Detrás de página: Federico Gargiulo

Detrás de página: Federico Gargiulo

Seguimos con la sección Detrás de página, dedicada a aquellas personas vinculadas de alguna manera con el mundo editorial. En esta ocasión, nos responde Federico Gargiulo, fundador de la editorial SüdPol, especializada en literatura de viajes y con sede en la ciudad de Ushuaia, Tierra del Fuego.

Una pregunta que suele surgir en los lectores acerca de los autores que leen es cómo habrá sido su primera relación con la literatura, su inmersión en el universo literario. Porque no siempre se nace en casa de lectores. En tu caso, ¿cómo empezó tu relación con los libros?, ¿en la propia casa, en la escuela, en una biblioteca popular?

En mi caso puntual, mi casa siempre fue una casa de libros. Mi padre era un hombre silencioso, y siempre lo encontraba leyendo en la mesa del living. Sin decirme nada, sin tratar de convencerme de que me sumergiera en la lectura, se me dio por leer desde una edad temprana. Y no mucho más tarde, por escribir.

Y con respecto a la tarea concreta de la edición, ¿cómo se inició? ¿Hubo algún maestro en tu camino como editor? Y si no hubo alguno de carne y hueso, ¿algún autor que consideres fundamental?
No tuve ningún maestro a la hora de convertirme en editor. De hecho, tampoco me considero un editor, más bien un hacedor de libros. Autores fundamentales, Borges, Cortázar, y dejando autores a un lado, siempre me gustó la literatura de viajes.

En un libro sobre edición hay un epígrafe de Thomas Fuller que dice: “La cultura ha progresado gracias principalmente a los libros que han producido pérdidas a sus editores”. ¿Qué pensás sobre esto?
Que es una gran verdad. No dejo de sorprenderme, o de indignarme, de toda la literatura basura que triunfa comercialmente en el mercado editorial, y de las grandes obras que “fracasan“.

¿Cómo ves el mundo editorial en la Argentina hoy, con las políticas económicas impulsadas por el gobierno actual?
Creo que al gobierno actual le importa un bledo la cultura, y la ciencia, y muchas otras cosas que son fundamentales en la sociedad. Las políticas económicas actuales no hacen más que resentir el consumo, y muchas veces la cultura es una de los ítems que primero se recorta en tiempos de vacas flacas.

¿Cómo te llevás con los libros digitales? ¿Te parecen un complemento, un estorbo, algo pasajero dentro de la industria editorial?

Los libros digitales me parecen un complemento, no creo que los libros físicos vayan a desaparecer nunca (como algunos profetas de los ebooks sostienen). Tampoco siento que afecten mi mercado, ni las ventas de mi editorial. Al menos no sustancialmente.

En el caso de SüdPol, una editorial con un nicho tan específico y con un marcado número de títulos que son reediciones o traducciones de obras antiguas (ya sea clásicos o títulos hasta el momento poco conocidos en español), imagino que en general las ideas de publicación surgen de tu parte y no de originales que te acercan los autores. Pero no deja de estar la decisión de publicar, o no, detrás. ¿Ante qué cuestiones te solés detener para decir: este libro lo vale, hay que editarlo?

Sin duda, las ideas de publicación surgen de mi parte, pero aún así ya hay casos dentro de mi fondo editorial en los que he recibido manuscritos (recomendados por otros conocidos) y los he publicado. Creo que a la hora de publicar un libro, muchas veces pienso si comercialmente puede andar o no, pero al fin de cuentas lo que más me importa es que los libros que publico me gusten y me entusiasmen, más allá de que la gente los compre o no.

En los textos que son de otra época, ¿hay un trabajo de edición (en el sentido de trabajar el texto), previo a la publicación?
En ciertos libros antiguos con nomenclatura marinera hemos hecho notas al pie para explicar ciertos términos concretos. O mismo en ciertas traducciones con giros idiomáticos inentendibles de no hacerse las aclaraciones correspondientes.

