Olga Orozco y una obra que es un paraíso, o un jardin, que germina, además, en otras creaciones. Anotaciones, diálogos e intertextos.
Distintas instituciones gubernamentales y asociaciones tenían planificados para este 17 de marzo recordatorios por el centenario del nacimiento de la poeta y periodista Olga Orozco, pero debido que no pueden realizarse actos o actividades con mucho público por el coronavirus debieron suspenderse o postergarse para otra fecha.
Como consta en numerosas bibliografías, el nacimiento de Olga Nilda Gugliotta Orozco había ocurrido en Toay, La Pampa, el 17 de marzo de 1920. A los 8 años abandona la provincia con su familia y se radican en la ciudad de Bahía Blanca (Buenos Aires).
Orozco escribe: “[..] mi casa, la única sobreviviente familiar que me queda. Cuando me fui de Toay, la encontré en cada casa donde viví. […] Dije ‘cuando me fui de Toay’ ¿Me fui del todo alguna vez? Toay es una puerta que se quedó abierta para siempre en mi memoria y por la que podía entrar a mi antojo para encontrar la fiesta o el sosiego” (en el Libro de Oro del Centenario de Toay, 1994).
No haremos un racconto de su trayectoria que ya es conocida por sus lectores, pero si algunas consideraciones de su obra y, por sobre todo, destacar algunas de las publicaciones que han surgido respecto a su poética y las influencias que ha tenido sobre otres artistas.
Tanto institucional como personalmente, Olga Orozco tuvo relación con la provincia y sus escritorxs con mayor asiduidad cuando se interesa en recuperar su casa (“La casa”), para transformarla en un espacio cultural. Comienza a reencontrarse con La Pampa en la década de 1990. Una de las intermediarias es la subsecretaria de Cultura Norma Durango, que no sólo está a disposición de la escritora sino que trabaja afanosamente en el objetivo de resignificar el hogar natal de Orozco. Es así que en 1992 se realiza la transacción y a partir de 1994 se abre como Casa de la Cultura de Toay, albergando al museo del pueblo y la biblioteca popular. Desde 2003 funciona como Casa Museo Olga Orozco, dedicado exclusivamente a su figura y su obra, además se halla en custodia su biblioteca personal.
Cabe destacar que presenta en su casa natal de la localidad de Toay su último libro publicado por la editorial Emecé en 1995, La luz también es un abismo; del cual dirá Rosario Bléfari: “contestación, segunda parte o reverso de La oscuridad es otro sol (1967)”. Esta actividad sucede un 17 de noviembre de 1995 (se reitera al día siguiente en el Consejo Deliberante de la ciudad de Santa Rosa), donde participa como presentadora la poeta y docente Dora Battiston, que es una de las más importantes investigadoras de la provincia de La Pampa que ha profundizado en las obras de Juan Carlos Bustriazo Ortiz, Juan José Sena y, también, Olga Orozco. En aquella oportunidad Battiston resaltó: “Aquella presentación fue un momento fuera de la realidad”.
El 17 de agosto de 1996 en el Auditorio “Juan Carlos Bustriazo Ortiz”, del Centro Municipal de Cultura de Santa Rosa, expone la conferencia “Oliverio Girondo frente a la Nada y lo Absoluto”. Invitada por la Asociación Pampeana de Escritorxs participa en octubre de ese mismo año en el XII Encuentro de las Letras Pampeanas “Profesor Ricardo Nervi”.
Más recientemente, APE colabora en la fundamentación del proyecto presentado por el Diputado provincial Eduardo Tindiglia, en donde se propuso declarar el año 2020 como “Año del Centenario del Nacimiento de Olga Orozco”, en conmemoración de tal acontecimiento. También es incluida en la cartelería del Paseo de los Poetas en el Parque Provincial Parque Luro, iniciativa de las Secretarías de Turismo y de la Mujer del Gobierno de La Pampa, y la Asociación Pampeana de Escritorxs.
