El poeta Julián Axat nos propone esta compilación de poemas de Ciencia Ficción recientemente publicada en Argentina. Aquí, el prólogo y algunos de los textos seleccionados.
PRÓLOGO INTERESTELARIA
POESÍA,COSMOS Y CIENCIA FICCIÓN
¿Qué otra cosa vislumbras en la oscura lejanía,
allá en el abismo del tiempo?
William Shakespeare
Esta antología nació de las estrellas. De la historia de la poesía que se origina levantando la cabeza, en el hecho de contemplar la noche. Diría que no hay poeta que no se proyecte hacia el cosmos. Macrocosmos y microcosmos que confluyen en el poeta.
La palabra “constelación”, proveniente del latín constellatus, hace referencia a una “conjunción de planetas” que, según las creencias de los antiguos, ejercía influencia suprema en asuntos humanos. Así, las estrellas, objetos celestes que parecen permanecer siempre en el mismo lugar, son, para los antiguos poetas, un oráculo del pasado, presente y futuro. Una fuerza determinante, colectiva e individual del destino humano. Walter Benjamin dice que al mirar las estrellas, ellas nos devuelven la mirada. Esa proyección de luz que rebota y encandila. Ilumina al poeta.
Hay poetas que se pierden en esas esferas de luz, y profundizan el juego, convirtiéndose prácticamente en una suerte de astrónomos, entre el más acá y el más allá. Otros viajan en el tiempo y proyectan un futuro, una visión alucinada del cosmos. Es lo que en esta antología de poesía se recoge como viaje interestelar, es decir, más allá de las estrellas.
Interestelaria se proyecta como apuesta del género, una mirada sobre los cambios tecnológicos y la velocidad en que sucede el mundo, de la que la poesía no es ajena; que impacta en las formas de escritura de las nuevas generaciones. Por eso aquí encontrarán de todo: viajes en el tiempo, naves, estrellas, cometas, lunas, asteroides, alienígenas, robots, planetas, astronautas, seres de cuarzo, mundos inhóspitos, y mucha velocidad de la luz. Pero siempre desde la poesía. Porque el género de la ciencia ficción suele ser más común en el mundo de la narrativa, y prácticamente no existen antologías de este tipo y género en el mundo de habla hispana, al menos del que yo pueda saber.
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Bajo el concepto de cosmos y ciencia ficción hemos tratado de circunscribir la mención explícita o implícita a fenómenos estelares, cuerpos, objetos y seres que gravitan en el espacio/tiempo; y cumplen una función lumínica u óptica, pero también astronómica, tecnológica y hasta onírica.
La selección incluye fragmentos de poetas antiguos, que han tematizado cosmogonías y poseen una versión del origen universo, como es el caso de Lucrecio, la mirada de los antiguos Mayas en el Popol Vuh. Hasta Edgar Allan Poe, en su “Eureka” se atreverá a deslizar una teoría científica desde lo astronómicopoético. El tormento de Giordano Bruno, la arquitectura del cielo de Swedenborg y la música de las esferas como vibración muchas veces tangencial, pero que es captada por los poetas para hablar del sol, las estrellas, cometas, asteroides y planetas. Así Whitman, Maiakovski, Gelman, Huidobro, Tsvietáieva, Neruda, Sarduy, Sebald, Szymborska, Vilariño, Zurita, Girri, Darío, Paz, Bradbury, Szpunberg, etc.
En el caso específico de la Luna, el satélite de la tierra ha sido motivo de inspiración de casi todos los poetas de la historia. He seleccionado las increíbles historias contadas por Luciano de Samósata y Cyrano de Bergerac, que ya Borges menciona en el prólogo de Crónicas Marcianas. El episodio captado por Safo, que permitió a los astrónomos de la actualidad fechar un eclipse lunar.
El poema (inédito) de Julio Verne, el clásico romance de García Lorca, versos de Tristán Tzara. Durante el siglo XX, la llamada “conquista del espacio” ha dado poesía específica sobre la llegada del hombre a la Luna, sus artefactos y héroes de la carrera espacial.
Los poetas no han dejado pasar estos acontecimientos, dando lugar a que la epopeya también sea contada por ellos. Poemas como los de Ernesto Cardenal, Nicanor y Violeta Parra, Evtushenko, Leonel Rugama, Joaquín Giannuzzi y Julio Torri, dan cuenta de esos episodios y sus personajes.
