Rapsodia descontenta, este nuevo libro de Alejandra Méndez Bujonok plantea, ya desde el título, la pasión –en tanto afecto, sentimiento- que ordenará el ánimo de todos los textos. Un canto triste, un canto falto de alegría, o quizá la alegría como un terreno despojado, un vacío. Se acusa una falta. Y como se trabaja EN o DESDE ese vacío, hay un apuro –un desconcierto- del lenguaje por nombrar lo innombrado. Algunos términos estallan ante nuestros ojos como una granada de luz: allí tanto juegan los sentidos que estos términos despliegan, como la estela que dejan tras de sí -generando una dificultad consentida desde la voz lírica- pero también un haz de sombra y oscuridad con la que hay que negociar para ir hacia la comprensión. Más que comprensión, diría intuición del poema (fragmento del texto escrito por Elena Anníbali para la contratapa del libro).
El río
Las tardes no son bombas aquí
pero nos llegan noticias desde lejos.
La tierra es un lugar terrible,
un desolado campamento de idiotas
que olvidan en mitad de la noche canturreando.
Mi cuerpo ya no existe entre el gentío,
desaparezco firme en la extrañeza.
La sangre nunca fue un río eterno.
Rhizanthella
para Fabiola
Por los caminos del agua en busca del silencio
las máquinas son máquinas secretas.
Como una Rhizanthella, sin romper
jamás la superficie de la tierra,
florecen por lo bajo aquellos rayos.
Regresa el canto antecesor
La fiebre terrenal en un susurro infantil
llena de aromas la noche clara,
y así llueven el alba,
los perdidos.
Como una estampida de caballos salvajes
sus corazones en el mío llueven
vuelven con la lluvia, llueven
los latidos de las cosas
yacen junto a mí.
Los aprendices
Dijo el silencio de Wang-Fô
que nos detengamos a contemplar los astros,
que aprendamos del mundo de las palabras:
ellas son las creadoras de las cosas.
Ruiseñores en colonias llenas
de humanos extraviados,
¿sabremos cantar en las aristas del mañana?
Que arroje la primera piedra
Ese animal no calma su hambre comiendo.
Tiene las ramas torcidas desde siempre.
Nadie ha podido calmar la pena
y se le enquistó en tumor una rabia,
estrella que estalló llevándolo todo.
Creció en voracidad la noche
de su corazón.
Alejandra Mendez Bujonok nació en 1979 en San Cristóbal, Santa Fe. Reside en Rosario, Argentina. Estudió psicología en la UNR. Es escritora, docente y productora cultural. Coordinó los ciclos de lecturas: Poesía en los Bares (auspiciado por la Secretaría de Cultura y Educación de la ciudad de Rosario) Poetas que leen a otros Poetas, Poetas del Tercer Mundo y las trasnoches del FIPR (Festival Internacional de Poesía de Rosario) en 2010 y 2011, entre otros.
Ha participado en importantes Festivales de Poesía nacionales e internacionales.
Publicó los libros de poemas: Tarde abedul (La Pulga Renga, Rosario, 2013), Charlas con Cuchúa (Editorial DeAcá, San Luis, 2018), Trece maneras de enfocar otro pájaro (Ediciones Arroyo, Santa Fe, 2019) Rapsodia descontenta (CR editorial, Rosario 2022).
Fue declarada Artista Distinguida por la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe (2019). Integra numerosas antologías nacionales e internacionales.
Actualmente coordina un ciclo de lecturas en la Biblioteca Argentina Dr Juan Álvarez y junto a la poeta Vicky Lovell, el Área Letras del Complejo Cultural Atlas, donde se destaca, entre otras actividades, la curaduría del Melopeas Fest (Festival. Nacional de Poesía y Música).