by Claudio Medin | 13 \13\America/Argentina/Buenos_Aires marzo \13\America/Argentina/Buenos_Aires 2017 | Poesía
Antología de uno de los poetas rosarinos más significativos de su generación
REALIDADES
Hoy es el día
en que sueltan los trenes
sobre la llanura.
¿Y en las esquinas?
¿Un fragor?
transcurre sobre el silencio
sin sobresaltos.
Todo sucede como si flotara.
Y alguien que ha soñado anoche
se suelta del último
viaje.
(De “Esta música abanica cualquier corazón”)
DE REFILÓN
En el velorio de la tarde
cae una rodaja, se corta un péndulo.
Alguien
en el último espejo
escribe. Tersos baldíos.
Todo sucede
en el pequeño tamaño de las horas.
Hasta brotan cigarrillos
en rosas de cobre.
Umbrales alambran
otras memorias.
Y un tango. Cuelga
de una pieza con aliento a polvo.
Y el cielo, que deja de lado
algunas nubes.
(De “Esta música abanica cualquier corazón”)
SEDUCCIÓN
Rosario abre su escote:
lo recibe una cantera
donde los parroquianos
pulen diamantes
en las cervezas.
Esta ciudad no es fácil:
las memorias
aparecen
en los pocillos mal lavados,
en los cabellos de un río.
(De “Esta música abanica cualquier corazón”)
CONVOCATORIO NÚMERO
Se llaman los cadáveres
entre sí.
Los racimos de uvas azules,
los racimos de huesos.
Son elementos, tribulaciones
que preceden a tus manos.
La tibia transición
entre un beso, el llanto,
el estuche vacío del corazón.
Las calles sólo se serenan
al estallarnos la cabeza.
Y la ciudad es eso:
una casa sin techo.
(De “Esta música abanica cualquier corazón”)
DIFÍCIL DETENER EL DÍA
Atardecía.
Como otras veces,
como demasiadas veces.
Nada parecía poder detener
este sol.
Ya sólo resta
un ciego sonido de lumbres.
La boca del cielo
se cierra
y solo, un rastrojo de las sombras.
El encrespado batido de luces
se pierde
en un atardecer violeta.
Esta música
abanica
cualquier corazón.
(De “Esta música abanica cualquier corazón”)
ÍCARO
Estrangulás el balcón
con sus propios
b a r r o t e s
pero esperás
para volar
los días nublados.
(De “Leña del árbol erguido”)
NEBLINA
Aprendiz de estrellas
te embriagás
con el alcohol espumoso
abundante en las mañanas frías
hasta que el bisturí del sol
quiebra tu copa.
(De “Leña del árbol erguido”)
CANCIÓN SEDOSA
Las estrellas nunca muestran su soledad
de años luz
y hoy es una de esas noches,
suficiente para la compasión.
La apariencia vuelve las cosas tangibles.
(De “Leña del árbol erguido”)
POETI-K
El poeta
presencia el mar
“Acabo de encender
el arte
pero el agua del mar
se cansa de mis versos
y quiere una garganta
-además,
cada mar
tiene su ritmo
y no soy
tan brillante.-”
El poeta
y el mar
se despiden
y vuelven
a cotidianos asuntos.
(De “Leña del árbol erguido”)
DEGRADACIÓN
La luna se arqueaba
cuando le tocábamos la punta.
Su movimiento
era éxtasis, locura.
Pero un día
no dejó que la volviéramos a tocar.
Ahora la luna,
estrellas
son simples elementos decorativos.
(De “Leña del árbol erguido”)
I
el dardo
da al centro de la noche
bola blanca sobre bola negra
un papel se quema
y el cigarrillo es la metáfora
hay partes de la ciudad
donde el agua del tiempo
pesa diferente
(De “Hobbies de hotel”)
IV
las estrellas de carne
se cuelan por las rejillas
del cielo
nada sencillo
discutir sobre el sexo de la noche
cuando los animales hambrientos
rodean el hotel
(De “Hobbies de hotel”)
VOLVIENDO LENTO DE LA DERROTA
el triste huésped de la mañana
te llama
el sigilo
brota en los corredores de la sal
y brillan
dos o tres placas de la luna abandonadas
tus manos
dos arlequines mudos
y tus botas
han perdido
la templanza y el color
(De “Hobbies de hotel”)
NI LA PIEDAD, NI EL OTOÑO
golpea el azar
y el verano observa
los corazones:
sólo dos músculos
que no merecen
ni la piedad ni el otoño
(De “Hobbies de hotel”)
POEMA
un chico
confunde a
poe con
conan doyle
pues ha visto
a holmes
caminar con un mono
pretexto suficiente
para
más tarde
escribir cosas
que disgustarán
a edgar,
arthur,
sherlock
pero que el mono
tal vez lea
con gusto
(De “Hobbies de hotel”)
EL HOMBRE VOLVIÓ AL BAR
el hombre vuelve al bar
en busca de su paraguas
al llegar
encuentra algo de gente
escuchando leer a un poeta
el poeta dice
cosas sobre el don del agua líquida
la escarcha sobre el verde
el rostro de las morenas,
y le señala una mesa
al hombre
el hombre entonces
encuentra su paraguas
en la mesa
y deja el bar
en el momento
en que la lluvia se desvanece
algo confundido
por la poesía
(De “Intervalo lúcido”)
EL JUEZ DE LA PUREZA
en aquellos días
nuestra sed era de lluvia
-el río salado
nos quemaba la garganta-
usábamos el techo
como un embudo gigantesco.
en el ritual
debía yo acercar el vasito
y esperar que el color del agua
dijera “bébanme ya”
entonces dirigíamos
el dulce fluido hacia el aljibe
-algunos vecinos
dejaban sapos
para que comieran los posibles
insectos-.
todo hasta
que el tajo del cielo
se apiadara nuevamente
o el líquido vagón de un tren
se compadeciera.
años más tarde,
tendría una más pacífica pero indiferente
relación con un río marrón,
y no sería ya
el juez de la pureza
(De “Intervalo lúcido”)
NÍSPEROS
un árbol de nísperos
plantó un vecino
en la tierra suave de tu infancia
para que diera sombra
a las noches del mundo
para que me diera sombra
(De “Intervalo lúcido”)
NOTA ENCONTRADA EN UN PORTERO
por favor
limpiá bien la vajilla
no siempre el tiempo
hace proezas
con la grasa y el dolor
no ocultés la tierra
y el llanto en la alfombra:
un día vas a caminar sobre barro
la ortografía cotidiana
no se corrige sola
(De “Intervalo lúcido”)
FINAL TRISTE DE PELÍCULA
él se casaba
ella juntó más tarde cada grano
de arroz
y los lavó
los secó
sobre un pañuelo bordado
los cocinó
ya sin lágrimas
con agua de flores
(De “Intervalo lúcido”)
OCHO (PARADO EN EL MUELLE)
un pez fuera del agua
se pregunta por la altura de los edificios
por ese extraño color azul celeste
de la muerte posible
-las aves recortan
ese gelatinoso panorama
hasta que la mano del pescador
lo vuelve al agua-
¿será “otro” ese pez
que palpó otra muerte
diferente
a la que le espera
una o dos horas más tarde
en la boca de un pez mayor?
