by Claudio Medin | 17 \17\America/Argentina/Buenos_Aires diciembre \17\America/Argentina/Buenos_Aires 2022 | Poesía
Presentamos tres poemas de La oscuridad del signo (El Suri Porfiado, 2022), primer libro del poeta fueguino Franco Riquelme.
Clonazepam y dioses
Hay un ruido en el alma
galpón pequeño
circuncidado.
¿Dónde está la boca del río?
Hay una balsa prístina
que decanta los vacíos.
Ya no quiero saber.
Hay en mí
un desorden necesario.
Coloquio de los signos menores
Ya me desparramé por el aire
y no deseo ser normal,
crecer y echar raíces.
Todavía recurso
los coloquios de amor
y caigo como un durazno
cuando veo un manzanal.
Por la pobreza y los psicofármacos
supe que soy una cáscara dura,
única semilla.
¿Cuántos signos puede abarcar un cuerpo?
Si el amor viene del lenguaje
no vuelvas nunca.
La oscuridad del signo
Soy un signo que nadie escucha.
Una lengua muerta
que busca el ojo eterno
por placer y crueldad.
Quiero descansar allá
donde todo se derrama,
si no ¿de qué habla el lenguaje?


Franco Riquelme (Río Grande, Tierra del Fuego, 1995) es docente en Historia y dicta clases en el Instituto Provincial de Educación Superior Paulo Freire. De vez en cuando publica textos académicos y literarios en revistas locales y latinoamericanas. Su primer libro, La oscuridad del signo, fue publicado por la editorial El Suri Porfiado (Buenos Aires). Las campanas no tienen paz, su segundo libro de poemas, será publicado por la Editora Cultural Tierra del Fuego próximamente.
by Claudio Medin | 15 \15\America/Argentina/Buenos_Aires junio \15\America/Argentina/Buenos_Aires 2019 | Poesía
Compartimos el poema “La piedra” y dos fragmentos de “El árbol” y “El perro”, que dialogan entre sí, pertenecientes al libro La bestia ser, de Susana Villalba, publicado en 2019 por Hilos editora.
EL ÁRBOL (fragmento)
es la mañana
el acontecimiento
la candidez
de sólo ser
respiración
la liviandad
con que la mariposa danza
su momento
en el sol
lo que amás
te ata
me dijo el cielo
y aquí estoy
un perro me huele
ladra
da vueltas
a mi alrededor
aúlla, salta
quiere morder
mi inmovilidad
que no comprende
la soledad siempre
es con otro
en cada bifurcación
hago nacer el tiempo
para estar en el mundo
del perro
mi memoria es el viento
hasta en la altura
hay competencia
en lo quieto
pero también el amor
me dio esta forma
retorcida
la tormenta
y la sed de infinito
deslumbramiento
EL PERRO (fragmento)
escarbo
escarbo
escarbo
el hueso de dios
todavía puede estar
en el corazón caliente
de la tierra
tengo celos de dios
el árbol
sólo mira hacia arriba
es imposible para mí
amar a un árbol
pero enamorarse es eso
le salto
y sigue absorto
tengo celos del fuego
que duerme en su corazón
de las estrellas
que le pasan
no soy un árbol
no puedo
entender su quietud
pero enamorarme es eso
cae la noche
como la realidad
mi universo es un baldío
me ovillo
en las raíces duras
de mi amor
tengo celos de los pájaros
abrigados
en sus ramas
envidio la noche
cayendo como un cazador
de espejismos
quién despierto
creería
en los sueños
la intemperie es una soledad
el amor es un adentro
doy vueltas
alrededor del árbol
le salto
salto de amor
y caigo
otra vez en mí
enamorarse es eso
LA PIEDRA
sostener en silencio
como amar
es un arte
¿existiría el mar
si no lo contuviera?
me derrota
algo intangible
como el agua
su transparencia
¿si no me enfrentara
existiría el mar?
soñar sin perderse
es un arte
a veces una roca
se estremece contra la orilla
perdida
hasta lo irreductible
se amalgama
amar es eso
y te sorprende
un filón de topacio
en el porfirio
entonces qué creías
que es el oro
sino la cicatriz
es infinita
la ruptura
los bordes
son difusos
todo es fragmento
polvo del sentido
de las piedras
si mi amor es eterno
también la soledad
incorruptible
gravitando en el espacio
de la separación
sostenida de mí
no estoy quieta
todo me atrae por igual
el cielo es una pampa
el imán de la estrella
es su distancia
soy intrínseca
el arte de estar
quieta
es dar el corazón
al movimiento
silba el viento
un eco
de lo que ya anunciaba
mi desprendimiento
¿cantaría el agua
si no me atravesara?
