Frente a la hoja en blanco…
Frente a la hoja en blanco algo debe hacerse
alguna reacción
un retazo del día
foto de este instante
de este hombre que acomoda papeles
Vuelve la mirada en torno
el cenicero vacío
el humo cediendo en el aire
una caja de fósforos gastados
Sabe que algún precio se pagará por estos días
sabe que el cansancio entrará por la misma puerta
y se descalzará a los pies de la cama
Por eso aprendió a tolerar los atentados poéticos
a inventar curiosidades en los bordes de las plazas
a soportar la gordura literaria de las viejas amantes
Todo conduce a este momento
al plazo perentorio de la hoja en blanco
a la insinuación de la primera palabra
Acertijos de la estética
los versos que se saben de la oscuridad y el silencio
el gusano sonoro de la rima
lo que sobrevive a fuerza de necedades ingenuas
Algo habrá que justifique los ejercicios de la música
algo que sirva para amortiguar el sabor del tiempo en la borra del café
El hombre traza una línea
un garabato que bien podría ser el límite de un labio
luego traza otra y se completa la figura
La boca
del papel
se abre
y el hombre es tragado
antes de estampar su firma.
(del libro “ La piedra de Sísifo”)
Escenario 2
El ojo idiota le hace un guiño y en la ventana cambia el paisaje. Confundido por el ruido y el entusiasmo de las luces trata de abrirse paso entre los papeles picados y las serpentinas sucias del otro carnaval. La belleza en este show es un culo sagrado, dice la voz en off de su cabeza, arriba cruzan escotes en vuelo rasante. Baila un poco, se ríe, pasa prendido de una cintura, hacia arriba y hacia abajo se resuelve la modelo, el locutor gangoso dicta un nombre cuando aparece un envoltorio brillante.
Se cansa y cambia el paisaje esta vez en el vuelo del papel picado. Se reconoce en el color de la tribuna. Una pelota inquieta casi viva, salta de hombre en hombre hasta caer en la red, cielo de papeles blancos sobre los carteles, uno de los hombres festeja frente al lente, en ese grito va él.
Pausa, una dieta de yogures y escatología en tránsito lento.
Con un dedo y un control se puede cambiar el horizonte, de pronto está tirado en cualquier calle, atragantado de miedo bonaerense, el cuerpo ahí como un muñeco manchado y blando, las cámaras parpadeando al rededor, un mundo con muerte y sin moscas y el cielo estará nublado dice el pronóstico del tiempo.
Marcos Cáceres, “Miasma, plasma y otras sustancias”
Del libro “Biografía del instante”
“La acción de la partícula individual no se puede predecir. Pero no ocurre lo mismo con respecto a la acción de la masa. Allí se puede predecir. Esto da al átomo individual su libertad, pero a la masa su necesidad.”
Miels Bohr en conversación con Robert Frost
(24,6)
En la primera viñeta hay un enorme barco borracho
sobre la noche de rosario,
se llama dignidad pero en inglés
y parece arrastrarse río abajo.
Al frente unos silos de colores,
adentro los estripers de federico klemm
cambian tiernos besos de judas
o cuelgan del aire como cristos acalambrados
o caen en picada y no son ángeles.
A unos metros el rastro del poema,
paredes en código.
VENI A SER BARDO dicen las postales de inchauspe,
VENI A HACER BARDO dice el público en general.
Bailamos el pogo del poeta asesino,
ya lejos de su rama,
antes de que la madurez se descomponga
increpa a los jóvenes poetas,
les tira su aburrimiento en la cara,
los empuja hacia afuera con sus palabras de humo.
Los poetas jóvenes no le responden
contestar también aburre.
En el próximo cuadro llueven poemas
y la ciudad toda es una carámbano,
el sol no sale hasta que lo nombran.
Poemas histriónicos
histéricos
históricos
Poemas ingenuos
inexactos
intrépidos
Poemas con besos con hijos con drogas
con rencores prolijos
con café y con postre
Dicen las paredes:
Y SABER QUE EN ESTE MUNDO NO HAY NADIE A QUIEN ENVIARLE ESTE MENSAJE.
El túnel hace gárgaras con los autos
y repite una vocal largamente,
preposiciones y copulaciones conjuntivas del poema.
En el vértice de la página encuentro un níspero
su sabor es la memoria de mi infancia.
un árbol solitario.
Frutos del cielo o de los pájaros
que nunca más cayeron en mis manos de cinco años.
Entre las calles del poema,
en esta ciudad,
he plantado un árbol,
un algarrobo paciente
que como yo sea
un trozo de tierra nómade,
una coma o el silencio del coma
dentro del texto.
En la última viñeta
-PELIGRO BARRANCA-
sentados en el suelo
dos
tipos
vuelcan
fana
en una
bolsa
y respiran
un aire pegajoso.
El río está vacío.
Les pregunto por el barco
y me responden
que desapareció en la madrugada
como una ballena gateando por el paraná.