¿será entonces pez muerto,
comido
pero no “pescado”?
¿o será
ese par de horas
otra forma de salvación?
(De “Intervalo lúcido”)
METÓDICO
arranca las flores
de la vigilia
sólo para ver las raíces del sueño
arranca los tapones a todos los ríos
y con los cauces ya semivacíos
da con los objetos extraviados
(De “Los cauces vacíos”)
EN UN GÜEMES
terneros surreales
tocan con pinzas de langosta
delgadas capas de la muerte
pequeñas garras del paisaje
sueltan la mano de fuego
que más tarde abollará todo
(De “Los cauces vacíos”)
2 – otra vez la muerte insaciable
Elliott Smith prueba algo de la muerte
pero en realidad él hace otra cosa
siente dentro cuál sería la suerte
como si todos perdieran la rosa.
Es un hombre con la mirada fuerte
pero Smith siente miedo de una fosa
donde vuela gris un pájaro inerte
y por las noches su corazón roza.
Entonces Elliott abre la coraza
para que el pájaro asome su boca
y coloca la sangre en una taza;
y así es que se disuelve de la roca
se vuelve canción triste con la maza
mientras Elliott todo pájaro toca.
(De “Los cauces vacíos”)
MIENTRAS SE JUNTAN TELARAÑAS
hay que cambiar estos muebles
los colores las formas
el espacio cotidiano alguna vez se harta
algunos artefactos también
pero quién desempolva
el disco de spinetta con el infierno inflacionario?
quién abre las sábanas de la cama nueva
donde nadie concilia el sueño?
hay que cambiar los muebles
pasar de un extremo a otro
(De “Los cauces vacíos”)
ROCK SINFÓNICO
tardes adolescentes
la música será un ancla
que se arroja
a tu interior
flotan un caballero
y un bufón
en esas aguas pesadas
de peces de plomo
y sirenas
tremendamente esquivas
(De “Los cauces vacíos”)
¿y para quién será lo que has amontonado?
Lucas, 12-20
la última cosecha
pone en la diyuntiva
de seguir ocupándose en acumular ganancias
o dar el campo en alquiler
y dedicarse sólo a descansar, sí
pero sobre todo a disfrutar
los beneficios de una vida de beneficios
éstos y no otros pensamientos ocupan la cabeza
del conductor de la 4 x 4
que a 160
toma con cierta displicencia la curva
que lo toma, lo vuelve carne entre hierro retorcido
chamusca esa disyuntiva de prosperidad más o menos cómoda
los graneros repletos, pero de sangre
y la misma disyuntiva del ángel
en susurrarle
durante la curva
algo
un acto de contrición da a un alma la salvación
Graham Green; Brihgton, Parque de diversiones.
(De “Fin zona urbana” – Antología de poetas rosarinos)
conocés ya
la incipiente melodía de las cosas?
a la mañana dormís
resolviendo el fragor del mundo
angelicalmente
girasoles
ondean tu frente
niña
zona del
alba
libera sutilmente
en el mediodía
zumo de tus frutas florecidas
paulina
atisba el mundo
hasta ahora en su dulce
cosmos de agua presocrática
sólo comprende las cosas
por su ritmo
y la felicidad
que la cuna del vientre mece
pronto el viento le traerá
a su rostro
la maldad pero la bondad de la gente
y se empezará a llenar
el corazón de música
para aquellas noches
de bares cerrados
¿Dónde irá con esos poemas
mordiéndole los talones
-sacudiendo los pies
para que no estorben,
no piense ni lo que pasó
ni lo que pudo-?
Sí, desde la altura
se observa esa mujer
que huye de poemas
escritos no por mano del hombre que la amó
y ensayó versos
en el fragor del amor o desaliento
si no de sus poemas propios.
Raras criaturas
crecidas del musgo del horror.
(Anna Ajmátova corre por calle Italia…)
Lisandro González nació el 14 de marzo de 1973 en la ciudad de Resistencia, provincia del Chaco, Argentina. Reside desde los cinco meses de vida en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Es abogado. Colabora con textos y comentarios de libros en revistas y suplementos literarios de Rosario, Santa Fe, Uruguay y México. Poemas suyos han sido traducidos al portugués. Publicó, entre otros, Esta música abanica cualquier corazón (1994), Leña del árbol erguido (2000) y Hobbies de hotel (2004).
by Claudio Medin | 1 \01\America/Argentina/Buenos_Aires marzo \01\America/Argentina/Buenos_Aires 2017 | Festival de Poesía, Sin categoría
Del 25 al 29 de junio de 2013 se realizó la quinta edición del Festival Latinoamericano de Poesía en el Centro. Al igual que en años anteriores participaron poetas internacionales, de las provincias y de la Ciudad de Buenos Aires.
Cinco años ininterrumpidos de buena poesía, representativa de las distintas tradiciones argentinas y latinoamericanas. Más encuentros, más poesía de calidad, más identidad cultural, más diversidad poética.
Cobertura de la Televisión Pública
Apertura
25/06- Sala Solidaridad [2º SS] 19:00.
- Cristina Banegas dice a Juan Gelman.
- Presentación de los poetas internacionales invitados al festival: Alessio Brandolini (Italia), Rodolfo Dada (Costa Rica), José Angel Leyva (México), Omar Lara (Chile), Sandra Santos (Brasil), Fredy Yezzed (Colombia) y Xavier Oquendo Troncoso (Ecuador).
- Teresa Parodi, la poesía y la canción. Recital de la reconocida cantautora argentina.
- Presentación de la Revista de Literatura Latinoamericana Espacio Literario Juan L. Ortíz.
- Brindis.