agazapada en mí
espero
otro momento de la tierra:
una temperatura del amor
que funda hasta las piedras
Susana Villalba es poeta, dramaturga, crítica teatral y gestora cultural. Recibió la Beca Guggenheim 2011 (en Poesía) y el 2do Premio Municipal de Buenos Aires 2004/5 (Poesía édita). Tiene siete libros de poesía publicados. Integra diversas antologías argentinas e internacionales. Asistió a numerosos festivales internacionales. Es Asesora Artística de la Dirección del Libro, Bibliotecas y Promoción de la Lectura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Creó y dirigió la Casa de la Poesía de la Ciudad (1999) y la Casa Nacional de la Poesía (2000) y los Festivales Internacionales de Poesía de dichas instituciones. Escribió y dirigió las obras teatrales Corazón de cabeza; Feria americana; Obsidiana; La muerte de la primogénita, La voz de la luz y Mi noche ideal. Realizó diversas performances con video y objetos, entre ellas Formatos de Julietas, en Haroldo Conti, y La voz de las piedras. Dicta la materia Poesía en Dramaturgia para la Maestría en Dramaturgia de UNA.
by Claudio Medin | 23 \23\America/Argentina/Buenos_Aires mayo \23\America/Argentina/Buenos_Aires 2019 | Poesía
Compartimos una selección de poemas del libro inédito Un corazón de suave plumaje, del poeta chileno Agustín Benelli.
Las ovejas
aman.
aman a sabiendas
que su oficio está en extinción
a pesar de esa dócil mirada
a pesar de su lana tibia
nacida en la urdimbre de soles.
Yo admiro ese insólito rebaño procurando amar como ellas aman.
Aunque ésta mi cornamenta también es la sombra del macho cabrío
que la luz de la lámpara dibuja en las paredes
una crónica de abruptos acantilados en la niebla.
¿Acaso no es verdadero este deseo
de amarte curar tus heridas
despojarte de la soledad?.
Heme aquí en la pupila de la noche empujado por el deseo a resistir
la mano y su báculo en este redil
con mis hermanas borregas
que observan con amargura
a los pequeños que intentan amar a sus madres
que se acicalan lejanas ensimismadas
en el laborioso horizonte de la metrópoli.
Beber de tu leche
beber balaban los cabritos.
Cuáles son las señales de peligro
necio mamífero
en alabanza
y tributo a la lujuria ariete enrojecido
como un sol en su pulso avasallador.
O tan sólo soy una bestia
empeñada en lamer tu cuerpo
y cobijar en mi guarida
en el ubérrimo peñasco
de mis designios tu pan tu leche.
Tú que vas por los collados
ilusionada transfigurada
en feroz estrella sobre el monte.
Y yo aquí en este corral me desangro por acariciar tu lomo.
Ay si tú me dijeras bestia ven a mí.
*
Eran
como pequeñas catapultas sus pupilas aquella tarde de abril.
Invisibles piedrecitas de canto rodado
me arrojaba atrevidamente.
Ninguna de ellas osé esquivar
todas se hundieron
en aquel río de sangre
que torrencial iba por mi arteria.
Entonces suaves ondas
de choque se expandieron
por todo mi cuerpo.
*
El contorno atmosférico de tus ojos parece acariciar el aire
en aquel vórtice
donde se aparean las gaviotas cada vez que el sol
desaparece detrás de la lámpara.
En aquel desbordante campo
de oscuridad la noche se abre solitaria
al fuego adulador de los astros.
Donde poco a poco el mundo sensible se incrementa
hasta llegar a tu cicatriz
de mujer-océano.
*
Fue una tarde
o una noche de junio cuando descendías de tu universo
por el cordón de tu sangre a mi sangre.
Tu mirada eran dos tímidas garzas volando con ternura cerca de mi nariz.
Bajo tus parpados color violeta
una vertiente marina
y un aroma a sal
se movían en el aire.
Entonces volaba
hasta tu pupila vestido de astronauta para entrar una y otra vez
en tu vértigo en tu colmena de pan
y miel.
