olvidado la soledad
¿se dará cuenta de su poesía?

Si el hombre ya no siente la poesía
¿se dará cuenta de la desnudez?

***

En el afuera
una ciudad vestida por la luz y el ruido.

En el adentro
un ave y su canto.

En ambos
la imposición de una especie de silencio.

***

Los pies desnudos recuerdan el pasado
su sentir las piedras más pequeñas y el lastimarse,
llevan a un lugar remoto en la memoria
que no precisa el dónde

sólo se regresa a él
a ese espacio lleno de color sin nombre.

Un rose extraño nos regresa a otro
y su sentir indefinible,
es la única evidencia de haber pertenecido.

 


Michelle Rincón – 1988. Contaduría Pública en Universidad Central, Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana en Universidad de la Salle, Diplomado en Enseñanza del Español como Lengua Extranjera
(ELE) en Universidad de la Salle y Técnico en Teología en convenio con la Universidad Bautista.
III Premio literario Eutiquio Leal (2014). Su poema Constructor de ciudades, fue seleccionado como ganador en el Concurso Anual Casa de Poesía Silva (2015), antes de manifestarse que no era un poema inédito.
Ha publicado lo poemarios: Fabricante de abismos (2015, Editorial Domingo Atrasado, Colombia), Al rescate de lo fallido (2016, Editorial Letras de Pasto Verde, México), La mirada resignada de las cosas (2017, Editorial La hoja Murmurante, México), Estancia (2019, Editorial 531, Colombia) y Restos de la tarde (2021, Editorial 531, Colombia). Entre otras publicaciones en antologías, revistas y portales literarios.

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