Invitados Internacionales
Alessio Brandolini (Italia), Rodolfo Dada (Costa Rica), Jose Angel Leyva (México), Omar Lara (Chile), Xavier Oquendo (Ecuador), Sandra Santos (Brasil) y Fredy Yezzed (Colombia).
Invitados de las Provincias
Niní Bernardello (Tierra del Fuego), Emiliano Cruz Luna (La Plata), Rodolfo Godino (Córdoba), Ana María Pedernera (Lobos), Ramón Minieri (Río Negro), Alberto Tasso (Santiago del Estero), Priscila Vallone (Tierra del Fuego) y Tomás Watkins (Neuquén).
Invitados CABA
Daniel Calmels, Dolores Etchecopar, Javier Galarza, Juan García Gayo, Noé Jitrik, Claudia López, Lucio Madariaga, Jorge Ariel Madrazo, Eduardo Mileo, Hugo Mujica, Martín Rodríguez, Mariano Schuster, Emmanuel Taub, Juano Villafañe y Paulina Vinderman.
Auspician
Casa Nacional del Bicentenario, Secretaría de Cultura Presidencia de la Nación, Red Nuestra América de Festivales Internacionales de Poesía, Sociedad Argentina de Escritores, Ediciones Colihue, Editorial Losada y Antígona Libros.
Sedes
Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (Av Corrientes 1543 – Salas Solidaridad y Jacobo Laks) y Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985).
by Claudio Medin | 16 \16\America/Argentina/Buenos_Aires diciembre \16\America/Argentina/Buenos_Aires 2016 | Poesía
Frente a la hoja en blanco…
Frente a la hoja en blanco algo debe hacerse
alguna reacción
un retazo del día
foto de este instante
de este hombre que acomoda papeles
Vuelve la mirada en torno
el cenicero vacío
el humo cediendo en el aire
una caja de fósforos gastados
Sabe que algún precio se pagará por estos días
sabe que el cansancio entrará por la misma puerta
y se descalzará a los pies de la cama
Por eso aprendió a tolerar los atentados poéticos
a inventar curiosidades en los bordes de las plazas
a soportar la gordura literaria de las viejas amantes
Todo conduce a este momento
al plazo perentorio de la hoja en blanco
a la insinuación de la primera palabra
Acertijos de la estética
los versos que se saben de la oscuridad y el silencio
el gusano sonoro de la rima
lo que sobrevive a fuerza de necedades ingenuas
Algo habrá que justifique los ejercicios de la música
algo que sirva para amortiguar el sabor del tiempo en la borra del café
El hombre traza una línea
un garabato que bien podría ser el límite de un labio
luego traza otra y se completa la figura
La boca
del papel
se abre
y el hombre es tragado
antes de estampar su firma.
(del libro “ La piedra de Sísifo”)
Escenario 2
El ojo idiota le hace un guiño y en la ventana cambia el paisaje. Confundido por el ruido y el entusiasmo de las luces trata de abrirse paso entre los papeles picados y las serpentinas sucias del otro carnaval. La belleza en este show es un culo sagrado, dice la voz en off de su cabeza, arriba cruzan escotes en vuelo rasante. Baila un poco, se ríe, pasa prendido de una cintura, hacia arriba y hacia abajo se resuelve la modelo, el locutor gangoso dicta un nombre cuando aparece un envoltorio brillante.
Se cansa y cambia el paisaje esta vez en el vuelo del papel picado. Se reconoce en el color de la tribuna. Una pelota inquieta casi viva, salta de hombre en hombre hasta caer en la red, cielo de papeles blancos sobre los carteles, uno de los hombres festeja frente al lente, en ese grito va él.
Pausa, una dieta de yogures y escatología en tránsito lento.
Con un dedo y un control se puede cambiar el horizonte, de pronto está tirado en cualquier calle, atragantado de miedo bonaerense, el cuerpo ahí como un muñeco manchado y blando, las cámaras parpadeando al rededor, un mundo con muerte y sin moscas y el cielo estará nublado dice el pronóstico del tiempo.
Marcos Cáceres, “Miasma, plasma y otras sustancias”
Del libro “Biografía del instante”
“La acción de la partícula individual no se puede predecir. Pero no ocurre lo mismo con respecto a la acción de la masa. Allí se puede predecir. Esto da al átomo individual su libertad, pero a la masa su necesidad.”
Miels Bohr en conversación con Robert Frost
(24,6)
En la primera viñeta hay un enorme barco borracho
sobre la noche de rosario,
se llama dignidad pero en inglés
y parece arrastrarse río abajo.
Al frente unos silos de colores,
adentro los estripers de federico klemm
cambian tiernos besos de judas
o cuelgan del aire como cristos acalambrados
o caen en picada y no son ángeles.
A unos metros el rastro del poema,
paredes en código.
VENI A SER BARDO dicen las postales de inchauspe,
VENI A HACER BARDO dice el público en general.
Bailamos el pogo del poeta asesino,
ya lejos de su rama,
antes de que la madurez se descomponga
increpa a los jóvenes poetas,
les tira su aburrimiento en la cara,
los empuja hacia afuera con sus palabras de humo.
Los poetas jóvenes no le responden
contestar también aburre.
En el próximo cuadro llueven poemas
y la ciudad toda es una carámbano,
el sol no sale hasta que lo nombran.
Poemas histriónicos
histéricos
históricos
Poemas ingenuos
inexactos
intrépidos
Poemas con besos con hijos con drogas
con rencores prolijos
con café y con postre
Dicen las paredes:
Y SABER QUE EN ESTE MUNDO NO HAY NADIE A QUIEN ENVIARLE ESTE MENSAJE.
El túnel hace gárgaras con los autos
y repite una vocal largamente,
preposiciones y copulaciones conjuntivas del poema.
En el vértice de la página encuentro un níspero
su sabor es la memoria de mi infancia.
un árbol solitario.
Frutos del cielo o de los pájaros
que nunca más cayeron en mis manos de cinco años.
Entre las calles del poema,
en esta ciudad,
he plantado un árbol,
un algarrobo paciente
que como yo sea
un trozo de tierra nómade,
una coma o el silencio del coma
dentro del texto.
En la última viñeta
-PELIGRO BARRANCA-
sentados en el suelo
dos
tipos
vuelcan
fana
en una
bolsa
y respiran
un aire pegajoso.
El río está vacío.
Les pregunto por el barco
y me responden
que desapareció en la madrugada
como una ballena gateando por el paraná.