El oficio de editar, como el de corregir, es casi invisible. Los lectores muchas veces desconocen todo lo que sucede con los textos antes de que los libros lleguen a sus manos. Pero acá queremos saber, si es que se puede: ¿cuál fue el trabajo más arduo que has encarado hasta el momento, en cuanto a la edición/publicación de un texto? ¿Y el que te generó más placer?
Sur, de Ernest Shacketon, fue la primera traducción a nivel mundial de South, lo cual me generó una gran alegría. Había muchos libros sobre esta historia, pero no el propio escrito por el autor. A su vez, también se debieron hacer muchas notas al pie para esclarecer términos marineros, lo que demandó bastante trabajo.
Uttermost part of the Earth, en su versión original, también nos generó mucho trabajo, pero a la vez bastante placer porque es la primera vez que este libro se publica en inglés en Argentina, lo que hace que los libreros ya no tengan la necesidad de importar este clásico sobre Tierra del Fuego.

Si uno se detiene en el catálogo y sabe que Südpol es una editorial que se especializa en publicar lo que se conoce como “libros de viajes” (con todos sus matices), sospechará que la forma de publicar es casi siempre la misma: nace de un deseo de tu parte y no de originales que se presenten para ser evaluados.
Hay gente que se acerca con sus manuscritos, y me encantaría tener el tiempo para leerlos a todos. La realidad no me permite hacerlo ya que además de mi trabajo como director (y cadete, y administrativo, y logístico) de Südpol, trabajo como guía Antártico / Ártico y recientemente como agente de viajes, con lo cual apenas tengo el tiempo para las cosas más urgentes.

¿Qué libro te gustaría poder publicar, que no hayas podido hacerlo?
Tengo varios proyectos en mente, quizá una nueva traducción del Último Confín de la Tierra, pero también libros acerca de exploración Ártica. Es cuestión de tiempo y esfuerzo, por lo general publicamos dos o tres novedades por año, más alguna que otra reimpresión.

Südpol es una editorial relativamente nueva y con relativamente pocos títulos, y sin embargo tiene un nivel de distribución, a lo largo y ancho del país, que impresiona. ¿Cómo te las arreglás para que eso suceda?
Lo más difícil fue el contacto inicial con librerías y distribuidores, lo que me llevó mucho tiempo y trabajo. Si bien las relaciones comerciales de Südpol y sus canales de venta están aceitadas hoy por hoy, el desafío es lograr tener un seguimiento real y constante de todo el stock de la editorial que anda dando vueltas por ahí. El hecho de tener que trabajar en consignación complica toda la ecuación, pero lamentablemente es la única forma. A veces el volumen de trabajo administrativo es tanto que apabulla.

Por último: ¿cuál sería tu definición de “catálogo”?
Catálogo no solo es el conjunto de títulos que conforman a una editorial, sino aquello que marca su norte. En el caso de Südpol, la temática viajes es la que da vida y marca el camino de la editorial.

 


 

Federico Gargiulo es licenciado en Turismo, además de escritor y editor. Reside parte del año en Buenos Aires y en los meses en que las regiones polares se descongelan un poco, se dedica a navegarlas a bordo de barcos de expedición. Tanto en el Ártico como en la Antártida, se desempeña como guía de campo y conductor náutico. En agosto de 2007 publicó su primer libro, Huellas de Fuego, relatos de una expedición al Fin de la Tierra, que luego fue traducido al inglés, al francés, al portugués y al alemán. En 2008, fundó la editorial Südpol, especializada en literatura de viajes, la cual dirige. En 2011 publicó su segundo libro, Papeles de tierra y mar, historias reunidas donde termina el mundo.

© Fotografía: Jorge Monferini.

Detrás de página: Alejo Carbonell

Detrás de página: Alejo Carbonell

 

Con el año nuevo estrenamos una nueva sección: “Detrás de página”, donde nos proponemos ir compartiendo una serie de preguntas hechas a distintos editores y editoras acerca de sus experiencias en torno a la edición y de algunas opiniones sobre el universo de los libros.

