Desalojo
Orfandad de tierra colorada.
Se le vino el desahucio
y con el desahucio el morapio
y con el morapio,
cuaja hilachitas de ilusión.
Nana
Todo lo que pidan en la oración con fe, lo alcanzarán.
Evangelio de Mateo 21:22
Sentadita perpetuada
a su lado.
Mustia,
tartajea una nana.
Breza,
asequible al milagro.
Hospital
Una carantoña
dos carantoñas…
Ella
bufa, refunfuña,
y aún
el estriego milagroso
de mi mano con la suya.
Vidalita
Sedente
en la pringosa escalera.
Piltrafa
tañendo un cajoncito.
Velita de moco que cuelga.
Y a veces, sólo a veces,
le cae la dádiva del arrumaco.
Desarraigo
Estrías amputadas.
Tatuado de esperanza.
Mirada huérfana,
mueca cadavérica
enraizada en la tierra colorada.
Paleto en la gran urbe
anda el Misionero,
arrasado de changa en changa,
sudado en la pelambre
del yugo cicatero,
anudado en la orfandad
bajo el zumbido del machete.
Labrador
De regreso a la barraca
chupa las vainas
de algarrobo maduras
y escupe el resto fibroso.
Queda un amparo,
el asilo del abrazo.
Estación Los Polvorines
Bujeta y menestra.
Pie despojado
sobre la tesela.
Pibita
que fabla una tonadita
y además,
mendiga una mirada.
Tucumano
En campiña galesa,
sobado al sudor,
sumido al vesperal dominio,
manduca el chusco de la desdicha.
Y al encumbrar sus párpados,
plaña la lejanía.
Ñorquinco
Ignoto bracero.
Dehesa.
Lábaro.
Y pingajo bermejo.
Ahí debajo,
yace diáfana una luz.
Dibujo
Asperja sobre el lienzo.
Irriga de aljófar a la muerte.
Y la bruna
guedeja de yayita,
germina.
Titiritero
Con fulgor y con palabras,
una hilacha en lo real,
y otra
en la brizna magia.
Refugio
Después de lijar paredes
en tugurio del conurbano.
Sesgado sobre la piltra,
oteando la techumbre,
atiza el amparo
de su río Bermejo.
Confesión
Dijo el gurí, en Lozano.
-Inhumé,
a mi yayo y a mi tatita
en osarios comunales.
No teníamos una moneda
donde apoquinar la propia umbría-.
Rezo
Ora el Guaraní en el cementerio:
-Padrecito mío, hoy es domingo,
no hay que arrear,
haceme un lugar a tu lado-.
Canción
El hachón encendido.
La mantilla.
La enjuta zampoña
y un afable Huanyto
te sueñan.
En el barrio
La triste aojada en la epifanía
otea por la ventana.
Mira pasar.
Vive Acá o acullá.
No sabe quién es.
Formoseño
Suso al andamio.
Ovilla el algodonal.
Olisquea la mandioca frita.
Va y viene
por las teclas del acordeón
hasta hallar su voz,
de tierrita colorada.
Lo sagrado
Dejó lo importante
chamuscándose en la pira.
Huyó del rancho
con la estampa de su tatita.
Aún
Vive solo
y acomodó los patucos
esperando la epifanía.
Alejandro Cesario, 1967, nació en Buenos Aires. Dirige junto a Roberto Raschella y Daniel Riquelme Ediciones la yunta. Publicó: Esas miradas tristes – un viaje por la Patagonia, El humo de la chimenea, Fragor de borrascas, Ciervo negro, Estación de chapas, La última sombra, El bruto muro de la casa propia, y Tonada que no canta, ente otros.