Del libro “A nivel del mar”
Principio de Arquímedes
El asunto sigue siendo entender los signos en la hoja de ruta. Martínez cree que los arabescos que ha trazado en el papel pueden entenderse como carta de navegación. Yo no discuto, sólo manejo, si una noche de estas amanecemos incrustados en medio de la Gral. Paz, no va a ser mi culpa. El resto de la tripulación ha sabido entender que esta humildad no es otra muestra de lo precario y que las pulgas que los habitan sirven al menos para dar cierta vitalidad a sus cuerpos. Hay una de la carga (como les llama Martínez) que puede mover la punta de los dedos ni bien se le presta un poco de atención y hasta llega a abrir la boca cuando le hablas. A Martínez y a los otros les gusta ir atrás y hablarle seguido, yo no, me dan asco las pulgas. El médico de la base me revisó y dijo que lo mío es un miedo venéreo, yo sé que son sólo las pulgas. Además no quiero encariñarme, puede que un día de estos no sepa cómo descifrar los dibujos de Martínez y ahí sí que no puedo volver a tener asco ni nada. Mejor no, además la carga dura tan poco. Martínez dice que no sufren cuando dan contra el agua, que para el caso es lo mismo porque ya vienen amortiguados de la base. A mi me da la impresión que el vértigo los mata en el aire. Los cuerpos paralelos al río, miembros agitándose, blandiendo en vano las extremidades, siempre que los veo caer pienso en que la velocidad no sólo come del tiempo.
Marcos Cáceres, “Plan de vuelo”, Buenos Aires 2076
Del libro “Biografía del instante”
Poesía circular
Sutil pero concreta
Una pulsión que trepe por los dedos
hasta tu lengua
un malestar preciso
constante
Abolir de inmediato todo otro tipo de trance
que la carne nos guarde ateridos
que nos cierre la piel el horizonte
las ideas suceden en cadena
como violentos puntos de una línea
un ansia cardinal nos divide el paisaje
Yo lanzo mis flechas al cielo de esta noche
y espero
El día beberá de los pájaros abatidos
Las palabras que desentierro
no tienen fin
tampoco origen
la sed que las busca es parte del mecanismo.
Marcos Cáceres, “La palabra y el síntoma”
Del libro “Biografía del instante”
“Pero no nos burlemos del lobo también nosotros nos dejamos seducir con tan poco fundamento, cada uno cree fácilmente en lo que teme y en lo que desea.”
Fedro
IV
(teriantropía)
En un punto ciego del paisaje estamos nosotros,
bloqueados por el oficio en la mirada del actor,
nuestro escenario es un mundo acelerado
risas y abrazos
que se acumulan
se enredan y caen.
A cada momento alguno de los personajes
tiene la sensación de ser una piedra arrepentida,
un lenguaje perturbado entre las mismas palabras.
Porque en el fondo sabemos
que no debíamos ser más que animales
de amores voraces
de sueños reversibles.
Inocentes de nuestro propio drama.
Pero el sol entrará por la misma ventana
y no necesitaremos otra certidumbre.
El pasado es el relato del hoy,
círculos que se explican a sí mismos
para perder su simetría.
De cara al vacío
nuestro graznido
es toda la poesía.
Del libro “A nivel del mar”
“Solemos olvidar
que la poesía es un instante
sabiamente clausurado
antes de que aprendamos a balbucear
la eternidad.”
Ana Emilia Lahitte
VI
(3.600)
Uyuni se fuga en las escamas de un pez interminable,
vibra en el cuerpo seco de un flamenco
cuando la muerte lentamente sucede sobre los hexágonos de luz
y la bandada se desgrana en una pregunta.
Primero naufragaron en la oscuridad,
el agua les cosió los pasos
y otra vez la sequía les llenó de silencio la mirada.
Dicen que los cactus del salar
son hombres condenados
cáscaras del viento que guardan la palabra de Wiracocha,
el ruido que los despertó a la vida.
Dicen que levantaron unas islas
con sólo permanecer
aferrándose a la tierra.
Aquí, lejos de todo, no existe el aquí,
sólo el rumor de un nervio catódico que se desvanece.
Flores de piedra como ofrendas del miedo,
fantasmas de bórax que aun queman mis párpados
Y la lúcida resignación de los derrotados,
los que mueren ahí sedientos de paisaje
ciegos por el clamor de la nada.
Sobre este suelo cada sol es definitivo.
El salar se ocupa de lamer el cielo
para que la noche se ensanche.
Del libro “A nivel del mar”
“… Santiago es una vaca que rumia diariamente su vuelo, es una pesadilla en la que uno corre una carrera vertiginosa pero sin moverse del lugar.”
Witold Gombrowicz, Diario Argentino
VIII
Una fuerza y su obstáculo,
es el remolino.
Los paisajes destiñen las ventanas
cuando dios aplaude los ángeles de la siesta
y en el zoológico triste
los leones son bostezos distantes.
Obligado a detenerse,
a probar el margen de cada resistencia,
el río se arrepiente
como el devenir del Nilo.
No asume su extensión
ni el brillo de su llanto
porque sabe que el espacio
es sólo tiempo,
tramos de tierra entre los días,
inútil
medir
espumas.
El agua no lava los restos,
no disuelve el dolor de las orillas,
permanece en fuga,
velando el trance de los árboles ahogados,
lamiendo huesos anónimos
para que fluyan las ciudades
Todo emite un latido preciso,
por las venas de las paredes
la luz en zumbido
es un mantra secreto
que el río escondió en la arena.
Aunque el cauce se dimane en peces muertos
y la ciudad vomite aburridos plásticos
todo final es apariencia,
cualquier sol
propicia espejismos.
Del libro “A nivel del mar”
by Claudio Medin | 15 \15\America/Argentina/Buenos_Aires diciembre \15\America/Argentina/Buenos_Aires 2016 | Ensayo
Creo que los Lamborghini compartieron bordes. Al menos, dos: el de la épica cuando invade o es invadida por la lírica (la cuestión de los rechazos de la crítica canónica a la épica, a Leónidas lo lleva casi al manifiesto), y el borde de las apuestas de estilo o de género cuando se acercan al territorio de la parodia pero sin abandonar -y el borde entonces sigue ahí- su condición dramática, agónica… El trabajo paródico –tanto el de Leónidas como el de Osvaldo- puso en escena las operatorias de adopción y desmontaje de una historia político-poética que juntó con honestidad, y parodió hasta el sacrificio, gauchesco, tango, peronismo de los 50 a los 70, policiales pulp, psicoanálisis lacaniano entre otros, jergas carceleras, izquierda post 68, lingüística estructural, revivals victorianos, ensayos contemporáneos sobre historia del arte y la literatura… Entre ambos, eso y más, y qué bueno; sin ese nomadismo sacrificial, sus recorridos por las vertientes discursivas folklorizadas de la región no hubiera llegado a existir, y se hubiera perdido mucho.