INTERPRETACIONES DE OLGA OROZCO
Una obra excéntrica dentro de la producción poética de su época le otorgan un lugar particular en el campo de las letras nacionales. Integra la generación “Tercera Vanguardia”, de marcada tendencia surrealista además de destacarse en ella la influencia de los poetas místicos y los grandes poetas españoles del Siglo de Oro. Es autora de títulos ineludibles como Las muertes (1952), Los juegos peligrosos (1962), La oscuridad es otro sol (1967), Museo Salvaje (1974) y Con esta boca en este mundo (1994), que jalonan su trayectoria y la proyectaron a nivel internacional. Obtuvo el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en 1998.
Su poética ha sido estudiada por críticxs como Stella Maris Colombo, Juan Liscano, Elba Torres de Peralta, Cristina Piña, Julieta Gómez Paz, María Rosa Lojo, Graciela Maturo, Alicia Genovese (La doble voz. Poetas argentinas contemporáneas, Biblos, 1998; Eduvim, 2015) , Marisa Negri, entre otrxs, que son de lectura ineludible para quien quiera comprender la estética orozquiana.
Entre lxs investigadorxs provincianxs se destaca los estudios de Diana Irene Blanco (Olga Orozco. La jerarquía de la palabra, 2009 y Olga Orozco, Señora de la alta poesía, 2018), Dora Battiston (“Elementos de la doctrina órfica en la obra de Olga Orozco”, 1994 y “Olga Orozco: la filosofía como intertexto”, 2003), Raquel Miranda (“Continuidad del pensamiento antiguo en la literatura contemporánea. La inspiración órfica en los textos de Olga Orozco”, 2001), Sergio De Matteo (“Olga Orozco: una escritura desde lejos”, 2009, “Olga Orozco: entre la alquimia y Dios, 2019 y “Entre Dios y la memoria del tiempo”, 2019), Graciela Salto (“El fondo documental y bibliográfico de Olga Orozco desde un enfoque interdisciplinario”, 2017 y “Dedicatorias latinoamericanas a Olga Orozco: nexos, lecturas y afiliaciones”, 2019).
Los textos de la escritora, poeta y periodista pampeana han despertado el interés, también, de estudiosxs extranjerxs. En varias Universidades hay doctorados basados en su poética; por ejemplo Alejandro Arturo Ramírez Arballo de University of Arizona con la tesis “La poética de Olga Orozco como proyección estética del pensamiento moderno: un modelo de doble lectura (2008), Sarah Martín López de Universitat de Valencia con la tesis “Poesía y conocimiento en la obra de dos escritoras argentinas contemporáneas: Olga Orozco y Alejandra Pizarnik (2013); o posgrados de literatura como el de Ivette Silva Corona de Universidad Autónoma Metropolitana de México: “Susurros de lo inefable. Una reflexión sobre lenguaje, silencio y Absoluto en la obra poética de Olga Orozco”, 2001). También pueden citarse los artículos de Naomi Lindstrom, de University of Texas: “Olga Orozco: la voz poética que llama entre mundos”, 1985. de Edelweis Serra: “Exploración de la realidad y estrategia textual en la poesía de Olga Orozco” en Anales de Literatura Hispanoamericana, de la Universidad Complutense de Madrid, 1985, de Thorpe Running, St. John´s University: “Imagen y creación en la poesía de Olga Orozco”, 1987, de Melanie Nicholson: “From Sibyl to Witch and Beyond: Feminine Archetype in the Poetry of Olga Orozco” en Chasqui 27, mayo de 1998, entre otros.
Además, hay que destacar los libros de la Universidad de Guadalajara (México): Acercamientos a Olga Orozco, compilados por José Brú, publicado en 1998, de la Universidad de Sevilla (España): Olga Orozco. Territorios de fuego para una poética, bajo la dirección de Inmaculada Lergo Martín, 2010 y los dos tomos de la Universidad Nacional de La Pampa conjuntamente con la Editorial Teseo: Los juegos de espejos: Poética y subjetividad en Olga Orozco (Tomo I) y Médanos fugitivos: Poética y archivo en Olga Orozco (Tomo 2), compilados por Graciela Salto, Dora Battiston y Sonia Bertón, edición con estudios de especialistas del país y del exterior, a presentarse este año.
