La acción de la partícula individual no se puede predecir. Pero no ocurre lo mismo con respecto a la acción de la masa. Allí se puede predecir. Esto da al átomo individual su libertad, pero a la masa su necesidad.
Miels Bohr en conversación con Robert Frost
No hay sujeto en la creación
que enloquece su veleta
también la poesía no sabe
qué cosa serán los poetas
Leopoldo “Teuco” Castilla
(24,6)
En la primera viñeta hay un enorme barco borracho
sobre la noche de rosario,
se llama dignidad pero en inglés
y parece arrastrarse río abajo.
Al frente unos silos de colores,
adentro los estripers de federico klemm
cambian tiernos besos de judas
o cuelgan del aire como cristos acalambrados
o caen en picada y no son ángeles.
A unos metros el rastro del poema,
paredes en código.
VENI A SER BARDO dicen las postales de inchauspe,
VENI A HACER BARDO dice el público en general.
Bailamos el pogo del poeta asesino,
ya lejos de su rama,
antes de que la madurez se descomponga
increpa a los jóvenes poetas,
les tira su aburrimiento en la cara,
los empuja hacia afuera con sus palabras de humo.
Los poetas jóvenes no le responden
contestar también aburre.
En el próximo cuadro llueven poemas
y la ciudad toda es una carámbano,
el sol no sale hasta que lo nombran.
Poemas histriónicos
histéricos
históricos
Poemas ingenuos
inexactos
intrépidos
Poemas con besos con hijos con drogas
con rencores prolijos
con café y con postre
Dicen las paredes:
Y SABER QUE EN ESTE MUNDO NO HAY NADIE A QUIEN ENVIARLE ESTE MENSAJE.
El túnel hace gárgaras con los autos
y repite una vocal largamente,
preposiciones y copulaciones conjuntivas del poema.
En el vértice de la página encuentro un níspero
su sabor es la memoria de mi infancia.
un árbol solitario.
Frutos del cielo o de los pájaros
que nunca más cayeron en mis manos de cinco años.
Entre las calles del poema,
en esta ciudad,
he plantado un árbol,
un algarrobo paciente
que como yo sea
un trozo de tierra nómade,
una coma o el silencio del coma
dentro del texto.
En la última viñeta
-PELIGRO BARRANCA-
sentados en el suelo
dos
tipos
vuelcan
fana
en una
bolsa
y respiran
un aire pegajoso.
El río está vacío.
Les pregunto por el barco
y me responden
que desapareció en la madrugada
como una ballena gateando por el paraná.
24,6
Yo no conocí Rosario, sólo el ardid verdadero que ejerce la poesía. En el año 2010 me invitaron al XVII Festival Interna- cional de Poesía de Rosario, mi maestro Alberto Tasso ya me había advertido que aprovechara porque luego no volverían a convocarme, esta precaución hacía más evidente el hecho de que todo sucede una sola vez.
Alerta el ojo que escribe obnubiló la geografía de una ciu- dad agazapada en las hondas costuras del rio, un fruto que conocí en mi infancia, los edificios deletreaban gritos para nadie, los poetas que lanzaban avioncitos de papel contra las murallas de un mundo inconmovible y el canto de la lluvia constante lavaba el sol y su brillo. Anoté las imágenes con rigor en mis cuadernos, detalles que se acumulan en la mirada como los insectos en el parabrisas de un largo viaje, mentí un árbol autóctono e imposible y entregué mi poema al cierre del Festival.
Al bajar del escenario una mujer me preguntó dónde había plantado el algarrobo, no supe qué contestarle, aun no lo sé, a veces fantaseo con que la sombra de mi árbol ficticio perdure en el paisaje de una ciudad que ignoro como la estela de un barco que se aleja.
Hay que incendiar la poesía
y cantar luego con las cenizas útiles.
JORGE BOCCANERA
(el lenguaje de los restos)
Siempre es agua,
por mucho que la luz se manche en los charcos,
la lluvia detenida bulle en renacuajos y el día
es el brillo en las botellas rotas.