Del libro “A nivel del mar”
Principio de Arquímedes
El asunto sigue siendo entender los signos en la hoja de ruta. Martínez cree que los arabescos que ha trazado en el papel pueden entenderse como carta de navegación. Yo no discuto, sólo manejo, si una noche de estas amanecemos incrustados en medio de la Gral. Paz, no va a ser mi culpa. El resto de la tripulación ha sabido entender que esta humildad no es otra muestra de lo precario y que las pulgas que los habitan sirven al menos para dar cierta vitalidad a sus cuerpos. Hay una de la carga (como les llama Martínez) que puede mover la punta de los dedos ni bien se le presta un poco de atención y hasta llega a abrir la boca cuando le hablas. A Martínez y a los otros les gusta ir atrás y hablarle seguido, yo no, me dan asco las pulgas. El médico de la base me revisó y dijo que lo mío es un miedo venéreo, yo sé que son sólo las pulgas. Además no quiero encariñarme, puede que un día de estos no sepa cómo descifrar los dibujos de Martínez y ahí sí que no puedo volver a tener asco ni nada. Mejor no, además la carga dura tan poco. Martínez dice que no sufren cuando dan contra el agua, que para el caso es lo mismo porque ya vienen amortiguados de la base. A mi me da la impresión que el vértigo los mata en el aire. Los cuerpos paralelos al río, miembros agitándose, blandiendo en vano las extremidades, siempre que los veo caer pienso en que la velocidad no sólo come del tiempo.
Marcos Cáceres, “Plan de vuelo”, Buenos Aires 2076
Del libro “Biografía del instante”
Poesía circular
Sutil pero concreta
Una pulsión que trepe por los dedos
hasta tu lengua
un malestar preciso
constante
Abolir de inmediato todo otro tipo de trance
que la carne nos guarde ateridos
que nos cierre la piel el horizonte
las ideas suceden en cadena
como violentos puntos de una línea
un ansia cardinal nos divide el paisaje
Yo lanzo mis flechas al cielo de esta noche
y espero
El día beberá de los pájaros abatidos
Las palabras que desentierro
no tienen fin
tampoco origen
la sed que las busca es parte del mecanismo.
Marcos Cáceres, “La palabra y el síntoma”
Del libro “Biografía del instante”
“Pero no nos burlemos del lobo también nosotros nos dejamos seducir con tan poco fundamento, cada uno cree fácilmente en lo que teme y en lo que desea.”
Fedro
IV
(teriantropía)
En un punto ciego del paisaje estamos nosotros,
bloqueados por el oficio en la mirada del actor,
nuestro escenario es un mundo acelerado
risas y abrazos
que se acumulan
se enredan y caen.
A cada momento alguno de los personajes
tiene la sensación de ser una piedra arrepentida,
un lenguaje perturbado entre las mismas palabras.
Porque en el fondo sabemos
que no debíamos ser más que animales
de amores voraces
de sueños reversibles.
Inocentes de nuestro propio drama.
Pero el sol entrará por la misma ventana
y no necesitaremos otra certidumbre.
El pasado es el relato del hoy,
círculos que se explican a sí mismos
para perder su simetría.
De cara al vacío
nuestro graznido
es toda la poesía.
Del libro “A nivel del mar”
“Solemos olvidar
que la poesía es un instante
sabiamente clausurado
antes de que aprendamos a balbucear
la eternidad.”
Ana Emilia Lahitte
VI
(3.600)
Uyuni se fuga en las escamas de un pez interminable,
vibra en el cuerpo seco de un flamenco
cuando la muerte lentamente sucede sobre los hexágonos de luz
y la bandada se desgrana en una pregunta.
Primero naufragaron en la oscuridad,
el agua les cosió los pasos
y otra vez la sequía les llenó de silencio la mirada.
Dicen que los cactus del salar
son hombres condenados
cáscaras del viento que guardan la palabra de Wiracocha,
el ruido que los despertó a la vida.
Dicen que levantaron unas islas
con sólo permanecer
aferrándose a la tierra.
Aquí, lejos de todo, no existe el aquí,
sólo el rumor de un nervio catódico que se desvanece.
Flores de piedra como ofrendas del miedo,
fantasmas de bórax que aun queman mis párpados
Y la lúcida resignación de los derrotados,
los que mueren ahí sedientos de paisaje
ciegos por el clamor de la nada.
Sobre este suelo cada sol es definitivo.
El salar se ocupa de lamer el cielo
para que la noche se ensanche.
Del libro “A nivel del mar”
“… Santiago es una vaca que rumia diariamente su vuelo, es una pesadilla en la que uno corre una carrera vertiginosa pero sin moverse del lugar.”
Witold Gombrowicz, Diario Argentino
VIII
Una fuerza y su obstáculo,
es el remolino.
Los paisajes destiñen las ventanas
cuando dios aplaude los ángeles de la siesta
y en el zoológico triste
los leones son bostezos distantes.
Obligado a detenerse,
a probar el margen de cada resistencia,
el río se arrepiente
como el devenir del Nilo.
No asume su extensión
ni el brillo de su llanto
porque sabe que el espacio
es sólo tiempo,
tramos de tierra entre los días,
inútil
medir
espumas.
El agua no lava los restos,
no disuelve el dolor de las orillas,
permanece en fuga,
velando el trance de los árboles ahogados,
lamiendo huesos anónimos
para que fluyan las ciudades
Todo emite un latido preciso,
por las venas de las paredes
la luz en zumbido
es un mantra secreto
que el río escondió en la arena.
Aunque el cauce se dimane en peces muertos
y la ciudad vomite aburridos plásticos
todo final es apariencia,
cualquier sol
propicia espejismos.
Del libro “A nivel del mar”