OTRAS INTERPRETACIONES DE OLGA OROZCO
En este apartado se debería destacar la revista Museo Salvaje, que es heredera de una publicación llamada Che. Artes y Culturas en Abya Yala. A partir del año 2001 reaparece con el título del libro de Olga Orozco a modo de homenaje y se edita hasta el verano 2010/2011.
En agosto de 2003 se estrena en la Escuela N° 5 de Toay el documental “Había una vez”, basado en la niñez de Olga Orozco. Es dirigido por los cineastas Silvio Tejada, Albertina Sales y Juliana Rodríguez Poussif. En un fragmento de “Había una vez” Orozco refiere:
“Había una vez una casa (no). Había en un tiempo una casa (no). Había en varios tiempos varias casas que eran una sola casa. ¿Era realmente una casa o era un espejo fraguado por los tres tiempos, de modo que cada uno era la consecuencia y el motivo del otro? Sì, como caleidoscopios o como en un yo circular a manera de cuarto de vestir, donde la que va a ser con máscara de anciana se probara la máscara de la que fue con máscara de niña, y viceversa y sucesivamente. La máscara de la que es, también, y que sólo se ve desde adentro, desde el revés de todas las máscaras confundidas en una, hasta que se devore eso que habitualmente llamamos rostro y se pueda ver quién es quien lo devora, y entonces supongo que comprobaré lo que sospecho: que no se es uno sino todos.
Pero ahora el tiempo es y aparentemente soy yo sola. En este momento en que voy a nacer, en que voy a regresar, el tiempo y la persona que son yo soy” (en La oscuridad es otro sol, 1967).
La actriz, bailarina y directora teatral Nadia Grandón dirige e interpreta “Cantora Nocturna” (2007) y “Con esta boca en este mundo” (2009), obras basadas en textos de la poeta pampeana Olga Orozco.
En septiembre de 2009 el director teatral Silvio Lang estrena en Buenos Aires la obra “Yo, Olga Orozco”, una experiencia visual y sonora.
También hay que resaltar algunas musicalizaciones de la obra de Olga Orozco, donde sobresalen los trabajos realizados por Pepe Marriot y Ada Blidner, sobre la base del poema “Desdoblamiento en más caras de todos” (Los juegos peligrosos, 1962), realizan la versión “Lejos, de corazón en corazón”, presentada en la Casa Museo Olga Orozco el 23 de diciembre de 2013.
El cantautor Juani de Pian resignifica en la canción “Nanni” a uno de los tantos personajes semimitológicos que recrea Olga Orozco en el relato “Nanni suele volar”, del libro La oscuridad es otro sol (Losada, 1967).
La cantante Guillermina Gavazza adapta el texto “Señora tomando sopa”, del libro Con esta boca en este mundo (Sudamericana, 1994), en la canción “Calesita”, con música del bajista Hernán Basso, y brillantemente interpretado por su grupo Guillermina & Los Planetas (Hernán Basso, Mauricio Ponce y Chelo Porcel).
MÁS INTERPRETACIONES DE OLGA OROZCO
Una mención para el trabajo de zapa que realiza Marisa Negri sobre la obra desperdigada en revistas y diarios de Olga Orozco. Una parte de esas investigaciones confluye en el libro Yo, Claudia (Ediciones en Danza, 2012), que comprende la obra periodística de Olga Orozco en la revista “Claudia” entre 1964 y 1974.
Otra línea corresponde a las ilustraciones, desde las ya conocidas de Raúl Soldi (Desde lejos, 1946); Juan Battle Planas (Las muertes, 1952); Enrique Molina (Los juegos peligrosos, 1962, y La oscuridad es otro sol, 1967); Paul Klee, fragmento de “El Niesen” (Mutaciones de la realidad, 1979); Valerio Peluffo y Olga Orozco, “cadáver exquisito” (Con esta boca en este mundo, 1994); Henry Peach Robinson, “Dormido”, 1867 (También la luz es un abismo, 1995); Edgar Degas, “Retrato de Helene Rouart” -detalle- (Últimos poemas, 2009); hasta las más actuales de Lihüe Pumilla (Breviario I, 2013) y Gabriel Martino (Cantos a Berenice, 2015).