Es cierto: estoy sumando temas de uno y de otro, y nunca se asociaron para trabajar; pero creo que hay un emplazamiento compartido que permite hacerlo. Esos poemas invariablemente épicos y, siempre, tozudamente puestos en conversación, son, siempre, de después de una guerra. De guerras políticas, se sabe. Y de guerras poéticas, ellas también oscuras, secretamente múltiples, fragmentarias y plurales como las otras: la secuencia de marqueses de Sade incluye al que pasó por Freud y por Barthes, y cuando habla Arlt podría estar dirigiéndose a Oscar Masotta. Pero no se trata tanto de volver como de volver a hablar. Esa épica es la de la Anábasis: algo terrible pasó, algo que nos mostró una vez más lo que nos negábamos a ver, y ahora debemos volver a nuestro lugar contando (ya, porque no puede esperarse la consecución final de nada, el contar, el saber y la memoria son para la marcha) lo visto, lo vivido, lo peleado y lo perdido. Hay que decir el recuerdo para retomar algo que ya no puede formularse bien, y en la batalla las palabras sufrieron como cuerpos. Sólo que, para el lector de los Lamborghini, para el que quiere abarcar parecidos y diferencias, no hubo una sola batalla. En una se peleó en nombre de la Palabra, en otra en el de un Deseo que tal vez no quiera asumirla sino sabotearla.
Se intentará un recorrido de operatorias.
1. Las operatorias del elegir, del repetir, del mostrar, del parodiar…
Todos sabemos que el sentido del poema no podrá decirse, sólo podrá aludirse en accesos ensayados desde distintas costumbres de lectura. Y que en la instancia de la crítica se da cuenta de experiencias propias o ajenas registradas en algunos de esos accesos: en cada caso tal vez se amplíen, así, los alcances de una conversación.
Y sabemos también que hay poetas que no pueden dejar de cumplir el rol de críticos, así como hay (hace tiempo que cada vez son más) pintores, escultores, etc. que no pueden dejar de ser, además, curadores y críticos de sus obras. Siempre ocurrió, ahora se ve y se habla más: son tantos ya los que no esperan, no podrían esperar el momento del manifiesto o de la entrevista para opinar o argumentar.
Y todos sabemos que no hay poesía que no sea (también, pero siempre) poesía del pensamiento. Las diferencias, en todo caso, son de tiempo (verbal). Se canta, se juega, se confiesa, se impreca, se cuenta… pero también se exhibe un pensar o un haber pensado. En el primer caso -el de la opción por la exhibición del pensar-, algo se muestra en gerundio, interpelando desde el momento del escribir o del hablar. En el segundo caso (¿el de la opción por la poesía de confirmación? No demos ejemplos…) se trata de agitar emotivamente un pensamiento concluido, y en general ya socialmente conformado y cerrado. Con la poesía lamborghiniana -eh! metonimicemos, para volver después a la comparación-, con la poesía de los Lamborghini- no pasa. Se piensa eligiendo, repitiendo, mostrando, parodiando…
2. Te cuento / te dejo contar
Pero: Leónidas escribía y hablaba también sobre poesía. Osvaldo menos (menos fuera de la poesía), y sin el tono de manifiesto de Leónidas. Perdón: como si en Leónidas hubiera siempre un te voy a contar ,y en Osvaldo un te dejo eso ahí. Las distintas referencias de Leónidas, en textos diversos, al Eclesiastés hablan de un lugar del orador y hasta, más directamente, del argumentador, que existe exponiendo. Y en ese trance puede llegar a vivir y morir: en Siguiendo al conejo, cuidadosa y chocarrera adición bilingüe a Alice in Wonderland (a aguantarse el experimentar que una escritura en paralelo en dos idiomas siempre agranda el decir, cuestiona el traducir), al tema del Eclesiastés le ocurrirá convertirse en un debate sobre el tiempo en distintos sentidos:
Alicia: Pensé que el tema del Eclesiastés es el Tiempo y que ese es el tema del conejo con su reloj De Pronto, al que está consultando a cada rato…
I thought that the theme of Eccleciastes is Time, and that´s the theme of the rabbit with its Suddenly watch, which he´s consulting all the time…
Lewis Carroll: Parece lógico. ¿Otra taza de té?
It seems logical. Another cup of tea?
A.: Sí, gracias: ¿el té es lógico?
Yes, thanks; is tea logical?
L.C.: Si es el té de las 5 en punto, sí, es lógico.
If it´s 5 o’clock tea yes, it´s logical.
A.: ¿Y si se sirve a las 5 y un minuto?
And if it´s served at one minute past five?
L.C.: ¡Ah! Entonces ya no es lógico. Observo que no has perdido tu capacidad de hacer preguntas locas…
Ah! Then it’s no longer logical. I see that you haven´t lost your ability to ask mad questions… [1]
En principio, nada de Osvaldo ahí. Como si en la lectura de lo de Leónidas pudiera tomar su lugar el anuncio de un juego de argumentación, en el que uno podría elegir internarse prescindiendo de otros. Pero puede sostenerse que el reencuentro espera ahí también, a pesar de los dos. En una de las últimas entrevistas[2] en que trata de desplegar su poética (en el sentido clásico, retórico: sin privarse de la posibilidad de que se lea como propuesta, y sin cambiar de andén desde su argumentar en verso), Leónidas aclara que todo debe esperarse del tono (las proposiciones del gauchesco, por ejemplo, serían nada si se prescinde de él) y de una operatoria (agónica) sobre las formas: “se trata de dar vuelta las viejas formas, como un guante”. Esto aclarando que la frase es de Trotsky y… que está tomada de un citador, T. S. Eliot. La diferencia entre sus agonías dialógicas y los entredientes de Osvaldo parece nacer a veces de la distancia entre prioridades de recorrido, entre elecciones de estación.
Y el recorrido de los niveles o dimensiones de su poética los muestra siempre ampliándose, aun cuando los textos de referencia de esa poética se meten en estabilizados cantos de oficio o de género (del payador, del narrador en escena), que se suceden continuándose.