La mirada alucinada también se pierde en una proyección distópica, que puede resumirse en el monólogo final del replicante Roy Batty (Blade Runner – “como lágrimas en la lluvia”), por supuesto incluido en esta antología. Viajes imaginados por Miguel Angel Bustos y su hijo Emiliano, como si entablaran un dialogo más allá del espacio y tiempo. Las palabras del habitante de Marte de Alfonsina Storni, y la llamada escuela Martian Poetry que a principios de los 80`, de la mano de autores ingleses como Craig Raine, realizaban ejercicios de extrañamiento desde la mirada del poeta marciano.
Luego sigue el planeta animal de Graciela Maturo y los primeros hombres en Mercurio del escocés Edwin Morgan. Los Ovnis de Mario Benedetti. Mundos extraños, alucinados como el de William Blake, como el post nuclear de Allen Ginsberg. Los mares de arena de Diana Bellessi. El bosque de Pizarnik. El Credo de J.G. Ballard. La profecía en el Everness de Borges. Distopías de ensueño en el paseo literario de Bolaño. La tecnología maldita del Autogedón de Heathcote Williams.
Escenarios donde el futuro se abre a la hiperconexión digital como la proyectada por Peri Rossi. El mundo de la inteligencia artificial como las poetizadas por Marechal en su Poema de robot. El droide Cibernius de J.J. Bajarlía que asiste a El final.
Finalmente, no puedo evitar vincular la ciencia ficción con la cultura de masas, en especial con la poesía del rock. Hemos seleccionado algunas letras paradigmáticas, como: Set The Controls For The Heart Of The Sun de Pink Floyd; Space Oddity de David Bowie; pasando por Somewhere in Time de Iron Maiden; hasta llegar a El anillo del capitán Beto, de Luis Alberto Spinetta, que no podía faltar.
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Si bien el discurso poético es a menudo figurado, el despliegue de figuras retóricas no es una condición sine qua non de la poesía. De allí que, si hay algo que parece claro después del corpus seleccionado, es que, del mismo modo que en el cuento y la novela, el género poético de ciencia ficción es una variante y puede representar/fundar mundos, acaso profetizarlos, no solo a través de simples metáforas, sino también como hechos objetivos, sucesos que ocurrirán o podrían ocurrir literalmente. Claro que aquí hay tradiciones poéticas de diversos tipos, algunas que son más proclives que otras, ya sea a la visión ensoñada distópica, a la descripción meramente sideral, y/o a la mención de tópicos de ciencia ficción.
Por eso en este recorrido encontrarán poetas que se dedican especialmente a ciencia ficción; otros que tangencialmente abordan la cuestión en alguno de sus versos, y hasta aquellos que componen música y se meten con las esferas. Poetas cuya diversidad abreva en todas las lenguas y regiones del mundo: argentinos, mexicanos, ingleses, norteamericanos; los conocidos y desconocidos, jóvenes latinoamericanos, españoles e ingleses.
En definitiva, poetas que se tocan en algún punto, que escriben y obsesionan con el mundo cósmico y la ciencia ficción.
Decía que no existen antologías de este tipo en el mundo de habla hispana. Seguramente que por su diversidad y amplitud de autores, sea una de las primeras.1 Ojalá este corpus-constelación pueda ser disfrutado y esté a la altura de las circunstancias.
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Por último, quiero agradecer a Emiliano Bustos por las maravillosas ilustraciones que componen el libro. A Javier Cófreces por creer en el proyecto. A Matías Carnevale por el epílogo y traducciones. A Juan Bautista Duizeide por recordarme de la necesidad del último capítulo. Y finalmente, a Coti López por sus comentarios y correcciones.
Julián Axat. City Bell. Septiembre, 2021
LOS GÉRMENES
Se repartieron por todas partes
Como si sembrasen en el universo
Arrhenius
Noche condenada a la ceguera,
Noche que aún a través del día buscas a los hombres
Con manos perforadas de milagros,
He aquí a los gérmenes espaciales, polen vaporoso de los mundos.
