Compartimos a continuación, un ramo de poemas de la poeta Pamela De Battista.
De Cuaderno para brujas (EDER 2019)
La costurera
Contra todo silencio
que íntimo
mar
se mueve danza,
contra toda lágrima
que piedra,
aquieta,
soy la costurera.
Se hamaca el pie
se ensaña la mirada
se concentra.
Contra toda la noche despierta
enhebro la letra
hilvano el pensamiento
doy la primera puntada;
el hilo en la tela
abre puertas,
punta con punta
palabra con palabra.
De esta unión ya no se vuelve
ya no
hay vuelta atrás.
Canta el vestido
abre los volados
cae la voz,
su sombra se sacude
se aprieta contra el muro
desespera.
Canta la aguja
se clava
sabe exactamente dónde
sabe exactamente cuándo,
gime el rojo retazo
entregado al relámpago puñal
que lo penetra
que lo transforma.
De esta unión ya no se vuelve
ya no
hay vuelta atrás.
Contra toda la lluvia
que crece en la ventana
como si el vidrio
o mis ojos
fueran una lupa,
triste,
contra toda tristeza
canto
compongo los huecos,
las bocas de la tela,
las yemas se juegan
en una apuesta filosa
punzante
por la forma.
Canto
me detengo
sorbo el agua del poema
pruebo
la temperatura,
adivino
el espacio que ocupa
en la garganta,
canto de nuevo.
Los hilos saben
la tela sabe
la aguja sabe
con qué lenguajes me erotizo,
con qué gesto
el ruedo me conduce
sola
por los bordes.
Canto.
De esta unión ya no se vuelve.
De esta unión
ya no
hay vuelta atrás.
Poema de la trenza (inédito)
Mi abuela guarda
envuelta en papel de diario
la trenza de su hija muerta.
Está en una caja
en la que cada objeto
abisma
o
en la que cada cosa
es
un agujero negro.
Arriba,
en el ropero
reposa.
A veces está buscando algo
a veces revuelve con los brazos en alto
y da al descuido con el cartón
la forma
de la caja de zapatos.
Mirá, me dice,
y saca la tapa.
Descubre el rollo abichado de pequeñas letras.
Desenvuelve,
abre ese canal
al silencio
o peor
a recordar
lo incontrolable.
La trenza es larga
madera
larga
exhalación
contoneada
tres es un número inconmensurable,
un número voluminoso
y moviéndose
una trenza
es tres e infinito.
Sentadas en el borde
de la cama
miramos una parte viva
de una hija muerta.
Entramos a ese horizonte
de sucesos.
Sabemos
que desde ahí
ya no se vuelve.
De Antología Entre Orillas 2021
Ibas a llamarte Orfea
IV
Mi abuela me enseñó a rezar el rosario
y que la devoción responde
a una necesidad
y no a una fe.
Con cada cuenta me hundía
en materia oscura.
A veces íbamos a la iglesia.
Las cúpulas de las iglesias
invitan a caer hacia arriba
como si fuera posible volcarse
en dirección al cielo.
Yo no quiero ir al cielo,
yo no me voy a morir,
pero mejor
no decir algunas cosas.
Tres estatuas de santos
a cada costado.
Una hilera de manos blanquísimas cruzadas en oración pareja
e infinita.
Los ojos,
mejor no sentarse
donde ellos miran.
Los ojos de los santos te ven los pensamientos.
Tengo ocho
diez
quince años
un montón de miedo
ninguna respuesta clara.
V
Con manzanilla nos perfumamos las manos.
Las palmas para la caricia
las palmas para hueco
para amasar el pan y el agua
que refrescará nuestro rostro
cuando el tiempo obre como un buey
en silencio.
Un buey bajo el sol es enorme
está cansado,
y todo lo que sabe es tolerar.
La casa es otra bestia
de la que no nos es dado
departir.
Debajo de las uñas se nos esconden
los hijos muertos.
Se dice que
en el día del casamiento
el deseo de la progenitora
se hace cuerpo.
Ojalá se te mueran
tres de los hijos que tengas,
le dijo a mi abuela su madre.
Debajo de las uñas se nos esconden
los hijos muertos.
Con esas uñas rasgamos la tierra de los patios,
atrapamos pequeños bichos que nos metemos en la boca,
mordemos con insistencia
la dureza
la cáscara
con esas uñas
hacemos chillar la tierra como pan quemándose
como pan negro cubriéndose de brasa
como pan que no va a saciar nunca nuestra hambre.
Dejamos talismanes plantados para después
para las hijas que vendrán
y damos espacio a otros dolores
más cotidianos y urgentes.
Con tilo
nos perfumamos la manos
para dormir mejor
pero antes
las levantamos
abiertas
a la altura de los ojos
también abiertos.
Iguales
manos y ojos son espejos enfrentados
repitiéndonos al infinito
la misma imagen.
Pamela De Battista (Gualeguaychú, Entre Ríos) publicó Cuaderno para el agua (Singular, 2012,
poesía), Cuaderno para brujas (EDER, 2019, premio Fray Mocho poesía) y Envuélveme (Palo
Santo, 2022, novela). Participa en antologías como “Flotar” (Ed. Camalote), Entre Orillas
(Premio provincial 2021) y “Poetas argentinas -1981-2000-” (del Dock).
Esporádicamente dicta talleres de poesía. Forma parte de los equipos organizadores del
Encuentro de escrituras de mujeres y disidencias de género, y del festival literario FRAGUA, en
su ciudad natal.