3. Los retornos de la tragedia, la parodia, la palabra suelta
La lectura del Estanislao del mate es buena estación previa para la de El jardín de los poetas. En el ¿prólogo? de Tragedias y parodias I (ahí está el Estanislao) se dice que los maestros gauchescos “fueron (son) paródicos por trágicos y trágicos por paródicos”, ya que “vieron entre posibilidades de lo cómico la fundamental de dar expresión profunda y verdadera, al dolor humano”, y que esa asunción es la que también “se respira en el aire de (esta) época” [3].
Pero hay algo en Tragedias y parodias que es un punto de flexión en la escena de escritura de Leónidas: la puesta en escena de “las palabras que juegan su propio juego” (en “La ovejíada”) como figura central con respecto a otras de su poética. Del “hueco enfermo de yo mismo” del cuerpo que se mete, desencarnándose, en la La estatua de la libertad ; [4] a “las palabras que se retoban” (después, como en Siguiendo al conejo, lo harán hasta en otras lenguas). Y que constituirán, a partir de entonces , el sujeto del drama y la tragedia. En El jardín de los poetas lo serán en la repetición de infinitas remisiones a los actos mínimos de la cotidianeidad, que seguirán cambiando de entidad mientras haya poetas soñando su poema. .Personajes de un acto de elección definitivo, pasarán por las desplegadas instancias de diálogos conceptuales, filosóficos o políticos; el poema se podrá soñar y decir desde cualquier lado y a cualquier hora porque será el decirse, hoy trágico pero permanente también ahí, de los discursos de la política y también de los literarios y filosóficos; el poetizar quedará precisamente jugado a la circunscripción de eso de lo que se habla: lo de “soñar” el poema, como metáfora, se muestra destinado a alcanzar en seguida la condición de metáfora de una creación que en algún momento pasará a ser de todos (con Leónidas Lamborghini se podría decir: destinada a llegar en seguida a la condición de verso compartido o de letra), en el segundo siguiente a aquel en que haya sido dicho por primera vez; hoy parece natural, convencional –tan natural o convencional como el lugar común- que la poesía se diga onírica y agramatical; pero se dice para empezar, o para decir otra cosa. Porque se sabe también que eso es algo que se ha dicho sólo temando, como en la payada. Que sin sueño no hay creación poética pero que el sueño no escribe, que el sueño no es poesía, que soñar no es escribir. Y como hablando de esto, en El jardín de los poetas cada tanto viene un “Bosquecillo” a sacarnos, de una, de toda ilusión de sencillez (comprendida esa ilusión de lectura que había operado como nuestro intérprete). Porque ahí el verbo empezará a retorcerse hacia adentro en cada estrofa y la acción se mostrará como la de generar, en su doble acepción: la de hacer nacer y ¿opuestamente? la de poner en género, en instancias de la más ritmada vida social: elegiaselándosela, baladeándosela.
Poetas soneteándosela
a su Musa.
Poetas eglogándosela
A su Musa.
Poetas silvándosela
a su Musa.
4. Poner en género, metrear, poner en verso
La elección de género, siempre en un borde del escribir: elección a la vez retozona y honda ella. ¿En cuestiones de poetizar hay algo más inevitable, y entonces más delimitablemente poético que ese poner en género? ¡Perdón! El género puede esquivarse, puede no estar. O, al menos, puede no verse. Pero entonces habrá otro Acto Social, no menos inclusivo y excluyente: el de la elección y puesta en escena de unos procedimientos constructivos:
Poetas metreándosela
a su musa. Poetas pareándosela
a su musa.
Y a partir de esos acuerdos en principio formales es que podrá llegar también a decirse todo, hasta –o especialmente- las palabras que muestran que ese estar, más allá de las formas puede abarcar todo el sentido::
poetas sodomoverseando
a su musa.
Ahí podrían llegar a estar juntos los Lamborghini, los dos: después de unos pasos caminados hacia atrás desde la tragedia, hasta señalar el territorio común. Para eso habrá que percibir el momento del corte, habrá que llegar a la cesura en que aparezca lo intransitivo del escribir. Pero una diferencia insistirá: los dos son, en el sentido de la palabra de Leónidas, dramáticos, pero la figura creada acerca de lo que se da a leer es diferente en cada caso: materia y decir impiden toda sencillez o transparencia en los dos, pero los elementos que oscurecen el campo son de objeto en el llamado de Leónidas, de tono en el de Osvaldo.
5. Historia / experiencia

Osvaldo Lamborghini
Reconozcamos que con parecidos: tanto esos objetos como esos tonos caen en la escena como piedras. Pero en un registro de planteos de escritura se mostrarán tomando la escena, del lado de Osvaldo, una expresión que se exhibe masticada, sangrada, salivada en soledad; del otro, unas catástrofes históricas del temar y el decir, entonces políticas y sociales. No porque lo social y lo político no estén en Osvaldo, sino porque en él están para andar caminos o lugares o pretextos de la Experiencia:
Yo no hice una obra, hice
Una experiencia, experience.
Al margen, yo te amo como se ama
al rumor heteróclito,
el clítoris todavía todavía
de la página aún no esc rita,
manejo de los sinónimos.
¡Lo que es la lengua castellana!
Afirmación que hay, débese, entender
en estos términos
lo que es la lengua castellana
y no mi pésima bragueta.
Nocturno, nocturno, nocturno.[5]
Creo que deben encontrarse pocos ejemplos de utilización del esquema oposición entre lo general y lo particular con remisiones tan abarcativas a la historia literaria de las oposiciones entre sociedad e individuo, vida y obra, oralidad y escritura, sexo y política, naturaleza y cultura… Los Lamborghini compartieron el interés por todas ellas, pero sólo en Osvaldo el sujeto construido por el discurso (el agónico decidor que aparenta tomar la palabra en sus interpelaciones) fue siempre el paradójico héroe y antihéroe del relato y la escritura.
6. La ciudadanía de la épica
Tanto Leónidas como Osvaldo cultivaron, de manera cambiante y fragmentaria pero permanente, la autorreferencia crítica. En Leónidas, con efectos cercanos a los de la autobiografía estilística. En una de sus últimas reflexiones [6] habla de lo que fueron vías de búsqueda desde los momentos fundantes de Al público, y parece hacerlo con las posibilidades de objetivación que da la elección de objetos reconocidos como externos:
“Allí inicio otro recurso, el tronche, el corte violento del verso”.
El ejemplo: “En vez / tú no tienes voz propia / ni virtud / dijo / y escribes sólo para”.