Los gérmenes que en su larga jornada han medido los cielos
Y se posan sobre la hierba sin ruido,
Capricho de una sombra que atraviesa el espíritu.
Escapan fluidos del murmullo confuso de los mundos
Hasta donde se eleva el rumor de nuestros más lejanos pensamientos,
Sueños del hombre bajo las estrellas atentas
Que suscitan zarzas violentas en pleno cielo
Y un cabrito que gira sobre sí mismo hasta volverse astro.
Sueño del marinero que va a dispersar la tormenta
Y que, al entregar su alma al último lucero,
Visto entre dos olas que se alzan,
Hace nacer de su mirada, ahogada en el mar y la muerte,
En millones de horribles años-luz, los gérmenes.
Y los postigos verdes de sus moradas tímidamente se entreabren
Como si una mano de mujer los lanzase desde allá dentro.
Pero nadie sabe que los gérmenes acaban de llegar
Mientras la noche remienda los andrajos del día.
Jules Supervielle. (Montevideo, Uruguay, 1884-1960). (De, Versiones y diversiones, México, 1973. Traducción de Octavio Paz).
DÉJENLO TODO, NUEVAMENTE
Hasta los confines del sistema solar hay cuatro horas-luz;
hasta la estrella más cercana, cuatro años-luz. Un desmedido océano de vacío.
Pero ¿estamos realmente seguros de que sólo haya un vacío?
Únicamente sabemos que en este espacio no hay estrellas luminosas;
de existir,
¿serían visibles?
¿Y si existiesen cuerpos no luminosos, u oscuros?
¿No podría suceder en los mapas celestes, al igual que en los de la tierra, que estén indicadas las estrellas-ciudades y omitidas las estrellas-pueblos?
(…)
Primer manifiesto infrarrealista. (México, 1976). (De, Infrarrealistas / Poetas. Edit. La Caída, Colección las alas del escorpión, 2014. Fragmento).
FISIÓN (1963)
¿Cómo se haría un mapa del movimiento? ¿O el movimiento
es un mapa de sí mismo en constante hacerse y deshacerse? No
existen fronteras que no se crucen, que no cambien de un instante
al siguiente. Esto es lo que no cristaliza. Lo que impide incluso
que la vista se fije. La imposibilidad del detalle. El detalle
es una criatura de la contemplación, una presa codiciada que el
movimiento pone en libertad. Cuando todo fluye, la inmensidad
del universo se relativiza: uno es parte del cosmos y vive en la
materia que lo anima. Los pequeños y ordenados planetas no
dejan de moverse, penetran en pliegues cuyo origen y destino se
ignoran. Se viaja en estado de gracia: la incertidumbre conduce.
Eduardo Mileo, Buenos Aires, 1953. (De, Extracción del agua de la niebla. Ediciones En Danza, 2018.)
PARÁFRASIS
cada letra es una estrella
las estrellas me hablan
abren puertas en el centro del cuerpo
comienza el rezo de la paráfrasis
el silencio me abandona
fui su maqueta
le hablo a las estrellas
Natalia Litvinova. (Gómel, Bielorrusia, 1986). (De, Esteparia. Ediciones del Dock, 2010.)
EL ACELERADOR DE PROTONES
Afuera el valle extiende su llanura de
/Sombras
Mejor es no nombrarlo. Un aguilucho roza
Con el ala el hielo. Así hay que tratarlo.
El monte siempre procede por hechos
/consumados
Más allá de la nieve, en los más altos Alpes,
Más allá del futuro, de los lejanos mares,
De tierras relucientes y de cielos fantásticos,
De los grandes silencios bajo el sol de verano,
El Eternauta afirma que existe una llanura
No pisada por nadie. Su arena es cegadora.
En ella un solo grano encierra la verdura.
Ciudades invisibles, infinitas auroras,
Todo lo que ya ha sido y lo que será un día.
Mis hijos quizás vean la divina partícula.
Rodolfo Mattarollo. (Buenos Aires, 1939- 2014). (De, Otros tiempos. Edic. Colihue, 2013.)
EL TIEMPO VARÍA A VELOCIDADES RELATIVISTAS
Nos internamos en el cosmos preparados para todo, es decir para la soledad, la lucha, la fatiga y la muerte.
Lem Stanislaw
I.
