Antología de uno de los poetas rosarinos más significativos de su generación
REALIDADES
Hoy es el día
en que sueltan los trenes
sobre la llanura.
¿Y en las esquinas?
¿Un fragor?
transcurre sobre el silencio
sin sobresaltos.
Todo sucede como si flotara.
Y alguien que ha soñado anoche
se suelta del último
viaje.
(De “Esta música abanica cualquier corazón”)
DE REFILÓN
En el velorio de la tarde
cae una rodaja, se corta un péndulo.
Alguien
en el último espejo
escribe. Tersos baldíos.
Todo sucede
en el pequeño tamaño de las horas.
Hasta brotan cigarrillos
en rosas de cobre.
Umbrales alambran
otras memorias.
Y un tango. Cuelga
de una pieza con aliento a polvo.
Y el cielo, que deja de lado
algunas nubes.
(De “Esta música abanica cualquier corazón”)
SEDUCCIÓN
Rosario abre su escote:
lo recibe una cantera
donde los parroquianos
pulen diamantes
en las cervezas.
Esta ciudad no es fácil:
las memorias
aparecen
en los pocillos mal lavados,
en los cabellos de un río.
(De “Esta música abanica cualquier corazón”)
CONVOCATORIO NÚMERO
Se llaman los cadáveres
entre sí.
Los racimos de uvas azules,
los racimos de huesos.
Son elementos, tribulaciones
que preceden a tus manos.
La tibia transición
entre un beso, el llanto,
el estuche vacío del corazón.
Las calles sólo se serenan
al estallarnos la cabeza.
Y la ciudad es eso:
una casa sin techo.
(De “Esta música abanica cualquier corazón”)
DIFÍCIL DETENER EL DÍA
Atardecía.
Como otras veces,
como demasiadas veces.
Nada parecía poder detener
este sol.
Ya sólo resta
un ciego sonido de lumbres.
La boca del cielo
se cierra
y solo, un rastrojo de las sombras.
El encrespado batido de luces
se pierde
en un atardecer violeta.
Esta música
abanica
cualquier corazón.
(De “Esta música abanica cualquier corazón”)
ÍCARO
Estrangulás el balcón
con sus propios
b a r r o t e s
pero esperás
para volar
los días nublados.
(De “Leña del árbol erguido”)
NEBLINA
Aprendiz de estrellas
te embriagás
con el alcohol espumoso
abundante en las mañanas frías
hasta que el bisturí del sol
quiebra tu copa.
(De “Leña del árbol erguido”)
CANCIÓN SEDOSA
Las estrellas nunca muestran su soledad
de años luz
y hoy es una de esas noches,
suficiente para la compasión.
La apariencia vuelve las cosas tangibles.
(De “Leña del árbol erguido”)
POETI-K
El poeta
presencia el mar
“Acabo de encender
el arte
pero el agua del mar
se cansa de mis versos
y quiere una garganta
-además,
cada mar
tiene su ritmo
y no soy
tan brillante.-”
El poeta
y el mar
se despiden
y vuelven
a cotidianos asuntos.
(De “Leña del árbol erguido”)
DEGRADACIÓN
La luna se arqueaba
cuando le tocábamos la punta.
Su movimiento
era éxtasis, locura.
Pero un día
no dejó que la volviéramos a tocar.
Ahora la luna,
estrellas
son simples elementos decorativos.
(De “Leña del árbol erguido”)
I
el dardo
da al centro de la noche
bola blanca sobre bola negra
un papel se quema
y el cigarrillo es la metáfora
hay partes de la ciudad
donde el agua del tiempo
pesa diferente
(De “Hobbies de hotel”)
IV
las estrellas de carne
se cuelan por las rejillas
del cielo
nada sencillo
discutir sobre el sexo de la noche
cuando los animales hambrientos
rodean el hotel
(De “Hobbies de hotel”)
VOLVIENDO LENTO DE LA DERROTA
el triste huésped de la mañana
te llama
el sigilo
brota en los corredores de la sal
y brillan
dos o tres placas de la luna abandonadas
tus manos
dos arlequines mudos
y tus botas
han perdido
la templanza y el color
(De “Hobbies de hotel”)
NI LA PIEDAD, NI EL OTOÑO
golpea el azar
y el verano observa
los corazones:
sólo dos músculos
que no merecen
ni la piedad ni el otoño
(De “Hobbies de hotel”)
POEMA
un chico
confunde a
poe con
conan doyle
pues ha visto
a holmes
caminar con un mono
pretexto suficiente
para
más tarde
escribir cosas
que disgustarán
a edgar,
arthur,
sherlock
pero que el mono
tal vez lea
con gusto
(De “Hobbies de hotel”)
EL HOMBRE VOLVIÓ AL BAR
el hombre vuelve al bar
en busca de su paraguas
al llegar
encuentra algo de gente
escuchando leer a un poeta
el poeta dice
cosas sobre el don del agua líquida
la escarcha sobre el verde
el rostro de las morenas,
y le señala una mesa
al hombre
el hombre entonces
encuentra su paraguas
en la mesa
y deja el bar
en el momento
en que la lluvia se desvanece
algo confundido
por la poesía
(De “Intervalo lúcido”)
EL JUEZ DE LA PUREZA
en aquellos días
nuestra sed era de lluvia
-el río salado
nos quemaba la garganta-
usábamos el techo
como un embudo gigantesco.
en el ritual
debía yo acercar el vasito
y esperar que el color del agua
dijera “bébanme ya”
entonces dirigíamos
el dulce fluido hacia el aljibe
-algunos vecinos
dejaban sapos
para que comieran los posibles
insectos-.
todo hasta
que el tajo del cielo
se apiadara nuevamente
o el líquido vagón de un tren
se compadeciera.