Aquí el concepto ensucia las manos.
Flores de nylon que el viento enredó en las ramas,
pañales y forros,
envases,
diarios viejos.
Mientras la tierra retrocede,
crecen los márgenes.
Mi ciudad sólo recuerda en los escombros,
a pesar de libros y templos,
no aprendimos otro modo.
Aquí todo persiste
sin palabra o sedimento.
La imagen es el poema provisorio
y el orden el lenguaje de los restos.
La ciudad se estira hasta desbordarse,
el límite es el ritmo con que crece y olvida la marea.
El lenguaje de los restos:
El poema es el jirón de una fotografía, el baldío como un “no lugar” que nos involucra y delata. Es una temática que aparece constantemente en nuestra poesía, Castilla, Giannuzzi, Calvetti, entre otros han escrito poemas sobre la basura, las formas, la respiración, la mirada cambia con cada poeta, pero no la sensación de hermandad con el despojo. La basura se nos parece y desafina en el paisaje tanto como inadecuados edificios de altura contra el horizonte absoluto.
Pensar en los objetos que han cumplido su propósito y son descartados para siempre solo porque salen de nuestras vidas, no los hace desaparecer, los acumula en los márgenes de la memoria de las ciudades. A esos despojos, sólo podemos envidiarles que hayan tenido un propósito y lo hayan cumplido, aunque eso implique su abandono. Nos navega la inevitable tentación de entendernos a nosotros mismos como el descarte de un dios disconforme, que nos dejó solos en uno de los márgenes del sol.
En el baldío, ahí donde la cultura es la naturaleza adornada en el residuo, ahí nació el poema, el sitio fue el margen de la ciudad de Santiago, junto al Río Dulce en el Barrio La Católica, a pocos metros del basural crecían las primeras casas.
Pero no nos burlemos del lobo también nosotros nos dejamos seducir con tan poco fundamento, cada uno cree fácilmente en lo que teme y en lo que desea.
Fedro
La naturaleza es triste porque es muda, por eso cantamos.
Jorge Rosenberg
(Teriantropía)
En un punto ciego del paisaje estamos nosotros,
bloqueados por el oficio en la mirada del actor,
nuestro escenario es un mundo acelerado
risas y abrazos
que se acumulan
se enredan y caen.
A cada momento alguno de los personajes
tiene la sensación de ser una piedra arrepentida,
un lenguaje perturbado entre las mismas palabras.
Porque en el fondo sabemos
que no debíamos ser más que animales
de amores voraces
de sueños reversibles.
Inocentes de nuestro propio drama.
Pero el sol entrará por la misma ventana
y no necesitaremos otra certidumbre.
El pasado es el relato del hoy,
círculos que se explican a sí mismos
para perder su simetría.
De cara al vacío
nuestro graznido
es toda la poesía.
Teriantropía:
Desde el mito fundacional se relatan las transformaciones: Zeus convertido en casi toda la fauna para cumplir su lu- juria, Viracocha trocando a los condenados en los primeros animales. Los pueblos originarios del norte de la Argentina guardaban en sus vasijas no solo los cuidadosos huesos de sus muertos, sino también animales prodigiosos que mezclaban serpientes y lechuzas y solo tenían de humano el tatuaje de los surcos que deja el llanto.
La bestia está siempre lejos de los adjetivos que la limitan, entonces no hay transformación posible. Siempre a mitad de camino entre la cosa y la idea de la cosa, el hombre sacude sus palabras contra un río incesante.
Nada animal puede ser nombrado sin traicionarse
El revés de lo conocido, su espalda, son para mí esas calles penúltimas, casi tan efectivamente ignoradas como el soterrado cimiento de nuestra casa o nuestro invisible esqueleto.
Jorge Luis Borges
V
A Juan Santiago Avendaño
Plano general:
Las manzanas no son simple geometría,
rectángulos combados,
patios que se abren al sol
la luz se nutre de los ojos que la miran.
Desde los techos el movimiento es uniforme
mínimas variaciones entre las calles,
bolsas de basura como racimos en los postes de luz
y una galería de eucaliptos fuera de foco.
