Un fragmento de la última novela del chaqueño Francisco Tete Romero, con prólogo de Claudia Masin.

Furtivas, de Francisco Romero, es un libro vertiginoso, de esos que te toman de la mano con fiereza y no te sueltan. Una prosa que guarda en sí la misma velocidad, el mismo riesgo de lo que narra. 

Esta novela es un largo diálogo entre diferentes voces que se escriben entre sí, que se hablan, que de esa manera se acompañan y se calman mutuamente. Porque se han convertido en fieras para que las fieras más fieras no las devorasen. Y entonces hablar, escribir, escucharse, encontrarse en otros y con otros las devuelve a la condición humana, las vuelve personas capaces de recibir y dar abrigo en lugar de zarpazos. 

Las mujeres de esta historia son mujeres sobrevivientes del trueque humano en sus diversas y perversas maneras, mujeres que siguieron vivas porque se sostuvieron mutuamente en las ciénagas de la esclavitud y de la muerte: si se había mantenido con vida era porque había ido descubriendo una red invisible y sinuosa de gente dispuesta a ayudar -escribe Romero- una comunidad en la que cada vez que la halló se sintió menos sola, como parte de algo. 

Furtivas, rabiosas, haciendo que la justicia advenga allí donde el tajo de la crueldad derrama -y parece que derramará por siempre- una hemorragia interminable. Acá termina el espiral de violencia y miseria que nos dijeron desde el nacimiento que sería nuestra vida, dicen estas mujeres con sus actos. Y lo logran, no sin bajas, no sin pérdida, no sin espanto. Pero hacen lo que tienen que hacer para zafarse del destino que les fue impuesto.

En estos tiempos donde la crueldad es nuestro pan cotidiano, en los que vuelven a resonar, como vuelven a resonar en este libro, las pesadillas de los años de la dictadura, del tiempo de la guerra, del estallido de comienzos de siglo, escribir novelas como esta, leer novelas como esta -así de viscerales, así de crudas, así de vitales- nos recuerda que por más áspero que sea el latigazo sobre el lomo, por más firme que sea la atadura de la correa en el pescuezo, es posible liberarse. Más allá del desprecio con que somos nombrados, más allá de la oferta de ser carne viva para el disfrute de otros o carne muerta si no le servimos para nada al Amo, más allá del dolor y la miseria cotidiana, hay un horizonte. No podrán hacer que dejemos de ser personas, parece decirnos este libro. Hay un horizonte. Hacia allá vamos.

CLAUDIA MASIN

A continuación, el primer capítulo de la novela.

Capítulo uno 

  1. La Fabril. 

 

Esperábamos a que el viejo se durmiera para poder hablar o soñar despiertas cada una en su pocilga mental como decía la Pau. Porque mientras el viejo estaba despierto andábamos como a la defensiva, siempre en guardia, no fuera cosa que se le ocurriera que saliéramos a la noche con él, lo que ocurría una o dos veces por semana, según el clima decía el muy turro, el de afuera y si llovía mejor, o el de adentro, asegún cómo venía su ánimo. Si lo veíamos fumar esa era la señal. Íbamos a la Fabril, al club de trueque humano. Allí ustedes son diosas nos decía. 

Éramos sus musas, así nos llamaba el viejo a Pau y a mí, sus hijas del corazón solía decirnos cuando le daba por andar manso y nos pedía que le leyéramos las cartas que no estaban destinadas a él pero que el viejo se las había ingeniado para conseguirlas. Cartas de amor y desamor nos decía el muy guacho. Había sido amante de nuestra madre y cuando ella murió el único adulto que quiso ocuparse de nosotras fue el viejo. Yo tenía catorce y la Pau doce. En seis años nunca le fallamos, eso hay que reconocer nos decía cuando intentábamos decirle que no podíamos más, que no había más de dónde sacar lo que teníamos que sacar para salir con él de aventura nocturna como decía. De cacería salíamos y la carnada siempre fuimos la Pau y yo.

No podíamos hacer otra cosa porque el viejo y su mierda eran todo nuestro hogar y afuera siempre era peor. Afuera era el desierto y el viejo se creía el Mad Max del Chaco. Eso se lo debíamos, haber conocido esa peli, la tercera de Mad Max, más allá de la cúpula de trueno, la que cada vez que volvíamos a ver nos seguía haciendo llorar. No hay caso decía la Pau, somos boludas nomás porque al cuhete seguimos llorando como si fuéramos esa pendejada huérfana que de tanto buscar al mierda de su capitán lo terminan inventando a uno que ni ahí quería serlo. ¿En serio a vos te pasó lo mismo con esa peli?