Inauguramos esta incursión en el detrás de las páginas con el editor, narrador y poeta Alejo Carbonell, actualmente a cargo del sello Caballo Negro:

 

Suele pasarnos a los lectores que, ante escritores que admiramos, nos preguntamos qué leen o qué leían ellos, cómo habrá sido su primera relación con los libros, su inmersión en el universo literario, porque no siempre se nace en casa de lectores. A algunos nos surge la misma pregunta acerca de los editores. ¿Cómo empezó tu relación con los libros?, ¿en la propia casa, en la escuela, en una biblioteca popular…? 

Sí, en mi casa había libros, mis padres leían bastante y me estimularon la curiosidad. Cuando empecé a leer por las mías, unos años después, llegaba a mi casa y decía “che, estoy leyendo a tal y me parece genial” y mi viejo me decía “fijate en la biblioteca, que hay un libro de él”. También leí bastante de la biblioteca de la escuela primaria y en la biblioteca pública de mi ciudad natal.

 

¿Cómo comenzó tu actividad en la tarea de edición? ¿Tuviste además algún maestro en tu camino como editor? Si no uno de carne y hueso, ¿algún autor que consideres fundamental?

Como casi todos los editores de mi generación, comencé por hacer mi propio libro. Luego, los libros de los amigos, y así. Es una experiencia común con un montón de gente, algunos continúan y siguen aprendiendo el oficio y otros no. En relación a la idea de maestro, creo que sí, pero me molesta leer cuando alguien se declara discípulo de tal, porque es como colgarse del cuello del laburo de otro. Lo que puedo decir es que aprendo todo el tiempo de otros editores, muchos amigos a los que admiro y respeto.

 

Hay autores que atribuyen sus inicios en la escritura a que, al leer ciertas historias, se quedaban de algún modo disconformes con lo que habían leído, entonces escribían para enmendar eso, para cambiar finales, para hacer su versión “mejorada” de ciertas obras. ¿Esa especie de sensibilidad u olfato es imprescindible en el caso de un editor?

Creo que es todo lo contrario, el editor no debe hacer “su versión mejorada”, es el autor quien la tiene que hacer. Ya pensar que uno puede hacerlo mejor que el otro es, al menos, arrogante, pero, por fuera de eso, cuanto más invisible nuestro trabajo mejor. Uno puede acompañar el proceso del escritor desde una posición, discutir y demás, pero eso tampoco garantiza que el libro salga mejor, es la verdad. Y menos si el editor se para desde un lugar de poder sobre el escritor. Es una relación horizontal de intercambio que puede salir bien o mal.

 

En un libro sobre edición hay un epígrafe de Thomas Fuller que dice: “La cultura ha progresado gracias principalmente a los libros que han producido pérdidas a sus editores”. ¿Qué pensás sobre esto? 

Como viene la mano, el 90 por ciento de los libros le van a producir pérdidas a los editores… Hablando en serio, no conozco el contexto de la frase de Fuller, no sé qué entiende ni por cultura ni por progreso… Dicho así me parece una verdad de epígrafe nomás.

 

¿Cómo ves el mundo editorial en la Argentina hoy, con las políticas económicas impulsadas por el gobierno actual?

Está complicado, todos los análisis y diagnósticos acerca de nuestro sector son parecidos y precisos, no hay mucho que agregar. Ya lo sabíamos y ahora está ocurriendo. Lo único que puedo acotar, tal vez, es que muchos de los editores que en este momento están en actividad se hicieron muy de abajo, editando en fotocopias, plaquetas, sin recursos ni apoyo de nadie. Esa fibra sigue estando y quiero creer que no será tan fácil sacarnos del medio.

 

¿Cómo te llevás con los libros digitales? ¿Te parecen un complemento, un estorbo, algo pasajero, dentro de la industria editorial?