*
Fueron muchas las noches
que alimentaron a la provincia
desde lo incalculable de la Vía Láctea.
Una barca en espiral
hacía lo asombroso
del azul
el gozo como velamen sobre tibias aguas.
Todo fue transparente
párpados adentro la mujer desnuda
el paisaje domesticado
la noche extendida
como una línea sinusoidal bajo los astros.
El gemido
iba y venía por la tierra fértil
e intensificaba el roce de los cuerpos.
Entonces el junco eyaculó la semilla
en aquel aletear del tiempo.
*
Supongamos
que tú eras la barca a la orilla del río
quién izaba las velas de la imaginación.
La irrenunciable libertad
en medio de las tribulaciones
Y aunque yo te dije ¡Nunca más!
el cielo aún espejea sobre las aguas del gran río
aún ilumina la ciudad. Ese firmamento
de grandes y pequeñas cosas.
O Brahms y su concierto de piano
brillando en los timbales del aire
traspasando el umbral
de los sentidos
con una gestualidad tan intensa
que derriba tazas y jarros.
Ahora
supongamos que la belleza
es aquel punto de la cocina
donde sartenes y ollas
se desnudan alegres ante la esponja
para bruñir sus metales
con la señal de la luz.
Donde
cuchillos y tenedores
entre átomos de grasa y detergente son convocados
para despojarse
de todo rastro de iniquidad.
Donde
me pregunto si acaso un poco de jabón
podría borrar la tristeza
de ese pedazo de hilo
que aún cuelga en mi frente.
He aquí la emoción
o el relato que lo guía
y las manos del pianista
cayendo sobre el teclado
y los altavoces trasladando el sonido
a todos los cuartos
con una devoción tan cósmica que todo lo anida
en el aire.
La fotografía
las gotas de lluvia
el humo secreto de la noche.
Las notas musicales
que caen salpicando las membranas
de la nostalgia.
Todo vuela
la terraza el poema la conversación
los remolinos de papel.
Todo por el revés de mi frente
sube en simultánea realidad
para luego caer
en el cáliz
de la
tristeza
donde no podré jamás
alcanzar tus manos
bajo esa
omnipresente
oscuridad.
*
Tú sabes
que bullen enormes olas de fuego dentro de mí.
Que soy un pájaro
un corazón de suave plumaje sobrevolando tu nido.
*
Recuerdo
cuando en nuestro lenguaje de pájaros
construíamos nuestra propia cartografía en busca de la orilla hermosa.
Y “El Mar”
era un poema
de Yevtushenko por donde las gaviotas pasaban como estrellas fugaces
hacia remotos océanos.
*
Un día comenzamos
a olvidar nuestro rebelde lenguaje.
Fue aquel día cuando
nos perdimos
en la niebla y su enojo.
Ahora cargamos una piedra soneto del silencio
que nos oscurece en su carcelaria envoltura.
Agustín Benelli (Concepción, Chile). Artista visual, comunicador y poeta. Es productor y conductor del programa Flashback de Radio Universidad de Concepción. Sus poemas han sido publicados en periódicos, revistas y en diversas antologías nacionales e internacionales, así como en sitios web. Publicó en 2017 Organigrama del Deseo yAsomado a la Palabra (Ediciones LAR Literatura Americana Reunida). Es director del proyecto Educación Poética para Chile y del proyecto Festivales Internacionales de Poesía del Biobío.
by Claudio Medin | 22 \22\America/Argentina/Buenos_Aires mayo \22\America/Argentina/Buenos_Aires 2019 | Notas
Por Sergio Rodríguez Saavedra
Leo Lobos (Santiago, 1966) viene publicando sostenidamente desde principios de los 90. Una poesía breve, concisa, narrativa. En esta oportunidad llega “Corazón”, entrega de la Colección Poeta Raúl Zurita que -también por años- mantiene Mago Editores, un proyecto que con regularidad acerca la actual poesía chilena al espacio público. Y nombrar el tiempo es pertinente cuando se habla de poesía, este arte que debe acercar la huella de lo sentido a un lugar en el alma.