Había que salir nomás y se salía Laura. Recuerdo ahora la primera noche, un viernes lluvioso, unas horas antes de que cumpliera los quince, el 29 de diciembre del 2001. Esa fue la primera vez que pisé las ruinas de la Fabril, por la avenida 9 de julio al dos mil ochocientos y pico. Había sido, nos dijo el viejo, la primera fábrica aceitera del Chaco y parecía una mini ciudad de hace cincuenta sesenta años, con calles y casonas para los jefes y casitas para los empleados, pero casitas lindas y galpones, todo eso, sí, pero todo semi destruido, como abandonado. Todo era un quilombo por esos días, todo había estallado por los aires y no había un mango en la calle, pero yo no sabía nada de que en ese lugar, en la Fabril digo, había empezado a funcionar un club de trueque humano que estaba abierto llueva o truene desde que se ocultaba el sol hasta que dejaba de ser noche. La Pau menos. Al viejo no sólo lo conocían, sino que parecía ser uno de los tipos que, si no manejaban esa mierda, al menos tenía su mando importante allí. Porque ni bien llegamos con una lloviznita que traía más calor que el que ya veníamos soportando, ni bien atravesamos el gran portón rojo desteñido de entrada luego de que el viejo dijera la contraseña Ábrete Sésamo y el negro grandote que hacía de patovica nos hiciera señas de que podíamos pasar, dos tipos de la edad del viejo se le acercaron, le dieron la mano y nos miraron con ojos bien babosos. El viejo atajó por ese momento esas miradas y les anunció que era mi cumpleaños. Entiendo le dijo el menos viejo de cara manchada, entendemos Pelusa le dijo el otro, porque Pelusa le decían los que mejor conocían al viejo. Y así esa primera noche fue la más inocente de nuestras visitas a la Fabril. Porque ni bien fue corriendo de boca en boca que ese día era mi cumpleaños un rejunte de tipas y tipos de la tribu más rara que por ese tiempo creía que podía existir salió para verme. 

Pero ese cuidado, ese mirarnos y no tocarnos duró solo esa noche, el de mi cumpleaños, el día en que me bautizaron para siempre Furtiva y ya nadie me volvió a llamar como me puso mi madre, solo a veces la Pau, que pasó a llamarse la Furtivita y siempre me dijo que eso es lo único que no me perdonaba ni me iba a perdonar nunca.

 

Claudia Masin. Es escritora y psicoanalista. Actualmente vive en Córdoba, Argentina. Coordina talleres de escritura. Su libro La vista ganó por unanimidad el Premio Casa de América de España en 2002. Su libro Abrigo tiene una mención del Fondo Nacional de las Artes en 2004. Su libro Lo intacto obtuvo un premio del Fondo Nacional de las Artes de Argentina. Textos suyos han sido traducidos al francés, inglés, sueco, portugués e italiano. Obras: Geología (Nusud, 2001) · La siesta (Múltiples editoriales, 2016) · La cura (Hilos, 2016) · Lo intacto (Múltiples editoriales, 2018) · La desobediencia. Poesía reunida (Múltiples editoriales, 2018) · Plantas No. 885 (Revista de la Universidad de México, 2022) · Mujer y escritura, 35 autoras argentinas de hoy (Fundación La Balandra, 2022).

Francisco Tete Romero es escritor y docente. Narrador y ensayista. Publicó las novelas Eclipse de mujer, La próxima lluvia, Oler la tempestad, Fantasma del Paraná y Furtivas; y los ensayos: Culturicidio. Historia de la Educación Argentina (1966-2004), Épica de lo Imposible, Culturicidio 2. Cultura, Educación y Poder en la Argentina 2004-2019 (2019, Chaco 8 tesis para otra historia, Napalpí). El crimen por la tierra. Genocidio y Terricidio; y Chaco Puede. La ficción de la Dictadura ataca otra vez. Este año saldrá su libro de Cuentos Impenetrables y Santo Oficio de la Palabra, entrevista a Mempo Giardinelli. Preparó dos antologías: Confines de la Patria. Narrativa del nordeste argentino –selección y estudio preliminar y Narrativa Argentino/Paraguaya de la Colección Chaco Americano.

Revista Excéntrica

Revista Excéntrica

Share This
Certificados SSL Argentina