La actriz y directora teatral Fabiana Rey ha montado dos obras basadas en los libros de Olga Orozco: “Relámpagos de lo invisible” (2008) y “Las muertes” (2014).
En 2009 el director Marcelo Iaccarino estrena los documentales “Oficios”, “Infancia”, “Obra” y “Destino”, basados en una serie de entrevistas realizadas a Olga Orozco en 1998.
El escultor Rubén Schaap realiza la obra “OO” en 2018, una representación de Olga Orozco en hierro soldado forjado y amolado (Propiedad de Andrea M. D’Atri); que ilustra el artículo.
En el festival “Poesía Pampa Fest”, desarrollado en septiembre de 2019 en la sala “La Fantasma”, de la Casa Museo Olga Orozco, la directora teatral y actriz Silvina D’Atri, junto a Emilce Aimar, representan el poema “La cartomancia” (Los juegos peligros, 1962).
Y por último se destaca el disco Para ser otra, una obra extraordinaria que explora e improvisa sobre el universo poético de Olga Orozco, que graba la artista argentina Hebe Rosell, radicada en México, en 2008.
ALGUNOS POEMAS DEDICADOS A OLGA OROZCO
Más allá de los estudios sobre su obra y el fenómeno intertextual que puede identificarse, también otros poetas le han rendido homenaje por medio de la poesía misma. Francisco Madariaga, el criollo del universo, le dedica el poema “Olga Orozco”, incluido en su libro En la tierra de nadie (Ediciones del Dock, 1998):
“Cuando la conocí recordé de inmediato
el poema de Milocz que dice en una parte:
“la extraña muchacha de párpados
arcangélicos…”.
Después la vi muchas noches de canciones
y de sueños, despedirse de los amigos y partir,
en delicadas y misteriosas volantas,
hacia los arenales de la Pampa.
Se alejaba -y se la aleja siempre- como
una esmeralda negra y solar de la independencia
frente a toda capilla literaria.
Estoy seguro de que, cuando viaja, le dice
a su postillón que debe hacer atravesar -sin
miedo- a la volanta por esa Oscuridad Otro Sol
de su fidelidad absoluta a la poesía”.
La poeta Ana María Mayol desde un acápite de Olga Orozco (“Lamento de Jonás”, en Museo Salvaje, Losada, 1974), que funciona a modo de intertexto, edifica el poema “Cuerpo tomado”, de su libro No se trata de mí (Ed. El Mono Armado, 2011):
“Soy mi propio rehén
el pausado veneno del verdugo
el pacto con la muerte”,
Olga Orozco
Soy mi propio rehén
testigo de lo atroz
protagonista de esta obra mía
Soy cada palabra que no he escrito
cada poema plasmado en los insomnios
cada silencio precipitado hacia el mar
La fuga permanente desde mi misma
Soy mi propio rehén
poblada de desiertos sed y sal
de fachinal grisáceo
de caldenes
y aromos floreciendo
en el patio de la infancia
Soy ese punto ciego en el espacio
que te detiene un segundo
despojo
escombro del olvido
torbellino que rescata pasiones
en el fuego
arrebata a la lluvia su murmullo
conozco
la prisión de lo inasible
mi sombra a veces
transmuta golondrina
la obstinada presencia
del amor en los ojos
el roce inconfundible
de una mano en el alma
Me he desterrado a veces
en la tristeza
otras
he caminado hacia mi propio abismo
he muerto en soledad con otras solas
he surcado sus cárceles
sin testigos ni juicios
sorteando emboscadas
que me tendió la muerte
Soy mi propio rehén
llevo este cuerpo tomado por la luna
lleno de noche y sombras
me reconozco en otras
como un espejo
como si yo no fuese
más que el pretexto
Soy mi propio rehén
en la memoria
