El mexicano José Ángel Leyva entrevista a Rodolfo Alonso, una voz reconocida de la poesía latinoamericana
1. ¿Quién sería para ti en Argentina el modelo del escritor congruente con su pensamiento, su obra y su acción y por qué?
Sería injusto, cuando no atrabiliario, contestar con un solo nombre. Pero diría que Juan L. Ortiz (1896-1978), en quien desde muy joven sentí se encarnaba como evidencia viva aquel luminoso axioma de Tristan Tzara: “Hacer de la poesía una manera de vivir.”Recluido en su provincia, sin acudir a salones ni a concursos, imprimiendo sus bellísimos libros por su cuenta, sin sello editorial, sin enviarlos a críticos ni colaborar en grandes diarios, todo su ser estaba entregado a la poesía, era la poesía, estaba en poesía. Como los presocráticos. Y como intuyo fue su alma gemela, Macedonio Fernández (1874-1952), mi otra respuesta posible a esta pregunta.
2. Qué significa para ti Borges, cuestionado por muchos compatriotas de ambos, por su supuesta ignorancia de la realidad argentina y luego justificado por muchos escritores de izquierda, quizás llevados por su admiración literaria, quizás conducidos por una ética ante el personaje ¿qué opinas?
Los conversos suelen ser puritanos. Y exagerar, para ser aceptados, su adopción de la nueva fe. Sobre Borges, tales cuestionamientos fueron superados con la disolución de la URSS y la caída del muro de Berlín, y con esa canonización universal que, como la de Pessoa, no cesa de crecer. Y esos mismos a quienes mi juventud vio denigrándolo casi como el mal absoluto, son hoy sus más entusiastas panegiristas. Me falta espacio para desarrollar lo que me provocó el hecho Borges. Sólo desear que se lo lea al menos tanto como se lo nombra. Algo me dice que Borges, como Pessoa, no son digeribles para la sociedad del espectáculo.
3. ¿Qué ha significado la escritura en tu vida y en tu responsabilidad ciudadana, social, humana?
Otra vez, una pregunta que me sobrepasa. ¿Cómo no desear que el poeta fuera capaz con su palabra a la vez de realizarse como persona y de ayudar a todos sus hermanos, de enunciar la palabra necesaria, imprescindible y única, la palabra a la vez tan íntima y secreta, húmeda todavía del silencio de los orígenes, emergiendo en una orilla virgen del universo, y también a la vez general, compartida, fraterna, solidaria, [pullquote] ¿Cómo no desear que el poeta fuera capaz con su palabra a la vez de realizarse como persona y de ayudar a todos sus hermanos? [/pullquote]no tan sólo ofrecida sino también aceptada por los otros, que entonces la harían suya y le darían destino, aunque ese destino fuera el no poco glorioso de volverse sabiamente anónima, ya sin autor ni tiempo, encarnada en el fluir mismo de la vida y de lo humano?
4. Argentina es un país al que se le reconoce una sociedad lectora, una población escasa o nulamente analfabeta, ¿cómo concibes la relación entre escritores y lectores, a sabiendas de que hay problemas impuestos por el mercado editorial y también por los propios gobiernos para que los autores puedan vivir de su trabajo y los lectores sean vistos como algo más que consumidores?
Hoy, cuando las únicas leyes que rigen nuestras sociedades son las de la oferta y la demanda, el toma y daca, hasta puede resultar irrisoria la situación de la poesía. La poesía que no se vende, la poesía que no tiene absolutamente ningún mercado, en estos tiempos de tiranía absoluta del mercado. Para el futuro inmediato, ¿podrá ser muy diferente la situación del poeta? [pullquote align=”right”] La poesía que no se vende, la poesía que no tiene absolutamente ningún mercado, en estos tiempos de tiranía absoluta del mercado.[/pullquote]Quizás si, quizás no. No cambiarán, para sus auténticos creadores, las exigencias del poema, que Dante acuñó tan bien como “gloria de la lengua”. Pero es probable que cambien sí las condiciones de su resonancia, de su audiencia, de su significación. Que están ligadas con un contexto cultural, social, humano, cada vez más dominado por las técnicas de seducción masiva, donde el lenguaje es sometido a infinitas tensiones. Con gravísimos riesgos que ya pudo prever el más hondo poeta de nuestra América limpiamente mestiza, ese peruano universal que fue César Vallejo, cuando llegó a preguntarse, con serenísima grandeza: “¿Y si después de tantas palabras / no sobrevive la palabra? “.
5. ¿Crees que la palabra escrita es poder, aunque se trate de poemas?
El mayor desafío para los intelectuales del siglo XXI será continuar siéndolo. Quienes sean capaces de reflexionar críticamente en medio de esta pesadilla de seductora banalidad planetaria van a resultar absolutamente imprescindibles. Por otro lado intuyo que, en realidad a cualquier hombre conciente de su propia condición le va a ser ineludible enfrentarse con gravísimos problemas de supervivencia. Los límites al desbocado poder económico globalizado ya no serán exigidos por perspectivas de justicia económica, política o social, sino por elementales razones ecológicas: el planeta no lo soportará. Y las graves consecuencias ecológicas no se limitarán a la naturaleza, a nuestro hábitat, sino que ya vienen afectando a la misma condición humana. Una auténtica perspectiva ecológica no sólo deberá seguir tomando muy en cuenta los daños al planeta sino también, al mismo tiempo, el costo que todo ello ha tenido para nosotros, los seres humanos, en cuanto especie. Y en cuanto personas también, claro. ¿La poesía, que no es sino el lenguaje vivo, la lengua viva en su más alta expresión, podría ya no considerarse, sino resultar ajena a eso?
José Ángel Leyva, Durango, México, 1958. Poeta, narrador, ensayista, editor y promotor cultural. Se tituló como Médico Cirujano en la Universidad Juárez del Estado de Durango, realizó estudios de maestría en Literatura Iberoamericana en la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue codirector de la revista Alforja, es coordinador general de Publicaciones de la Universidad Intercontinental y director general de la revista La Otra. Fue subdirector de Literatura, Artes Plásticas y Artes Escénicas, Director de Vinculación Cultural y Coordinador de Vinculación Cultural de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de México, de 2001 a diciembre de 2005.