La madurez de este trabajo se signa por la comprensión de la propia escritura y la función que todo poeta cumple en este ejercicio:
“Apoyándome en mí
envolviéndome en mí
desde mí mismo
para dar con mi voz exacta”
(La voz del corazón)
Una exigencia que la continuidad del trabajo debe dar al texto. Una forma de reiterar que es el autor, y no otro, quien provee las palabras que albergan el sinsentido de la vida. Y para llevar a cabo su trabajo qué otro punto de referencia más exacto que el corazón, el cruce original y espontáneo de nuestra tradición lírica.
No se crea, sin embargo, que es una alabanza al lugar común ni una elegía por aquello que se ha perdido, nada de eso. Aquí acudimos a una estructura que aspira a delinear (nunca definir) el eje central de un largo proceso llamado creación y, a través de éste, descubrir una poética que articule los trabajos que le preceden:
“El poema es una
isla sumergida
la oscuridad
donde veo”
(Latidos en el corazón)
Tras veinte años de la primera crítica que hice del trabajo de Leo Lobos (la plaquette Ángeles eléctricos) ya se posee lo que en las bienales se definen como “afinidades afectivas” (ese afluente del Goethe de Afinidades electivas), eso que uno encuentra como parte del propio camino: experiencias, lecturas, trabajos entrecruzándose que nos hacen llevar autores como parte de la propia biografía, que no es otra cosa que comprender la extensión discursiva propia en el relato de la poesía chilena, siempre atenta a las vanguardias pero también sus herencias. En este caso, la singularidad del poema breve donde se pueden reconocer y recordar a Gonzalo Millán, Omar Lara o Mauricio Redolés siguiendo la corriente de obras y autores.
El libro Corazón, cuyos textos poseen una extensión regularmente epigramática, va delineando una propuesta coherente. El mismo trabajo adquiere independencia y se nutre a sí mismo con el ejercicio plástico conocido del autor: las traducciones del portugués que Leo Lobos ha entregado a nuestro deleite, y con ello, este decir cobra una seguridad que sabe combinar lo público y lo privado, se hace voz.
“Toda oscuridad
enciende miles de
luciérnagas
Las cosas importantes
suceden
en lo oscuro”
((Co) Razón).
De este modo, Corazón, viene a ratificar la escritura continua de un autor con tres décadas de oficio en la singular poesía chilena.
Sergio Rodríguez Saavedra (Santiago de Chile, 1963). Ha publicado en poesía Suscrito en la niebla (1995); Ciudad Poniente (2000 – 2002); Memorial del Confín de la Tierra (2003), Tractatus y Mariposa (2006), Militancia Personal (2008); Centenario (2011); Ejercicios para encender el paso de los días (2014) y Patria Negra Patria Roja (2016). En España fue editada la antología de su obra Nombres propios (2017), y en Colombia su Antología de agua y hueso (2018). Ha ganado diversos premios y becas. Participó de las antologías críticas Anguita 20/20 y Teillier Crítico. Actualmente escribe para Revista Cultural La Noche y Latin American Literature Today.
Leonardo Lobos Lagos nació en Santiago de Chile en 1966. Ha publicado 15 libros de poesía. Su obra ha sido traducida al portugués, búlgaro, inglés, italiano, rumano, japonés, chino, árabe, francés y holandés. Como traductor desde el portugués ha realizado versiones en castellano de autores como Roberto Piva, Hilda Hilst, Claudio Willer, Tanussi Cardoso, Paulo Leminski y del escritor portugués Fernando Pessoa. Ha recibido numerosos premios y becas. Corresponsal en Chile de la Revista Archipiélago.
by Claudio Medin | 20 \20\America/Argentina/Buenos_Aires abril \20\America/Argentina/Buenos_Aires 2019 | Poesía
Una selección de poemas del poeta, editor y periodista cubano Alex Fleites.
