Algunos poemas del poeta español Rodolfo Häsler, quien estará participando próximamente en el Festival de Poesía organizado por la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. El viernes 3 de mayo, a las 19:30 hs, estará leyendo en el Centro Cultural de la Cooperación.
VISIÓN DEL MERCADO
A Conchi Jubany
Lo único que nos detendrá, te dije, será la visita
al mercado de Algeciras.
El mar, que aparece sin ser visto,
es un reino de fuerza que se asienta en la cabeza
y tiene el color potente de una aguamarina.
Recorremos un camino de aceitunas moradas,
limones cortados que salpican el rostro,
cestos de higos secos que esconden el áspid,
carne de pez espada donde gime el corazón.
Poco antes de abrir los ojos
el gesto de tus manos entre el pescado
me eleva en el espacio con la plenitud
de un ángel sobreviviente.
VISIÓN DEL CÁLAMO
A Blanca Andreu
Me hallo en un esmerado jardín
con dos cipreses lanceolados, un melocotonero
en flor y una fuente. En su perfección lo tomo
por un huerto persa. Mientras contemplo
ensimismado la eclosión de una rosa
una voz me devuelve a la belleza del vergel,
una extraña voz, voz hermafrodita: toma el cálamo
y escribe, toma el cálamo y escribe cuanto sabes.
Página dos: martes
La palabra urraca: la leo en el espejo.
Un liso corte en el cristal ¿qué te propone?
La imagen se va por la ranura del azogue
y corre a una boca de metro, destino Jabaquara.
La sombra estatuaria de los predios lima el cristalino,
no descubre nada, sólo extrañeza y dolor.
El graznido de un pájaro,
y un día, quizá hoy, puede que mañana, nublado,
cesa su intención ante el ritmo del universo.
Página diez: miércoles. El poeta
¿Qué luce en su cabeza? Será un violín sonoro,
un instrumento que sabe ordenar, le dicta al oído
continuas confidencias, detalles de una vida disuelta en agua,
no sé si sabe nadar, sin embargo, es una vida viajera,
un timbre, una indisposición de maldoror.
Página once: lunes. La lluvia
Una frase atrevida, en hora baja, a media noche,
convoca la cosmología de la urraca. Con una ligera
inclinación destapa las cajitas donde vibra el sonido,
expande su insistente intromisión.
El dolor es lluvia, sube y baja, ruge,
el sudor oscilando entre el lector y tú
tizna el cuaderno de una dicción truculenta.
Una espuma, un desnivel que todo lo quiebra,
la inconformidad genera la misma pregunta,
inunda un lugar calcinado,
un trago de angustia es el cambio, es la sombra,
cierta manera de arrimarse a lo que no conoce.
No creas lo que es, no es cierto,
siempre le sorprende, llegada la primavera,
un chaparrón en miniatura.
***
Una tarde,
siguiendo el rastro de un espectro,
entré en el museo, suelo ajedrezado y paredes carmín
juegan con las sombras por las esquinas,
me dijo, ¿dónde estuviste
todo este tiempo?
Iba de una sala a otra, de los simbolistas
a la flor de cera de Redon
sobre la que no pretendo dar explicaciones,
el tallo azul ultramar,
la flor crece visiblemente
hasta invadir la estancia.
Esta situación podría no existir,
ser parte del mundo que hace mucho
me atrapó.
En el centro acecha la ansiedad,
la visita al caparazón del erizo
junto a una estrella de mar,
una enredadera envuelve
el recuerdo que impide el sueño,
pétalos se abren en las marcas del pincel,
la sala donde espío a Redon
es la espina del erizo que se hunde en la carne,
una vida bárbara
perdida en la amargura del espejo,
y por consecuencia,
despertar, despertar.
***
La aparición de la sangre
indica el daño,
seguir con vida después del hundimiento,
por supuesto, para poderlo contar,
viene de lejos,
un lugar verde y lluvioso
donde el hierro es húmedo
y las flores no tienen olor,
vive tranquilo en un recodo,
y su intención es borrar fronteras,
no jurar, volver al regazo,
se alimenta de de la sopa boba,
de la nada ninguneada,
insiste en andar, seducido por el otro,
jugándose a los dados
el tacto olvidado,
esfuerzo que se aleja en un suspiro,
algunas palabras justas que crecen
en lengua española, paternal alemán,
excelente francés que usa cuando quiere,
en un instante desaparece en el aire
y una isla sigue a otras más lejanas,
Azores, Flores, Terceira, Santa María,
en la incierta nebulosa, sin alma, sin alma,
nunca volver, aunque esté allí,
nunca volver sin alterarse, azufre, estatua de sal
por si mira atrás,
ya se sabe,
aunque vuelva, deja su acento atrás,
su marca del nacimiento
de delicada habladuría.
***
Insiste en acercarse a la bestia,
hay que seducirla poco a poco,
no debes tocarla, quema,
abrasa la yema de los dedos,
no bastan lágrimas,
beberás su sangre, beberás la sangre
de los sueños congelados,
entra con un machete
en la pulpa de la ansiedad,
en el vientre, con ahínco,
cepíllale la crisma,
entre el pelo ralo y el ojo
sentirás la dimensión del espanto.
Rodolfo Häsler nació en 1958 en Santiago de Cuba y desde los diez años reside en Barcelona. Estudió Letras en la universidad de Lausanne, Suiza. Tiene publicados los siguientes libros: Poemas de arena (Editorial E.R., Barcelona, 1982), Tratado de licantropía (Editorial Endymión, Madrid, 1988), Elleife (Editorial El Bardo, Barcelona, 1993 y Editorial Polibea, Madrid, 2018), De la belleza del puro pensamiento (Editorial El Bardo, Barcelona, 1997), Poemas de la rue de Zurich (Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 2000), Paisaje, tiempo azul (Editorial Aldus, Ciudad de México, 2001), Cabeza de ébano (Ediciones Igitur, Barcelona, 2007 y Ediciones El Quirófano, Guayaquil, 2014), Diario de la urraca (Huerga y Fierro Editores, Madrid, Editorial Mangos de Hacha, Ciudad de México, y Kálathos Ediciones, Caracas, 2013) y Lengua de lobo (Ediciones Hiperión, Madrid, 2019). Ha obtenido el I premio Aula de Poesía de Barcelona 1992, la beca de la Oscar B. Cintas Foundation de Nueva York 1993, el premio Noah Stone del festival internacional de poesía de Yerevan 2016 y el XII premio internacional de poesía Claudio Rodríguez 2018.