La Subsecretaría de Cultura de La Pampa y la Municipalidad de Toay convocaron en 2013 el Certamen Federal de Poesía “Casa-Museo Olga Orozco”, con un jurado integrado por Diana Irene Blanco, Bruno Di Benedetto y Alicia Genovese, y con la propuesta de aludir al universo poético y simbólico de la autora pampeana, siendo premiados Águeda Franco, Fabián O. Iriarte, Mónica Scheinsohn, Marisa Negri y María Daniel Pascual. De la serie “Maneras de ser otras” (1° Premio), correspondiente a Águeda Franco, también incluido en su libro Raspando los días (Ediciones en Danza, 2017), seleccionamos “La pequeña Gugliotta”:
la chica de Gugliotta
habla una lengua extraña con los pájaros
con los seres de alas
los ojos azorados por visiones
en el falaz paraíso de la infancia
taciturna levita
es Darvantara Griska Matrika Doléesa
nombres para los rostros que la asumen
cuando juega a ser otra
a ser distinta
qué mensajeros ve que nadie los registra
dónde el azoramiento de sus ojos
la chica de Gugliotta
mantiene relaciones con el mundo secreto
escarchada en el fondo del pozo
se asoma para verse
triza su cara el balde
pasa horas
en a contemplación de sus retazos
emisarios de mundos subsumidos llegan a su llamado
disimulados en ratones escarabajos o libélulas
secretean con ella
parten raudos
a llevar sus mensajes de tintas invisibles
la pequeña Gugliotta
desciende alucinada
los peldaños de miedo de los sótanos
una vela en su mano parpadea
en camisón por las cornisas
es la menuda equilibrista entre las claridades y las sombras
callada niña rara
habla el idioma de los pájaros
tiene un lunar de oro entre los ojos
marca de los que fueron elegidos
por el azar por la desgracia por el fuego perpetuo
que arrasa el corazón y no se calma
seña de una metamorfosis
entre el encantamiento y la tragedia
alguien trama los hilos de esta vida
que en las arenas de Toay
arde confusamente
chica inclasificable la Gugliotta
parpadea y las arañas tiemblan en sus telas
mojadas de un rocío de infinito
una vida no alcanza
para sus múltiples vidas escondidas
exploradora pálida
de mundos subyacentes a este mundo
la poesía la salva
la condena
El poeta salteño Carlos J. Aldazábal le dedica el poema “Debo estudiar francés”, que integra el libro Las visitas de siempre (El Suri Porfiado Ediciones, 2014):
Olga Orozco preparó un arrollado
bañado en chocolate
y vino Miroslav, que es cocinero,
a la hora del té.
También estaba yo, poeta inédito
incapaz del francés y el galicismo.
El rito comenzó con la vajilla.
“Leeré en el futuro las llaves del abismo
para saber qué puertas nos tocarán en suerte.
Qué casas cruzaremos, qué portal venturoso,
qué llanto inagotable hablará en las gargantas”.
No recuerdo el pronóstico.
Pero sí su paciencia,
la mágica infusión de su voz poderosa.
Y el “estudie francés” imperativo
que siempre descarté.
El domingo pasado tuvimos otro encuentro.
Pero estaba en La Pampa:
un museo de infancia que ahora es Olga.
Ahí viven sus libros (incluyéndome a mí),
y sus plantas, sus piedras.
Y además Berenice maúlla en tono bajo
profiriendo ladridos.
Ella se preocupó por explicarme
(esta vez sin rodeos)
cómo la muerte juega en los jardines
y los portones crujen
cuando suenan pavanas y milongas.
Y el llanto comenzó como gotera,
y no quiso parar hasta vaciarme
el poco mineral que hay en mis huesos.
Olga me consoló con galletitas y un pocillo de mate.
El llanto no cesó.
Aunque leo francés no puedo hablarlo
y no puedo nombrar
con esta boca
en este mundo
desde esta pena.