noche que vela los espejos
para reina maría despierta en ánimas
noche cerrada como un puño
que nada contiene
ni una tos ni una risa
ni el gorjeo de un niño
noche por donde no circulan autos
ni nadie canta como si peleara
en medio de la calle
ni una radio ha quedado encendida
derramando noticias
que no importan
pues no hablan
de ninguno de nosotros
ni de nuestros enemigos
ni siquiera de los seres que amábamos
noche como rosa nonata
que ni perfuma ni estalla en color
noche que vela los espejos
noche que devora
las minúsculas plantas de la sala
los cuadros donde se asomaron
espantados los amigos
noche que sabe que vigilo
que salgo al balcón
como quien mira
a través del retrato de la hija
noche previa a la noche de la noche
disuélvete en mi pecho
y no permitas que ponga un pie
más allá de la marca sangrienta
donde ya no hacen falta los misterios
*
⟨⟩
⟨adentro era un domingo
sin palabras
había poca luz
el salmón que escapó
de casi todo
vino a encallar
en nuestra mesa
brad mehldau
amenizaba
la carrera de hormigas
pésima elección
las locas se ponían
a marcar el ritmo
afuera el mundo
era un acuario
la gente respiraba
la brisa incendiaria
quería decirnos algo
pero se marchaba
nadando el resplandor
tu jugabas a ordenar
rostros vencidos
hechos al arte de la espera
yo me daba palmadas
en la frente
por un verso feliz
que a otro se le había
antes revelado
después de comer
tradujimos
de dylan el “desaire”
estábamos podridos de amar
lo incomprensible
aquí se podía besar sin previo aviso
aquí se podía ejercer la desnudez
y ungirla con vino rojo
y briznas de tierra lloviznada
al cerrarse el símbolo
quedaron limitados los espacios
no me habría importado
permanecer del otro lado
si hubiera podido impedir
una vez más
la disolución de tu sombra
de espaldas
alejándose⟩
*
discurso del hombre como un gato
este es el comienzo de la cuarta vida
en pocos metros cuadrados
acomodo lo que queda
de mi mundo
afortunadamente tan poco
que nunca va a desbordarse
aunque las ventanas
se queden peligrosamente abiertas
a los incendios de la noche
este es el momento
en que empieza a fundarse el olvido
fuera los espejos
fuera las cintas que reproducen
intensas vísperas anunciaciones varias
fuera los libros que atestiguan
los retratos que hablan
el perro que pasa una y otra vez
por el sueño sin reconocer la mano
el olor pálido de entonces
esta es la hora en que debo quemar
los trajes que en otro tiempo
me arroparon el alma
el segundo de cortar
los hilos del teléfono
cambiar de nombre
dejar tan sólo un rastro de hojas secas
que sirva a los hijos
si fuera menester
para dar con mi atribulado corazón
tan errático como una granada
cuya parábola
nadie puede corregir
y una y otra vez cae al centro del mar
sólo para espanto
de anémonas y peces
*
caída de la casa
al techo de la casa
le han salido manchas de humedad
si se miran bien dos rosas inconclusas
dos rostros
dos pámpanos marinos
y hasta dos soles negros
sobre nuestro breve cielo
de estar cómodamente acongojados
mañana alguien diligente
va a reparar las lozas
que la lluvia cincela
y cobrará por ello
un precio intolerable
nada va a quedar
del presagio de las floraciones
olvidaremos por un tiempo
el inaplazable comienzo del derrumbe
*
beber café en la oscuridad aleja el miedo
adentro de la taza
también está la noche
que diluye
hasta los pensamientos
beber café en la oscuridad
es como aspirar
la niebla
echar leños
al cráter de un volcán
lanzar los ojos
a las aves que han bajado
trinando
a comer de tus despojos
quien se bebe la noche
despertará
sangrando
en una noche
de otro tiempo
quien se bebe la noche
desciende
sin miedo
a la gruta
donde se guardan
los cuadernos y los signos
los talismanes y las fotos
el aire denso
de aquel amanecer
en que toda posibilidad
temblaba de rocío
beber café en la oscuridad
apaga los rezos
las canciones
que se pretendían
amorosas
sella el rumor
por donde tratara
de deslizarse la luz,
la caricia furtiva,
cualquier palabra
que no volviese
a herir
que no volviese
Alex Fleites (Caracas, 1954). Licenciado en Filología Española por la Universidad de La Habana. Entre sus poemarios más conocidos se cuentan A dos espacios (1981), El arca de la serena alegría (1985), Ómnibus de noche (1995) y Un perro en la casa del amor (2004). En el 2015 la Universidad Veracruzana editó su antología personal Alguien enciende las luces del planeta. Es, asimismo, autor del libro de relatos Canta lo sentimental publicado en México (2011), Cuba (2012) y España (2016). Su obra ha sido parcialmente traducida al ruso, inglés, francés, italiano, alemán, portugués, chino, vietnamita y cebuano. Aparece antologado en importantes colecciones de poetas cubanos confeccionadas en la Isla y en el exterior. Es periodista, editor y curador de arte.
Fotografía: Álvaro Fleites