Ni un complemento ni un estorbo, es otro dispositivo de lectura, que circula de otro modo y que en nuestro país todavía no pudo hacer pie de forma significativa. Aporta nuevos lectores y nuevas lecturas, está perfecto. Uso muy poco mi e-reader, leo todo el día por trabajo en el monitor, así que cuando termina mi labor quiero agarrar un libro de papel.

 

¿Cuál sería tu definición de “catálogo”? ¿O cuál sería tu catálogo ideal?

No existe el catálogo ideal, me parece. Y mi idea al respecto de lo que es o debería ser un catálogo se va modificando, no es una cosa estanca.

 

¿Qué esperás encontrar al leer originales? Es decir, ¿ante qué cuestiones te solés detener para decir: este libro lo vale, hay que editarlo? ¿O no hay, nunca, recetas?

No, si te fijás, los catálogos en los que he aportado en su construcción son bastante eclécticos. Que no es lo mismo que amontonamiento, pero fueron publicados, por motivos de los más diversos y sin embargo siempre pensados como parte de un catálogo.

También es cierto que casi siempre uno sale a buscar los libros que le interesan, la verdad que muy pocas veces uno publica a partir de la recepción de un original, sin saber de antemano nada del autor o del libro.

 

En tu caso, además de ser editor en el sentido de publisher, entiendo que sos también editor literario, así que te hago algunas  preguntas sobre eso: ¿cuál es tu caja de herramientas, como editor? 

Es al revés. Soy sobretodo un editor literario, lo de publisher ni me interesa, solo que en nuestra escala no te queda otra que ponerte también en ese lugar.

No hay cajas de herramientas, se decide publicar un libro y aparecen las ideas en torno al texto. Es fundamental la relación con el autor para que ese encuentro sea fructífero.

 

En tu caso, sos además autor. ¿Entrás en conflicto a veces con el deseo de imponer tu propio estilo a la obra que estás leyendo, alterando tal vez la voz del autor, o nunca se mezclan los roles? 

Son oficios distintos, pero están entrelazados, nadie es una sola cosa, y todos, a su vez, somos lectores, que tal vez sea la posición más productiva a la hora de discutir un libro en el proceso de edición. Pero como te decía antes, no se trata de imponer la idea de uno, sino de que el autor haga el mejor libro posible.

 

El oficio de editar, como el de corregir, es casi invisible. Los lectores muchas veces desconocen todo lo que sucede con los textos antes de que los libros lleguen a sus manos. Pero acá queremos saber, si es que se puede: ¿cuál fue el trabajo más arduo que has encarado hasta el momento, en cuanto a la edición de un texto? ¿Y el más placentero?

Lo que pasa es que estoy en diferentes proyectos: trabajo como editor asalariado en una editorial universitaria, tengo una editorial con amigos, tengo una editorial de servicios con mi pareja y hago trabajos puntuales también para otras editoriales o publicaciones… Uno de los trabajos más agotadores fue para un libro de marketing: tuve que desgrabar 60 entrevistas de un programa de tv, armar los ejes del libro y articular las respuestas de los 60 entrevistados como si estuvieran opinando uno después que otro en una mesa redonda.

Libros que me gustaron hacer, muchísimos.

 


 

Alejo Carbonell (Concepción del Uruguay, Entre Ríos, 1972). Poeta, narrador, guionista de historietas y editor. En poesía ha publicado: No nada nunca (1995), Pescados (2007), Rocamora (2008) y Sendero luminoso (2013). Durante cuatro años fue coeditor de La Creciente, donde publicó su libro Hache o cruz (2004). Compiló y prologó la antología de la nueva narrativa de Córdoba 10 Bajistas para la Editorial Universitaria Villa María (Eduvim) en 2008. Diferentes artículos, cuentos, entrevistas, guiones de historietas y poemas suyos han aparecido en diversos medios del país. Actualmente dirige el sello editorial Caballo negro, es editor en Eduvim y miembro del quipo organizador del Festival Internacional de Poesía y del Festival Internacional de Literatura de la ciudad de Córdoba.

 

Fotografía: cortesía del autor.

 

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