Y la refundación incluía ya el emplazamiento de ese Texto-Autor anterior, venido de la letra (copla, himno…) como en un centro ajeno, a sufrir y disputar, porque la confluencia siempre se muestra esquiva, del trabajo poético:
“…son cosas que hice como una variante del poema clásico. Invocar a la musa, y la musa que (al poeta) no lo apoya”.
Y lo esquivo de la musa pudo coincidir con la distancia inicial de una crítica atenta a criterios que paulatinamente dejarían de condicionar la lectura de su obra, cuando el lirismo de los 40, vigente más allá de su década, dejó de manifestarse en el rechazo, por ejemplo, de “temas que directamente no entraban, la épica no entraba, entraba lo lírico”.
Que la poesía épica entrara en expectativas valoradas de lectura, aunque no fueran las del tiempo y el lugar, y que era algo que había sido visto ya como deseable, pero difícil y poco frecuente, en la poesía latinoamericana: Borges, saludando unos poemas a los que veía alcanzar, desde una lírica con asentamiento de género (eran los sonetos de Daniel Ibarra), una condición épica: “La poesía nació con la epopeya: vuelve aquí a sus raíces”[7]. Y ya Amado Alonso había visto “prodigiosamente quebrarse los límites entre la lírica y la épica” [8] en Residencia en la tierra, con efectos que definía como los de una nueva fundación poética. Las remisiones se incluyen porque el tema de la épica como desvío
“El consierto del bagual”, en el Estanislao del Mate: en la poesía de Leónidas juegan relatos que arrancan de una épica que no por paródica dejó de constituir su epopeya. Sólo que ahora la parodia forma parte también de su trama. En “El mate de Estanislao”:
Un guacho es un gaucho al que le han metido
la a ditrás de la u. ¡Hijunigransiete!
y por eso corre y ricorre la imensidá ‘e la pampa imensa
ihasta que a juerza e’ la juerza de correrla y ricorrerla
-¡iluminao de imensidá!-
se saca la a de atrás y se la mete por dilante. [9]
Esa lengua y su letra, instrumento que en la poesía de Leónidas están siempre a punto de no ordenarse, de no encuadrarse en sus funciones y que siempre pueden convertirse –esa lengua, esa letra- en condenado sujeto de la acción del que estaría para desempeñarla o hablarla. Mientras que el sujeto de la acción en la poesía de Osvaldo es el hacer y el decir de un sujeto de estrategias deseantes en permanente confrontación, que no podría soportar una rebeldía del sintagma como la de ocultarse detrás de un despegue estallado de fragmentos pero deberá vivir renovando escrituras porquesi no, es sabido:
Yo quería escribir
Y bien
No escribí
Me dejé llevar por estupores, por
“anotar en los márgenes”, por coleccionar
miserables cuadernitos de apuntes, para…
Mañana…
Hoy, 20 de agosto, 1980, los sucesos no
se han desencadenado,
las “fuerzas de la naturaleza” no
Se han desencadenado
Ocurrió en cambio que salí al corredor
y me crucé –necesito hacer contacto con alguien,
Con cualquiera para zafar de aquí-,
Me crucé con la rubia de buenas ancas
que me hace ojitos
Y ella me miró, dulzura,
Dispuesta al saludo
Pero,
Yo también la miré:
Hay un cierto modo… [10]
Desde el lado ¿opuesto? dice Leónidas: la escritura siempre traerá algo nuevo. Habrá que entender: algo por hacerse. Como el Eclesiastés al que no deja de referir, el poeta de Leónidas se muere por hablar. Sólo que finalmente se tratará de un hablar con ínfulas que lo plantan –destinos- ante toda re –ligio para sufrirla continuándola. Pero en parodia, porque el hacer incluirá un interpretar sin parámetros, una dicción tratará de oír su propio timbre para saber cómo continuar. Siempre habrá algo de nuevo, de condenadamente nuevo si se habla del drama desde su hablar. Un hablar de poetas “metreándosela”, “soneteándosela”, “metaforeándosela” (…) a su Musa. En El jardín de los poetas la mención de las prácticas seguirá hasta tirar abajo cualquier expectativa temática: para L.L. el personaje es el sentido compartido, transitado, golpeado por las prácticas que aguantan las exposiciones de la vía pública; y algo lo estará esperando para torcerlo en el curso de cualquier experiencia, pero no se puede no dejarlo insistir:
Parterre 4
Poetas esperando sin mayor esperanza
la inspiración de su Musa.
Poetas esperando sin ninguna esperanza
la inspiración de su Musa.
Poetas poniendo todas sus esperanzas en
la espera de inspiración de su Musa.[11]
7. Hablar del texto / hablar al texto
A la letra, sin llegar al cierre (así solía citar Leónidas los tangos, etc., y a su propia escritura, con aquellas remisiones al “tronche”), puede decidirse que dice: poniendo todas sus esperanzas en la espera de. Cortando la frase ahí: por un momento podemos dejar afuera la espera de inspiración de su musa; total, los cambios, los accidentes se dan siempre antes de ese repetido Objeto Directo. Suceden. En la espera. Ahí, no más allá. Hay mundos de escritura en los que se accede a la percepción de que es así, de que el sentido no podría encontrarse en su Después. El Dicente y el Discurso lo entienden por igual en la poesía de los Lamborghini, y actúan de acuerdo con sus diferencias.
Diferencias: Osvaldo también puede dejar venir al verso, y a su historia, y a sus relatos, y a sus jugados –transitorios- efectos de transparencia. Pero cuando parece empezar a ser otro Leónidas –cuando parece dejarse interpelar por un Canto Primero como si fuera el sujeto del suyo-, abandona enseguida el lugar del interpelado; toma la palabra, él, como lector, pero para nombrar distancias; así sea para mostrar una oscura admiración:
Es inútil: ¡qué gran poeta
fue, fue José Hernández!
Desde el Desierto, al bardo
Al arte que sigue (no decir “insiste”)
como yum, yum yum,
entre la lengua siempre
y el paladar
y también un poco
del diente que acá (mala)
Más allá jamás –debe
ahí quedarse
en una eternidad de umbral
-contra la comida
-contra el alimento
-Yum: ahí sentado, en armas,
contra todo lo que nutrirse
quiere como consciencia.
“Viene uno como dormido
Cuando vuelve del Desierto”.