Vagamos durante diez años
–inexpertos cosmonautas–
horadando el espacio sideral.
Hendimos soberbios las distancias,
a bordo del Prometeo.
Nombre que comprendimos demasiado tarde,
quizá…
Atravesamos la galaxia en busca de un gigante naranja
–como Quijotes sidéreos–
Y volvimos a la Tierra,
cansados,
tras diez años de vagar.
¿Han oído acaso acerca de la Dilatación del Tiempo por velocidad?
Volvimos después de diez años a la Tierra,
Que ya no era nuestro hogar.
Yo he visto morir a un compañero
de locura astral.
En un planeta ignoto,
regresando al que no sería nuestro hogar.
¿Cómo sucedió?
Guardo ese secreto al resto de mi tripulación.
Éramos algo más susceptibles
en la soledad de esa desolación.
¿Han cuestionado acaso al tiempo terrenal?
Einstein, en mi época hogar lo hizo.
Dio luz a la Teoría de la relatividad.
Yo he visto envejecer a mi carne
con una ralentizada longevidad.
La Tierra.
Mi tiempo.
Mi hogar.
Yo.
No más.
Mi carne prevalece, ¡Fueron diez años!
¡Nada más!
II.
Nuestra misión fue orbitar Arturo,
distante a 36,7 años luz de nuestro Sistema Solar.
Misión vana,
que nunca admitimos.
El valor de nuestra vida y marca
nos tenía que compensar.
Llegamos a ella,
la cuarta más brillante de nuestro cielo
–terrícola, claro–
Después de Sirius,
De Canopus,
De las Alfa Centauri –vistas por nuestro ojo humano como unidad–
Llegamos a ella,
con fines trascendentales que ignoramos.
La ciencia del viaje espacial
Terminó siendo otro sueño imperial.
Pero volvimos,
Al Sol,
Después de una década.
A un tiempo extraño.
Al futuro
Desde el pasado.
Y qué jóvenes volvimos,
A otra Tierra.
A otro lugar.
III.
127 años pasaron por sus ríos,
Por sus montañas,
Por la genética de la Humanidad.
Nosotros, Odiseos,
Regresamos jóvenes de carne
A una Íthaca abrumada de electricidad.
Arribamos al futuro, jóvenes de carne
–pero antiguos como el tiempo espacial–
A otra Tierra, a otro lugar
A otro infierno.
Nuevo.
Por las estrellas, ¡este no es mi hogar!
Las grandes teorías de mi tiempo,
Sus grandes mentes.
Obsoletas.
Reducidas a pasos torpes, iniciales en la carrera sapiencial.
Yo he vuelto,
Fantasma del pasado,
Como una bestia, a los ojos de los demás.
Yo he vuelto a otro lugar.
Como un niño.
Indefenso.
Violento.
Humano.
¡Fueron diez años! ¡Nada más!
Y entendí que el tiempo existe
Sin posesivos
Ni adverbios.
-Nuestro tiempo solo es terrenal-
Y entendí que mi hogar ya no existe.
Ni mi nombre.
Ni mi marca.
Ni mi tiempo.
Tú
Que Existes
En Tu Tiempo.
¿Viajemos a bordo del Prometeo,
rumbo a Arturo,
–o a Fomalhaut–
Por diez años,
nada
más?
Luna Anarresti (Lara Blanco). (Maipú, Mendoza, 1993. Inédito.)
Julián Axat nació en La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1976. Publicó: Peso formidable (2003), Servarios (2005), Medium (2006), ylumynarya (2008), Neo o el equipo forense de sí (2010), Musulmán o biopoética (2013), Rimbaud en la CGT (2014), Offshore (2017), Cuando las gasolineras sean ruinas románticas (2019) y Perros del Cosmos (2020). También publicó las antologías: Si Hamlet duda, le daremos muerte (2010) y La Plata Spoon River (2014). Hasta 2015 dirigió la colección de poesía Los Detectives Salvajes, de la editorial Libros de la Talita Dorada. Su poesía ha sido traducida al italiano, francés e inglés. Figura en antologías como Resistencia en la tierra (2014), Giovane poesía latinoamericana (2016), Atlas de poesía argentina (2017) y Antología federal de poesía (2019), entre otras.