años más tarde,
tendría una más pacífica pero indiferente
relación con un río marrón,
y no sería ya
el juez de la pureza
(De “Intervalo lúcido”)
NÍSPEROS
un árbol de nísperos
plantó un vecino
en la tierra suave de tu infancia
para que diera sombra
a las noches del mundo
para que me diera sombra
(De “Intervalo lúcido”)
NOTA ENCONTRADA EN UN PORTERO
por favor
limpiá bien la vajilla
no siempre el tiempo
hace proezas
con la grasa y el dolor
no ocultés la tierra
y el llanto en la alfombra:
un día vas a caminar sobre barro
la ortografía cotidiana
no se corrige sola
(De “Intervalo lúcido”)
FINAL TRISTE DE PELÍCULA
él se casaba
ella juntó más tarde cada grano
de arroz
y los lavó
los secó
sobre un pañuelo bordado
los cocinó
ya sin lágrimas
con agua de flores
(De “Intervalo lúcido”)
OCHO (PARADO EN EL MUELLE)
un pez fuera del agua
se pregunta por la altura de los edificios
por ese extraño color azul celeste
de la muerte posible
-las aves recortan
ese gelatinoso panorama
hasta que la mano del pescador
lo vuelve al agua-
¿será “otro” ese pez
que palpó otra muerte
diferente
a la que le espera
una o dos horas más tarde
en la boca de un pez mayor?
¿será entonces pez muerto,
comido
pero no “pescado”?
¿o será
ese par de horas
otra forma de salvación?
(De “Intervalo lúcido”)
METÓDICO
arranca las flores
de la vigilia
sólo para ver las raíces del sueño
arranca los tapones a todos los ríos
y con los cauces ya semivacíos
da con los objetos extraviados
(De “Los cauces vacíos”)
EN UN GÜEMES
terneros surreales
tocan con pinzas de langosta
delgadas capas de la muerte
pequeñas garras del paisaje
sueltan la mano de fuego
que más tarde abollará todo
(De “Los cauces vacíos”)
2 – otra vez la muerte insaciable
Elliott Smith prueba algo de la muerte
pero en realidad él hace otra cosa
siente dentro cuál sería la suerte
como si todos perdieran la rosa.
Es un hombre con la mirada fuerte
pero Smith siente miedo de una fosa
donde vuela gris un pájaro inerte
y por las noches su corazón roza.
Entonces Elliott abre la coraza
para que el pájaro asome su boca
y coloca la sangre en una taza;
y así es que se disuelve de la roca
se vuelve canción triste con la maza
mientras Elliott todo pájaro toca.
(De “Los cauces vacíos”)
MIENTRAS SE JUNTAN TELARAÑAS
hay que cambiar estos muebles
los colores las formas
el espacio cotidiano alguna vez se harta
algunos artefactos también
pero quién desempolva
el disco de spinetta con el infierno inflacionario?
quién abre las sábanas de la cama nueva
donde nadie concilia el sueño?
hay que cambiar los muebles
pasar de un extremo a otro
(De “Los cauces vacíos”)
ROCK SINFÓNICO
tardes adolescentes
la música será un ancla
que se arroja
a tu interior
flotan un caballero
y un bufón
en esas aguas pesadas
de peces de plomo
y sirenas
tremendamente esquivas
(De “Los cauces vacíos”)
¿y para quién será lo que has amontonado?
Lucas, 12-20
la última cosecha
pone en la diyuntiva
de seguir ocupándose en acumular ganancias
o dar el campo en alquiler
y dedicarse sólo a descansar, sí
pero sobre todo a disfrutar
los beneficios de una vida de beneficios
éstos y no otros pensamientos ocupan la cabeza
del conductor de la 4 x 4
que a 160
toma con cierta displicencia la curva
que lo toma, lo vuelve carne entre hierro retorcido
chamusca esa disyuntiva de prosperidad más o menos cómoda
los graneros repletos, pero de sangre
y la misma disyuntiva del ángel
en susurrarle
durante la curva
algo
un acto de contrición da a un alma la salvación
Graham Green; Brihgton, Parque de diversiones.
(De “Fin zona urbana” – Antología de poetas rosarinos)
conocés ya
la incipiente melodía de las cosas?
a la mañana dormís
resolviendo el fragor del mundo
angelicalmente
girasoles
ondean tu frente
niña
zona del
alba
libera sutilmente
en el mediodía
zumo de tus frutas florecidas
paulina
atisba el mundo
hasta ahora en su dulce
cosmos de agua presocrática
sólo comprende las cosas
por su ritmo
y la felicidad
que la cuna del vientre mece
pronto el viento le traerá
a su rostro
la maldad pero la bondad de la gente
y se empezará a llenar
el corazón de música
para aquellas noches
de bares cerrados
¿Dónde irá con esos poemas
mordiéndole los talones
-sacudiendo los pies
para que no estorben,
no piense ni lo que pasó
ni lo que pudo-?
Sí, desde la altura
se observa esa mujer
que huye de poemas
escritos no por mano del hombre que la amó
y ensayó versos
en el fragor del amor o desaliento
si no de sus poemas propios.
Raras criaturas
crecidas del musgo del horror.
(Anna Ajmátova corre por calle Italia…)
Lisandro González nació el 14 de marzo de 1973 en la ciudad de Resistencia, provincia del Chaco, Argentina. Reside desde los cinco meses de vida en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Es abogado. Colabora con textos y comentarios de libros en revistas y suplementos literarios de Rosario, Santa Fe, Uruguay y México. Poemas suyos han sido traducidos al portugués. Publicó, entre otros, Esta música abanica cualquier corazón (1994), Leña del árbol erguido (2000) y Hobbies de hotel (2004).