Dos: dos versos. [12]
Y ocurrió además que entre ambas poéticas se constituyera, con el tiempo, otro eje de oposición: con la aparición de Carroña última forma la poesía de Leónidas termina de asumirse en un vivir y morir / morir y vivir de los textos en inacabables alternancias de figura – fondo con los presentes de la escritura.
El artista no tiene por qué ser el que encuentra las fórmulas que den cuenta de su obra, pero el prólogo de autor de Carroña última forma es descriptivo:
“a un solo paso de mis Obras Completas me he visto (he alcanzado a verme), en este cuerpo verbal en descomposición, como en una última forma de vida que, como tal, seguía bullendo”.
.Los poemas de distintos momentos de esas Obras aparecen divididos en versos de extensión mínima, que pueden llegar a consistir en una sola palabra, o en una sílaba o letra. Como si no necesitaran ya la asunción de los discursos fundantes de ningún imaginario colectivo, con sus marcas de género y estilo. Pero un haber sido que no es sólo el del pensar o el sentir individual es igualmente convocado en el juego: la síncopa del cambio de sitio de palabras o letras sueltas no puede provenir de ningún decir (la muerte de la experiencia dadaísta del arrojar letras sueltas sobre el papel, sin cambios de soporte no tiene vuelta atrás) con propósitos, un jugar inenarrable toma la escena, y el que deja de narrar es el Autor. O más bien se cambia de sitio en el narrar. Supo que lo narrado también narraba, seguía narrando después de que el narrador, el pensador, dejara de escenificar sus decires, sus ritmos y sus respiraciones. Las fragmentaciones de las nuevas escrituras no podían unir formas y contenidos porque no podían formar parte de ningún pacto sintáctico. Aquellas formas y aquellos contenidos insistían, pero dependiendo ahora de la voluntad de memoria –de memoria sintáctica, y sin ella no hay frase ni discurso- del lector; en los libros que siguieron, otras formas de juego textual rehicieron o deshicieron sus empeñosas vidas de escritor.
Otra vez para poner en fase, otros versos: los textos en los que Osvaldo también ve venir el discurso como dicente, pero, en todos los casos, para mostrar (el discurso) su dejar de decir. Para poder mostrar otra vez él (el discurso) que su destino paródico puede llegar a desmadejar la palabra.
Constituir, en fin, El Arte de la Elegancia
(y no, televisarlo). Hacer una publicidad sistemática
contra los fines: el zen y el Zenón.
Flechas de turbio mirar en una noche barrosa pero muy atemperada.
Taquito (¡Taquito!) camina por el corredor
así como la paloma
vacila…
entre golondrina y golondra
¡alondra! ¿no?
¡Sí! Buscada por los ruiseñores a quienes ella desprecia
porque el Zorzal la fascina.[13]
Osvaldo era el Menor. Se podría inventar ahora una historia de motivaciones: vino a decir que, después de cada agonía del Eclesiastés, se puede seguir escribiendo. Porque si la poesía y la política valen por su andar, no por su final o su cierre, cada andar, él mismo, vale tanto como su palabra y su causa. Tiene que seguir dando cuenta de su insistir, de su vacilar.
[1] En Leónidas Lamborghini, Siguiendo al conejo / Following the rabbit, Buenos Aires, Paradiso, 2010, p. 42
[2] Entrevista de Carlos Maslatan, Revista Ñ, 2007
[3] En Tragedias y parodias I, 1. Estanislao del mate, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme,1994, p. 7.
[4] En el comienzo de La estatua de la libertad, Buenos Aires, Alba Ediciones, 1967, esp. 11 a 15.
[5] Parte del poema 2 de “La divertidísima canción del diantre”, en Osvaldo Lamborghini, Stegmann 533’bla y otros poemas, Buenos Aires, Mate, 1997, p.20.
[6] “Vida”, en Mezcolanza, Buenos Aires, Emecé, 2010.
[7] “Proemio”, en Daniel Ibarra, Sonetos, Buenos Aires, Ed. La Luna Que, 1999 [1983}.
[8] En Poesía y estilo de Pablo Neruda, Madrid, Gredos, 1997.
[9] En Tragedias y parodias I, 1. Estanislao del mate, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme,1994, p. 11.
[10] En Osvaldo Lamborghini, Poemas 1969 – 1985, Buenos Aires, Literatura Mondadori, 2012.
[11] En Leónidas Lamborghini, El jardín de los poetas, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 1999, p. 14.
[12] En Osvaldo Lamborghini, íd., íd., p. 364, 365.
[13] En “Taquito (para Silvia Del Curto)”. Osvaldo Lamborghini, íd., íd., p. 211.
by Claudio Medin | 15 \15\America/Argentina/Buenos_Aires diciembre \15\America/Argentina/Buenos_Aires 2016 | Ensayo
En este ensayo se comentan diversos textos que impusieron debates entre los años 50 y 80 en la Argentina. Héctor P. Agosti, Juan José Hernández Arregui, Oscar Terán y José Arico, son revistados para intentar nuevas lecturas.
El ensayo tiene una gran tradición literaria y ha sido siempre un género destacado en nuestro continente. Durante todo el siglo XIX “fue la forma más original y vigorosa de la escritura en América latina”. El ensayo como escritura, y sobre todo cuando se elabora desde la primera persona, permite multiplicar lecturas, reconocer autores, establecer polémicas y mostrar una gran variedad de estilos.
El ensayo como literatura de la reflexión se ha distinguido por la prosa “dialogante” y por “la comunicación abierta”. El Plan revolucionario de operaciones de Mariano Moreno, un documento clave de la independencia en la Argentina, se funda como una “operación literaria” y como una operación política. Es un documento que inaugura un ideario de radicalización ideológica y que además tendrá sus detractores que consideraban que el famoso Plan no fue escrito por Mariano Moreno. Las dudas sobre la autenticidad o lo apócrifo han sido algunas de las estrategias ensayísticas que marcaron parte del debate intelectual, como señala Jorge Lafforgue en su libro Explicar la Argentina.
El descubrimiento del Plan revolucionario de operaciones por parte del investigador argentino Eduardo Madero a fines del siglo XIX, quien estudiaba en el Archivo de Indias en Sevilla la historia del puerto de Buenos Aires, permitiría que se difundiera un texto clave. El Plan de Moreno nos permite hoy reconocer algunas de las diferencias políticas entre quienes formaban parte de la Primera Junta de la Revolución de Mayo. Como literatura de reflexión, este documento es sin duda un referente fundamental del ensayo como género, y a la vez un multiplicador de las disputas ideológicas y de las operaciones político literarias.
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