Cada cuerpo describe su trayectoria en el espacio
líneas que se superponen entre sí
para formar la trama de este barrio.
Los perros ladran por sus dueños
y la vida se recicla en televisión y palabras.
Alguien escarba este dibujo y crujen las baldosas
bajo los puntos invisibles,
las casas lo siguen con sus ventanas abiertas.
No importa cuántas veces lo intente:
Siempre hay otro ojo del lado opuesto de la cerradura.
El zumo cotidiano se hace espeso hacia la tarde,
siempre es la misma canción que escupe la radio,
siempre la misma silla que crece en la vereda,
a esta hora es posible el instante en que todo se suspenda.
Si de estos ensayos,
acaso sucede el poema,
como un desgarramiento del paisaje,
quizá el mundo se reduzca a una sílaba,
un tamaño adecuado para llevar entre los dedos.
V:
Todo saber es sinecdóquico, como intentar resumir el universo en el lenguaje. Sin embargo, con tristeza nos toca comprender que no hay otro modo, lo nuestro es fluir por las nervaduras hacia pequeños abismos, sólo podemos dar cuenta del vértigo en la caída y cada cual cae a su modo. El saber poético es entonces parcial y mínimo, la revelación de una verdad potente y honda (pero individual y solitaria), capaz de resonar en los otros según la secreta vibración de su espíritu. Así ocurre también con los lugares, los espacios en los que ejercemos la mirada poética se transforman y nos transforman.
El deambular en un barrio que compartimos y su detalle, hizo nacer este juego poético entre mi hermano Juan Santiago y yo, de estos ejercicios surgieron dos poemas en el mismo paisaje y casi al mismo tiempo. Dos modos distintos de lo que parece ser un mismo sitio.
Solemos olvidar
que la poesía es un instante
sabiamente clausurado
antes de que aprendamos a balbucear
la eternidad.
Ana Emilia Lahitte
(3.600)
Uyuni se fuga en las escamas de un pez interminable,
vibra en el cuerpo seco de un flamenco
cuando la muerte lentamente sucede sobre los hexágonos de luz
y la bandada se desgrana en una pregunta.
Primero naufragaron en la oscuridad,
el agua les cosió los pasos
y otra vez la sequía les llenó de silencio la mirada.
Dicen que los cactus del salar
son hombres condenados
cáscaras del viento que guardan la palabra de Wiracocha,
el ruido que los despertó a la vida.
Dicen que levantaron unas islas
con sólo permanecer
aferrándose a la tierra.
Aquí, lejos de todo, no existe el aquí,
sólo el rumor de un nervio catódico que se desvanece.
Flores de piedra como ofrendas del miedo,
fantasmas de bórax que aun queman mis párpados
Y la lúcida resignación de los derrotados,
los que mueren ahí sedientos de paisaje
ciegos por el clamor de la nada.
Sobre este suelo cada sol es definitivo.
El salar se ocupa de lamer el cielo
para que la noche se ensanche.
3.600:
Es la altura a del mar en que se extiende el Salar de Uyuni, poderosa reserva de litio que ocupa más de 14.000 km2. Este mineral enloquece las brújulas, de modo que la única referencia es el volcán Tunupa erguido en el horizonte y si llueve demasiado, no hay más alternativa que la espera.
Desde hace muchos años se practican ofrendas al salar: fetos de llama, hojas de coca para que los espíritus de este mar sólido no se ofendan y permitan el paso de los hombres. En algún momento quizá por un pudor colonizante, se abolieron estas prácticas y el salar volvió a borrar a los incautos en su desierto incesante. Por precaución o fe (si es que es posible distinguir la una de la otra), se reanudaron los rituales.
Quienes con voracidad miran la potencialidad económica del salar, no entienden que están poniendo precio a un lugar mágico, el litio es apenas una escama del poder que endurece los ojos de los hombres, que pinta la piel de los flamencos, que yergue los cactus como tótems del viento.
Quién lo visita tiene la sensación de no abandonarlo nunca del todo.


